La enfermería es una de las profesiones donde más difícil lo tienen los jóvenes al salir de la carrera. Muchos de ellos optan por irse a Alemania, aunque cada vez son menos los enfermeros que permanecen allí por la situación laboral tan precaria a la que tienen que enfrentarse.
España es uno de los pocos países de la Unión Europea en el que cuanto más estudios tengas, peor. Muchos jóvenes se enfrentan a la situación de verse en el paro tras haber finalizado su carrera universitaria, sea de la rama que sea. La crisis económica ha azotado a todos los sectores y encontrar el primer empleo se hace una tarea muy complicada.
La situación económica actual que atraviesa España desde hace años ha traído, como consecuencia, los recortes dolorosos en casi todos los sectores, principalmente en el de la educación y la sanidad pública. Ésta última vive sus peores momentos con una pérdida muy significativa de puestos de trabajo cada año. Sólo en enfermería se han destruido unos 18.000 empleos, contexto que agrava la incorporación de los nuevos profesionales al mundo laboral.
Y no es que sobren enfermeros. La realidad es que España se encuentra muy por debajo de la media europea, con 528 de estos profesionales sanitarios por cada 100.000 habitantes, cuando en el resto de los países del continente tienen 759.
La formación de los enfermeros españoles está calificada como la mejor de Europa. Pero de nada les sirve, aquí no los quieren. Razón por la que muchos deciden marcharse fuera, a países que demandan sus servicios, como el caso de Holanda, Finlandia, Gran Bretaña o Alemania. No es un camino de rosas para los jóvenes que han dedicado más de tres o cuatro años a estudiar una carrera con tanta reputación y vocación.
Tampoco muchos tienen suerte cuando prueban fuera, más concretamente en Alemania. Los jóvenes salen en busca de un futuro mejor al país germano pero, en ocasiones, no lo encuentran. Las malas condiciones laborales y la discriminación que se les hace allí son sólo algunas de las cosas que denuncian desde la Organización Colegial de Enfermería (OCE), que informan de la petición de una reunión de urgencia con el embajador alemán y la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, por parte del presidente de enfermería española, Máximo González Jurado.
Su presidente, Rafael Lletget, nos cuenta que van a tomar acciones legales y denunciarán en la Unión Europea la “situación crítica” que sufren los profesionales enfermeros en Alemania. “Los contratos que hacen son ilegales en la Unión Europea”, afirma de forma contundente.
Contrataciones por agencia
La dificultad del idioma y la necesidad de los jóvenes de irse fuera han despertado la oportunidad de hacer negocio de muchas empresas que actúan como intermediarias para contratar enfermeros. Son agencias que se dedican a ello y mediante las que encuentran facilidades para irse allí.
Les ofrecen alojamiento, en algunos casos, pagado por los propios jóvenes, un salario bajo, de unos 400 euros, con el que se supone que deben cubrir sus gastos de vivienda, comida y vida. Además les pagan un curso de seis meses para sacarse el B2 de alemán que, si suspenden, tienen que pagar más de 6.000 euros, alegando que es lo que les ha costado su mantenimiento. No contentos con eso, si lo abandonan pasados los primeros dos meses, pagarían la cantidad íntegra de lo que cuesta el curso.
El presidente de la OCE, Rafael Lletget, no quiere generalizar pero apunta que hasta donde ellos saben, “siempre hay problemas si se hace con agencias, aunque no hay que generalizar, y no suele si es a través de contratación directa en los hospitales alemanes”.
Tareas que poco tienen que ver con la enfermería
Los enfermeros que pasan el periodo de estudio, aprueban el examen pasan a trabajar en residencias de ancianos o en casas particulares cuidando enfermos de cualquier edad. Eso sí, no sólo tienen que hacer de enfermeros. Nerea Bartolomé es una bilbaína de 23 años que se volvió a los seis meses de estar en un geriátrico alemán trabajando porque “no aguantaba más”.
“Los lavaba yo sola, los movía yo sola y no me podía ayudar nadie. Después de salir de trabajar tenía que ir al curso de alemán que me pillaba a una hora en coche, no podía ni comer”, cuenta Nerea.
“Tenía una compañera allí, también española, con la que casi me prohibían hablar porque nos decían que molestábamos y otro día estaba mala y me soltaron que no podía ir al médico, que allí estaba para trabajar y trabajar”, lamenta.
Un testimonio totalmente desgarrador que muestra la realidad que viven muchos enfermeros y enfermeras en Alemania. Y es que Nerea no es la única. Beatriz Vidal, una enfermera de 24 años, dice que “si un enfermo te pide que le limpies las ventanas de su casa y te quejas a la empresa que te ha contratado, ésta dice que viene en el contrato. O lo haces, o adiós”.
También es el caso de E.D., una enfermera española que se encuentra allí trabajando en estos momentos.Trabaja 12 horas al día durante 7 días y va de casa del paciente a la pensión que le proporciona la empresa, y viceversa. Ella denuncia que su salario debería ser como el de cualquier otro enfermero alemán. “Estoy decepcionada con mi trabajo, mi profesión aquí está poco valorada” aunque también añade que depende de la familia o del paciente, “algunos me trataron mal, ahora estoy agusto”.
Lletget señala que realizan trabajos que “no corresponden con sus competencias” además de denunciar los “contratos abusivos” de muchas empresas. “Se han beneficiado de la imposibilidad que tienen los profesionales de la enfermería de encontrar trabajo en España y Alemania no lo ha regulado”.
¿Discriminación a los españoles?
La enfermería en Alemania no está muy bien valorada, y menos si eres español. Desde la OCE, su presidente denuncia que los nuestros cobran un 40% menos de salario que los enfermeros germanos, a pesar de estar muchísimo mejor formados y preparados. La sanidad en el país de Merkel quiere, y necesita, enfermeros españoles. Son los mejores de la UE y aun así no les tratan como se merecen.
Beatriz Vidal regresó a su casa en Ciudad Real a los dos meses de aterrizar en el país alemán. “No podía más, la gente de Berlín era insoportable, insufrible. Creo que era porque soy española”, lamenta. “El metro en Berlín es complicado, yo preguntaba y nadie me quería ayudar, sólo si hablaba en alemán. Por ejemplo, en un restaurante me dijeron que españoles no”.
Nerea también tiene la misma percepción, de hecho se volvió a los seis meses de estar en Hamburgo porque no aguantaba el ritmo de vida y el tratamiento que recibía. Además, denuncia muy indignada que “los enfermeros alemanes estudian un grado medio de enfermería, hacen un curso y ya pueden ejercer”. Nada que ver si lo comparamos con nuestro país.
Lletget, presidente de la Organización Colegial de Enfermería, asegura que de todos los enfermeros españoles que quieren irse al extranjero a trabajar, “sólo un 3% elige Alemania”. Cada vez son menos.
La infravaloración de la enfermería en Alemania (y en España) lleva a que cada vez sean menos los recién titulados que optan por el país germano como destino profesional. Una lamentable situación para los enfermeros españoles con un país que no quiere tener sitio para ellos, y otro que no les acepta.
Elsa Jiménez
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