“Es imposible que el pasado nos angustie. El pasado se encuentra congelado. Todas nuestras angustias se encuentran en el presente”, escribió el filósofo Igor Sibaldi, cambiando así el foco de atención del pasado al presente, de lo inamovible a aquello que podemos cambiar.
No cabe duda de que el pasado puede convertirse en un fardo pesado que nos impide avanzar o nos mantiene paralizados en un punto de nuestro camino marcado por sentimientos como la culpa, la tristeza y/o el resentimiento. No podemos volver al pasado para cambiarlo. Lo hecho, hecho está. Sin embargo, lo que realmente nos molesta y ata – aunque a menudo nos cuesta reconocerlo – no es el pasado en sí, sino lo que ese pasado dice de nosotros, es lo que ese pasado trae al presente.
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