¿La manera en que pensamos sobre el lenguaje lo sitúa en la cúspide de una revolución? Después de leer “El mito del Lenguaje”, ciertamente parece que un gran cambio ya está en marcha, capaz de abrir la mente de la gente liberando nuevas formas de pensar sobre el lenguaje.
Vyvyan Evans «The Language Myth: Why language is not an instinct» (El mito del lenguaje: Por qué el lenguaje no es un instinto) Publicado por: Cambridge University Press |
Salí emocionado. Me pareció que las palabras ya no son tantas cosas, que pueden estar limitadas por la definición del diccionario, pero son enciclopédicas, y que apuntan a conjuntos de conceptos. Existe la noción intrigante de que el lenguaje siempre será menos rico que nuestras ideas y siempre habrá cosas que no podremos expresar. Y existe una creciente evidencia de que las palabras tienen sus raíces en conceptos construidos por la experiencia corporal de nuestra vida en el mundo.
El autor, Vyvyan Evans, es profesor de lingüística en la Universidad de Bangor, Reino Unido, y su propósito principal no es tanto un mapa de esta revolución (que llega como secuela), sino de prepararse para ella porque barrerá las viejas ideas. El libro está seguro de agitar una tormenta, ya que en su punto de mira están las ideas clave de algunos de los grandes pensadores del mundo, incluyendo a los filósofos Noam Chomsky y Jerry Fodor .
Las ideas sobre el lenguaje que han entrado en la conciencia pública tienen más de mito que de realidad, argumenta Evans. Los bestsellers de Steven Pinker, el profesor de la Universidad de Harvard, que popularizó a Chomksy con su libro “The Language Instinct, How the Mind Works and The Stuff of Thought”, son en particular, objetivo de su crítica. «La ciencia ha avanzado», escribe Evans. «Y arrasa con todo, y Pinker está muy equivocado, tanto sobre el lenguaje como sobre otras cosas …»
El punto de vista común de la «lengua como instinto» es el mito que Evans quiere destruir e intenta hacerlo con gran brío. El mito proviene de la manera en como los niños aprenden los idiomas sin esfuerzo, con sólo escuchar a los adultos a su alrededor y sin tener en cuenta de manera explícita las reglas gramaticales que los rigen.
Este «milagro» de aprendizaje espontáneo llevó a Chomsky argumentar que la gramática se almacena en algún módulo de la mente, un «dispositivo de adquisición del lenguaje», en espera de ser activado, etapa por etapa, cuando un niño se enfrenta con el revoltijo de la lengua. Y las reglas detrás de ese lenguaje están construidas en nuestros genes.
Esta gramática innata no es la gramática de un libro de texto, sino una gramática universal, capaz de generar las reglas de cualquiera de los 7.000 idiomas, más o menos, a los que un niño puede estar expuesto, por muy diferentes que parezcan. En “The Language Instinct”, Pinker coloca de esta forma, «una gramática universal, que no puede reducirse a la historia o a la cognición, donde subyace el instinto del lenguaje humano». La búsqueda de esta gramática universal ha mantenido ocupados a los lingüistas durante medio siglo.
Es posible que hayan estado persiguiendo un espejismo. Evans reúne una impresionante evidencia empírica para desmontar las diferentes facetas del «mito de la lengua instinto». Una crítica fundamental es que cuantas más lenguas se estudian, tanto más evidente se hace su diversidad y menos probable una gramática universal subyacente.
En una vista rápida, Evans cuenta historias de lenguas con un orden de palabras completamente aleatorio, incluyendo el Jiwarli y el Thalanyji de Australia. Luego está la lengua Inuktitut de los Inuit, que construye oraciones con prefijos y sufijos para crear palabras gigantes como tawakiqutiqarpiit, que más o menos significa, «¿vendes tabaco?» Y existe una lengua nativa de Canadá, laStraits Salish, que parece no tener sustantivos ni verbos.
La idea de un lenguaje natural también resulta inestable, señala Evans, los estudiosos han visto ahora emerger lenguas entre las comunidades de personas sordas. El lenguaje de signos es tan rico gramaticalmente como el hablado, pero los nuevos no aparecen completamente formados tal como podríamos esperar si la gramática se presentara en nuestros genes. En su lugar, van ganando riqueza gramatical a lo largo de varias generaciones.
Ahora, además, tenemos estudios detallados sobre cómo los niños adquieren el lenguaje. Las frases gramaticales no aparecen en sus bocas en ciertas etapas del desarrollo, más bien van emergeiendo pequeños fragmentos conforme los niños van aprendiendo. Al principio, utilizan trozos de expresiones concretas que escuchan a menudo, sólo gradualmente van aprendiendo los patrones y una gramática plenamente capacitada. Así pues, las gramáticas emergen del uso, y la visión de una «lengua-como-instinto», afirma Evans, debería sustituirse por la de «lengua-como-uso».
La visión «innata» también se encuentra con un problema filosófico profundo. Si las reglas del lenguaje se construyen en nuestros genes, ¿cómo es que las oraciones significan algo? ¿Cómo se conectan a nuestros pensamientos, conceptos y con el mundo exterior?
Una solución al lenguaje como instinto es que haya un lenguaje interno del pensamiento llamado «mentalés«. En “The Language Instinct”, Pinker explica: «Conocer una lengua, entonces, es saber cómo traducir mentalés en cadenas de palabras». Pero los filósofos se quedan discutiendo esa misma cuestión: ¿cómo los mentalés llegan a tener significado?
Aquí es donde Evans pasa de demoler el viejo orden mundial a visualizar el nuevo. Él enraíza la lengua en las cosas que hacemos conforme vivimos, criaturas en movimiento. Tomemos la tarea de martillar un clavo. Como es de esperar, una parte de nuestra corteza motora entrará en acción a medida que trabajamos. La sorpresa viene cuando se utiliza o escucha una expresión como «martilleó un clavo», entonces, se ilumina la misma parte del cerebro que cuando vemos o estamos martilleando. Nuestros pensamientos no toman el lugar de un mentalés abstracto, sino que “toman cuerpo», surgiendo directamente en y desde la experiencia.
Este es el punto de partida. Evans traza cómo podemos conseguir pasar de estos conceptos básicos a otros mucho más abstractos, como el amor. Y va mostrando cuán diferente sería una gramática de «lengua-como-uso». Esperamos que «palabras» y «gramática», es decir, las reglas para combinar palabras, sean totalmente independientes, pero hay una sorpresa desde este nuevo punto de vista: no hay diferencia sistemática entre las palabras y las reglas.
Esperamos que tu primera reacción sea decir «¡Qué!» y la segunda sea obtener el libro, ya que, una y otra vez, te ofrecerá la emoción particular de cuestionarlo. Puede ser que esta nueva visión conduzca a una revolución en la lingüística, o que el imperio contraataque con una fuerza abrumadora que todavía desconocemos. Pero estamos seguros de que Evans tiene un nuevo episodio, provisionalmente titulado “The Meaning Making Engine”, aún en producción.
– Artículo original en NewScientist «Why language is neither an instinct nor innate»
– Imagen: Vyvyan Evans, sitio web http://www.vyvevans.net/ .
– Imagen 2. The Tower of Babel (Bruegel)
– Imagen 3. combinación de lenguas antiguas. Autor desconocido. – See more at: http://bitnavegante.blogspot.com.es/2014/10/el-lenguaje-no-es-innato-ni-es-instint.html#sthash.zK2XiJBq.dpuf
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