Si todo sale según lo previsto, el Akademic Lomonosov será remolcado hasta el puerto ártico de Pevek este mes de agosto. Desde allí, gracias a sus dos reactores nucleares gemelos, proveerá energía a las viviendas y a la operación minera y de perforación en la región rusa de Chukotka, rica en recursos minerales. El buque se convertiría en la primera central nuclear flotante de Rusia, otro paso más en su expansión en el Ártico, que viajará más de 6.000 kilómetros por el Mar del Norte.
Rusia defiende que el proyecto ofrecerá energía limpia a un lugar remoto y permitirá la clausura de una central nuclear envejecida y una central térmica de carbón. Sin embargo, el Akademik Lomonosov provoca dudas sobre la viabilidad económica del suministro eléctrico de centrales nucleares flotantes en zonas aisladas y ha encendido las alarmas de los defensores del medio ambiente. Organizaciones como Greenpeace temen que este nuevo proyecto pueda convertirse en un «Chernobil flotante».
La ruta del Mar del Norte, abierta por el deshielo de los casquetes árticos, ofrece nuevas posibilidades comerciales entre Europa y China que Rusia pretende abrir a la navegación a lo largo del año. En la esperanza de lo lucrativo de esas nuevas rutas comerciales y dada la importancia militar que la región ártica comienza a jugar, proliferan rompehielos, submarinos y todo tipo de tecnologías relacionadas con la propulsión nuclear.
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