En el siglo XVIII comenzaron a describirse los ritmos de los procesos biológicos. Sin embargo, no fue hasta 1959 que se comenzaron a describir los ritmos circadianos. Así, en 1960 se crea una nueva disciplina biológica llamada la cronobiología.
Todos los seres vivos, durante las 24 horas del día, mostramos funciones oscilatorias. Estas funciones cambian según la luz y la estación del planeta. De ello se encargan los ritmos circadianos, de mantener un equilibrio en nuestro cuerpo basándose en la luz y oscuridad.
Un ritmo biológico es una variación regular de una función orgánica relacionada con el curso del tiempo. De acuerdo con las variaciones biológicas del tiempo, existen diferentes tipos de ritmos biológicos: circadianos, infradianos y ultradianos (1).
Así, los ritmos circadianos hacen referencia a aquellos que se producen durante las 24 horas del día. Por su parte, los ritmos infradianos son aquellos cuyas variaciones regulares se registran en un tiempo mayor a 24 horas. Mientras, el ritmo ultradiano hace referencia a las variaciones registradas en un tiempo menor a 24 horas.
El primero en utilizar el término ritmo circadiano fue el doctor Franz Halberg. Etimológicamente, su significado es ‘ciclo cercano a 24 horas’. Sin embargo, algunos autores consideran que este ciclo fluctúa entre las 24 y las 25 horas (2, 3). La organización del sistema circadiano está compuesto por: