n un experimento único a escala galáctica, millones de esporas de bacterias se han expuesto deliberadamente al espacio, para ver cómo les afecta la radiación solar, y los resultados apoyan la idea de que la vida no sólo pudo haber llegado a la Tierra en meteoritos, sino que un material considerable fluyó entre los planetas.
Ya más cerca, los científicos analizaron muestras de polvo aéreo recogidas por Charles Darwin, y confirmaron que los microbios, ya sean bacterias u hongos, han podido viajar por los continentes, sin necesidad de aviones ni trenes, uniéndose a las partículas de polvo. Se muestra claramente que diversos microbios, incluyendo ascomicetos, y eubacterias pueden vivir durante siglos y sobrevivir a un viaje intercontinental.
En un artículo publicado en Environmental Microbiology, la Dra. Anna Gorbushina (Carl-von-Ossietzky University, Oldenburg, Alemania), el profesor William Broughton (Universidad de Ginebra, Suiza) y sus colegas, analizaron dichas muestras de Darwin y de otros, de hace casi 200 años.
En estudios reciente del espacio, se ha demostrado que algunos organismos que viven en las rocas, conocidos como «endolitos«, serían capaces de sobrevivir a un viaje a través del espacio y sumergirse en la atmósfera de un planeta hasta la superficie. Sin embargo, nadie sabía si estos organismos podrían sobrevivir al viaje inicial hacia el espacio.
Un equipo internacional de investigadores, dirigidos por Gerda Horneck, del Instituto de Medicina Aeroespacial en Colonia, Alemania, seleccionó un número de microbios resistentes de la Tierra y probaron su capacidad colocándolos a bordo de rocas similares a los meteoritos marcianos.
Los organismos utilizados fueron endosporas bacterianas, cianobacterias endolíticas y líquenes. Esta selección proporcionaba una más amplia gama de organismos que en otros estudios realizados hasta la fecha, incluyendo no sólo simples bacterias, sino también organismos eucariotas más complejos.
Los investigadores analizaron los estudios previos de meteoritos marcianos a fin de sacar información sobre el tipo de fuerzas necesarias para extraer las rocas de un planeta de gran tamaño. Con estos datos, los investigadores desarrollaron una serie de pruebas, diseñadas para simular las presiones sobre los organismos seleccionados.
De esta forma, pudieron determinar que los organismos son capaces de sobrevivir a diferentes presiones causadas por impactos de asteroides y la consiguiente expulsión al espacio. En última instancia, descubrieron que una amplia gama de organismos eran capaces de sobrevivir a los impactos sobre la Tierra.
«Nuestros resultados amplían el número de organismos potenciales que serían capaces de sembrar de nuevo la superficie planetaria después de grandes eventos de impactos, y sugieren que este escenario de siembra sobre una superficie planetaria es posible con diversos organismos», informan los investigadores.
En anteriores experimentos, Horneck y sus colegas, utilizaron el satélite Foton ruso para exponer sin protección a 50 millones de esporas de la bacteria Bacillus subtilis fuera del satélite. La radiación UV del Sol mató casi a todas las esporas, incluso las que estaban confinadas en cuarzo.
Para probar si los meteoritos podrían proteger a las bacterias en su viaje por el espacio, Horneck y sus colegas, mezclaron las muestras de 50 millones de esporas con partículas de arcilla, arenisca roja, meteorito marciano, o simularon el suelo marciano en un pequeño bulto de un centímetro de diámetro. Entre 10.000 y 100.000 esporas sobrevivieron, de los originales 50 millones, y cuando se mezclaron con piedra arenisca roja, casi todas sobrevivieron, lo que sugiere que meteoritos de un centímetro de diámetro, pueden llevar a la vida de un planeta a otro, si se completa el viaje en unos cuantos años. En una roca de un metro de ancho, las bacterias podría sobrevivir probablemente durante millones de años.
En un experimento aparte, otro equipo realizó modelos por ordenador de impactos gigantes como el de Chicxulub. En dichas simulaciones, millones de grandes rocas eran expulsadas de la tierra. Alrededor de 30 rocas de las que impactaban con la Tierra, también llegaban a Titán, y entraban en la atmósfera de Titán más lentamente que la mayoría de los meteoritos que golpeaban la atmósfera de la Tierra. Estas grandes rocas de la Tierra también llegaban a Encelado.
«Ese tipo de entradas no debería ser ningún problema», coincidió Allan Treiman, del Instituto Lunar y Planetario de Houston. Estas bacterias fueron encontradas en los restos del transbordador Columbia cuando volvió a entrar en la atmósfera terrestre en 2003. Y los líquenes terrestres sobrevivieron a las duras condiciones del espacio.
- Referencia: Sott.net, The Daily Galaxy,