El infierno del Islam es un lugar repleto de fuego, humo, y aguas sucias que hierven. Allí yacen demonios, humanos, dioses falsos y genios. Todos los humanos condenados son gigantes, pues así aumenta su dolor. De él solo saldrán algún día los pecadores monoteístas; aunque, en opinión de unos cuantos, Alá se apiadará de todos al final de los tiempos.
Visión ortodoxa del infierno, basada en el Corán y la Sunnah
Yahannam es el nombre que se le da al infierno en el Islam. Según el Dr. Omar Sulaîmân Al-Ashqar, quien es profesor en la Facultad de Sharia de la Universidad de Jordania: ‹‹El Infierno es la morada que Alá ha preparado para aquellos que no creen en Él, aquellos que se rebelan contra Sus leyes y descreen de Sus Mensajeros. Es el castigo para Sus enemigos, una prisión para los pecadores.››. Veamos ahora algunos aspectos importantes del infierno musulmán:
Ubicación: La ubicación del Yahannam, ésta sigue siendo materia de especulación en el Islam, y constituye un debate que casi seguramente nunca se cerrará: unos han dicho que está en la parte más baja de la Tierra o adentro de ésta, otros que está en los cielos, algunos piensan que se encuentra en otro universo, y hay quienes se abstienen de opinar considerándolo infructífero; pero, en el vasto mar de propuestas que se han hecho, brilla la que Sheîj Ûaliullah Al Dahlaûî escribió en su Aqîdah: ‹‹No existe ningún texto claro que declare la ubicación del Paraíso y el Infierno. Ambos se encuentran dondequiera que Alá quiera que estén, y nosotros no podemos comprender todos los universos creados por Alá››.
Tamaño: Las fuentes muestran que, de tener un tamaño determinado o un tamaño que varía dentro de cierto rango, el Yahannam es inmensamente profundo y extenso. En los hadices (dichos y hechos de Mahoma, relatados por sus compañeros y compilados por sabios; entre los musulmanes chiitas, también se aplica a los dichos y hechos de ciertos imanes) se dice que, una piedra lanzada al infierno, habrá caído por setenta años antes de tocar el fondo, que en el Día del Juicio el infierno será arrastrado por 70000 ángeles tirando de 70000 cadenas, y que en él, durante el Día de la Resurrección, serán arrojados el sol y la luna, cosa esta última que, de ser verdad, automáticamente invalidaría las hipótesis del infierno como ubicado en la Tierra, a menos de que éste pueda variar su tamaño, ya que el sol, que habrá de caber en él, tiene 109 veces el diámetro de nuestro planeta.
Guardianes del infierno: El Yahannam está custodiado por 19 zabaniya (“guardianes”), quienes son poderosos ángeles guardianes, cada uno con la capacidad para derrotar a toda la Humanidad en su conjunto, cosa que es necesario aclarar pues, según se sabe, entre los primeros herejes hubo algunos que creyeron posible matar a tan reducido número de cuidadores… Algunas de las cosas que el Corán dice sobre estos ángeles son: ‹‹¡Oh, Creyentes! Guardaos a vosotros mismos y a vuestras familias del Fuego, cuyo combustible serán los hombres y las piedras, y en el que habrá Ángeles violentos y severos que no desobedecen a Alá en lo que les ordena, sino que ejecutan cabalmente sus órdenes›› (66:6); ‹‹Decretamos que los guardianes del Infierno fueran Ángeles, y dispusimos ese número para extraviar y castigar aún más a los incrédulos›› (74:31); ‹‹Quienes están en el tormento dirán a los Ángeles Guardianes del Infierno: “Rogad a vuestro Señor para que nos alivie el castigo un día”›› (40:49). Por último, Malik es el líder de los Ángeles Guardianes del Infierno.
Niveles, las puertas del infierno:
Al igual que el Paraíso, el Infierno tiene distintos niveles en el Islam; dice así el Corán: ‹‹Cada uno será retribuido conforme a lo que hizo›› (6:132). Ahora bien, mientras que el nivel más sublime del Paraíso es el más elevado, el nivel más atormentador del Infierno es el más bajo, siendo estos siete, cada uno con su respectiva puerta. Según una creencia muy difundida entre las primeras generaciones de musulmanes, los pecadores monoteístas irían al primer nivel, los judíos al segundo nivel, los cristianos al tercero, los sabeos al cuarto, los zoroastrianos al quinto, los árabes politeístas al sexto, y los hipócritas al peor, el séptimo nivel. Como puede intuirse, esta visión surgida entre los primeros mahometanos (Mahoma vivió entre el s. VI y el s.VII), inspiró en gran parte la famosa estructura en nueve círculos que imaginó el italiano Dante (s. XIII al XIV) siglos después, en su inmortal obra La Divina Comedia. Pero no hay que creer demasiado en el rigor de esa división del Yahannam; ya que, como bien se sabe, no existen suficientes fundamentos teológicos (en el Corán y los hadices) para mandar a tal o cual tipo de los pecadores referidos a un nivel determinado, además de que los nombres de los niveles o puertas son otra cosa sin bases suficientes, y en realidad son más bien nombres alternativos del Yahannam en su totalidad, siendo arbitrario su uso para divisiones puntuales del mismo. Lo único teológicamente indudable es que los condenados recibirán un tormento en proporción directa a su incredulidad y demás pecados, siendo los más graves siete, en correspondencia con el número de puertas; citamos ahora un hadiz del erudito Al-Bujari, a fin de ilustrar el origen de la escala de gravedad en las palabras del Profeta: ‹‹Eviten los siete pecados destructivos”. Preguntaron: Oh, Mensajero de Allah, ¿cuáles son? Él respondió: “Asociar copartícipes a Allah (shirk); la brujería; matar a alguien, que Dios prohibió matar, sin legítimo derecho; cometer usura; apropiarse de la riqueza de los huérfanos; escapar al enfrentarse al enemigo en la batalla; y calumniar a las mujeres castas y creyentes que jamás cometieron actos indecentes”››. Como puede verse, los pecados discernibles en la cita son: 1) shirk, entendido como un desplazar a Dios de su lugar, y por tanto como algo que puede abarcar no solo la idolatría y el politeísmo, sino también el ateísmo, el agnosticismo y, naturalmente, el satanismo, 2) brujería, 3) asesinato fuera del derecho (moral-religioso), 4) robar o hurtar, 5) apropiarse de los bienes del huérfano, 6) escapar en un combate lícito a los ojos de Alá, 7) lanzar calumnias de indecencia sobre mujeres castas y creyentes. Ahora bien, dice el Corán: ‹‹El Infierno es el lugar donde se reunirán todos ellos (Iblis y sus seguidores, como se les había advertido). El Infierno posee siete puertas y cada una está destinada para un grupo de pecadores determinados›› (15:43-44). Lógicamente, la cita expuesta permite suponer que, si son siete los mayores pecados, una persona, habiendo cometido uno o más de los siete pecados mayores, irá a la puerta correspondiente al pecado cometido o al más grave de los pecados cometidos (si cometió más de uno de los grandes pecados). Pero esto no simplifica demasiado la cuestión, porque alguien podría ir al Infierno sin cometer alguno de los siete pecados, ya que en realidad lo que determina la condena es el hecho de que las malas obras pesen más o igual (tienen que pesar menos) que las buenas; esto, claro está, suponiendo ausencia de arrepentimiento, ya que Alá puede perdonar todo cuando hay arrepentimiento, y lo que quiera incluso si no hay arrepentimiento, excepto el shirk (blasfemia, idolatría, politeísmo, etcétera), que únicamente lo perdonará si la persona se ha arrepentido en vida y ha enmendado sus caminos , como sería el caso del ateo que se vuelve creyente, o del cristiano que, tras haber deliberadamente rechazado el Islam, abandona después la fe en Cristo como el hijo de Dios… Para que se vea como lo determinante es la esencia (ésta nos hace propensos a tales o cuales actos) que tenemos al morir, véase este versículo del Corán en que supuestamente habla el mismísimo Alá: ‹‹Ay del castigo que le aguarda a quienes se burlan del prójimo con sus palabras y actitudes y acumulan riquezas y las cuentan una y otra vez, creyendo que su riqueza les inmortalizará. Por el contrario, serán arrojados en el Fuego devastador. ¿Y qué te hará comprender lo que es el Fuego devastador? Es el fuego encendido por orden de Alá que penetra hasta los corazones. Y ciertamente el Infierno será cerrado con columnas elevadas para que no puedan huir.›› (104: 1-9).
Haciendo un paréntesis en el aspecto condenatorio vinculado a las puertas, una excepción la marca el Ramadán, mes en el cual supuestamente habría sido revelado el Corán a Mahoma. En dicho mes, el noveno de su calendario, los musulmanes deben ayunar desde la salida del sol hasta el anochecer, absteniéndose de cualquier bebida o comida, e incluso de relaciones carnales con sus esposas. Sobre aquel periodo, dijo el imán Ahmed refiriéndose a un hadiz transmitido por Abu Huraira: ‹‹Se le concedió a mi comunidad cinco virtudes en Ramadán que no se le concedió a las comunidades anteriores, el olor de la boca del ayunante es mejor ante Alá que el olor del almizcle, los ángeles piden perdón por los ayunantes hasta que desayunen, Alá embellece Su Paraíso cada día y dice: “Se acerca [el tiempo] en que mis siervos piadosos dejen de alejarse de las provisiones y los malestares, para dirigirse hacia Ti.” Y los demonios son encadenados y no hacen lo que pueden en otros meses, y se les otorga el perdón [a los ayunantes] en lo último de la noche. Se dijo: “¡Oh Mensajero de Alá! ¿Es en la Noche del Decreto?” Dijo; “No, pero a quien obra se le otorga su recompensa si lleva a cabo sus acciones.”››. Ratificando las palabras de Ahmed, en un hadiz de Tirmidhi el Profeta (Mahoma) dice: ‹‹Cuando la primera noche de Ramadán tiene lugar, los demonios y los genios malignos son encadenados. Las puertas del Infierno se cierran y ninguna de ellas se abre. Y se abren las puertas del Paraíso y ninguna de ellas se cierra››
Volviendo al asunto de los pecados y sus condenas, Sheîj Ibn Taîmîah, considerado uno de los Sabios del Islam, dio una opinión bastante sobrecogedora sobre el inmenso caudal de pecados que son propios de los habitantes del infierno, estando dentro de esos los que Mahoma mismo catalogó como “los siete pecados destructivos”; veamos: ‹‹Las obras de las personas del Infierno son: Asociar algo en el culto a Alá, descreer de Sus Mensajeros, la incredulidad, la ingratitud, el escepticismo, la envidia, la alevosía, la opresión, la promiscuidad, la traición, cortar los lazos de parentesco, la cobardía en el momento de comenzar la batalla, la avaricia, la hipocresía, la desesperanza en la misericordia de Alá, el sentirse a salvo del plan de Alá, la desesperación ciega ante una dificultad, el orgullo y la extravagancia en momentos de abundancia, abandonar los deberes y obligaciones hacia Alá, transgredir Sus límites, violar Sus prohibiciones, temer a un ser creado en lugar de temer al Creador, presumir, contradecir el Corán y la Sunnah, ya sea en la creencia o en los hechos, obedecer a un ser creado en algún acto de desobediencia al Creador, apoyar ciegamente la falsedad, la burla de las Señales de Alá, rechazar la verdad, ocultar el conocimiento o el testimonio que debe revelarse, la brujería y la magia, desobedecer a los padres, matar a cualquier alma prohibida por Alá salvo aplicando la justicia, consumir la riqueza del huérfano, la usura, la deserción del campo de batalla y calumniar la reputación de una mujer inocente, casta››. La cita anterior no se relaciona directamente con los niveles y puertas, pero es indirectamente útil para comprender los rasgos de la población infernal como un todo. Lo que sí cabe precisar, es que realmente el Corán afirma que los hipócritas (se refiere principalmente a quienes aparentan creer en el Islam, o fingen seguir sus enseñanzas cuando no es así) estarán en lo más profundo del Infierno, y que la arrogancia, tantas veces referida como una de las características que causan la condenación de las almas, no debe entenderse como una mera actitud presuntuosa, sino como algo más profundo y destructivo, al menos según lo refleja sabiamente un hadiz. En el caso primero, mírese el versículo 4:145, donde dice que ‹‹los hipócritas estarán en el lugar más profundo del Fuego››; en el caso segundo, el del hadiz, Abdullah ibn Masud (quien siguió personalmente a Mahoma) escribió: ‹‹El Mensajero de Alá dijo: “Nadie que tenga el peso de un átomo de arrogancia en su corazón entrará en el Paraíso”. Un hombre dijo: “¿Pero si a un hombre le gusta vestir ropa y zapatos elegantes?” Dijo el Mensajero: “Alá es bello y ama la belleza. La arrogancia es rechazar la verdad y mirar a las personas con desprecio”››
Algunas precisiones sobre los condenados al Infierno: Proporcionar varios versículos, para cada una de las precisiones que se harán, excedería los propósitos de este artículo, que solo pretende dar una visión general del infierno musulmán. Así, solo se pondrá una cita en casi todos los casos correspondientes. Veamos ahora las precisiones:
- Los habitantes del infierno son gigantes: Según Zaid Ibn Al Arqam: ‹‹Un hombre destinado al Infierno será tan grande que uno de sus molares alcanzará el tamaño de la Montaña de Uhud.››
- La mayoría de los habitantes del infierno son mujeres: Según Ibn Abbás, en su obra Bujari y Muslim, Mahoma habría dicho: ‹‹“¡Oh mujeres! Dad caridad, porque he visto que vosotras conformáis la mayoría de los habitantes del Infierno” Entonces las mujeres que se encontraban allí preguntaron, “¿Por qué es esto? Oh Mensajero de Alá” Y él les dijo: “Porque maldecís demasiado, y sois ingratas cuando recibís buen trato”››
- En el infierno hay genios, demonios, seres humanos, falsos dioses, y presumiblemente, toda criatura dotada de libertad moral y alma inmortal: Sobre los demonios, en el Corán, versículo 19:68-70, dice:‹‹¡Por tu Señor! Les congregaremos junto con los demonios, y hemos de hacerles comparecer de rodillas alrededor del Infierno. Luego sacaremos de cada secta a aquellos que hayan sido más rebeldes contra los preceptos de Allah. Sabemos mejor que nadie quiénes son los merecedores de ser arrojados en él.››. Entretanto, sobre los genios dice el Corán en el versículo 7:38: ‹‹Les dirá Alá: Entrad al Infierno junto a los incrédulos que os precedieron, de entre los hombres y los genios.››
El combustible del infierno: Dice Alá en el Corán, dentro de los versículos 66:6 y 2:24, respectivamente: ‹‹¡Oh, creyentes! Guardaos a vosotros mismos y a vuestras familias del Fuego, cuyo combustible serán los hombres y las piedras›› y‹‹Guardaos del fuego que ha sido preparado para los infieles y cuyo combustible serán hombres y piedras››. En los versículos se quiere dar a entender que los hombres infieles serán el combustible del Fuego junto con las piedras, pero allí “infieles” se refiere a quienes cometen el primer pecado, el shirk, sobre todo en sus formas de incredulidad o politeísmo. En cuanto a las piedras, algunos de entre las primeras generaciones de creyentes, se tomaron demasiado literalmente el pasaje, y propusieron que la piedra era de azufre, tal y como dice Abdullah Ibn Mas ud: ‹‹Es una piedra de azufre que Alá creó en el primer cielo el día que creó los cielos y la tierra, y la preparó para los incrédulos››. En esa misma línea de interpretación literal, teólogos actuales han sugerido que la opinión es discutible, sobre todo partiendo de que no se basa en un hadiz o en segmento alguno del Corán donde la boca infalible (para los musulmanes) del Profeta diga eso. Así, dicen que tendría más sentido proponer otras rocas más inflamables, y que los primeros creyentes afirmaron que era el azufre porque no conocían nada más adecuado. Explica al respecto Ibn Rayab: ‹‹La mayoría de los Sabios en la interpretación del Corán sugieren que las piedras de azufre son el combustible del Fuego del Infierno. Fue dicho que el azufre incluye cinco tipos de tormento que no se encuentran en otras piedras: prende rápidamente, tiene olor desagradable, produce mucho humo, se adhiere rápidamente, y alcanza gran temperatura cuando está encendido.››. Lógicamente, interpretes actuales dicen que, independientemente de cuáles sean las rocas más inflamables, Alá, en su omnipotencia e infinita inteligencia, podría idear incontables modelos de rocas muy superiores a las que existen en la Tierra, todo a fin de proporcionar el suplicio más magnífico a los infieles.
La otra gran fuente de combustible en el Infierno del Islam, son los falsos dioses de las demás religiones. Esto es muy interesante porque implica la afirmación de la existencia de los falsos dioses, al menos como entidades espirituales, aunque no como dioses (por algo son falsos dioses). Podríamos entonces imaginar a Apolo, a Afrodita, a Ishtar, a Osiris, a Thor y Odín, a Quetzalcoatl (seguramente este “dios” alado ha de estar amarrado para que no vuele por encima de las llamas, o bien podría ser que las llamas estén por doquier), todos ellos devorados por las llamas de la justicia divina… Claramente, todo eso si se interpretan literalmente los versículos del Corán. Ahora bien, tratando de racionalizar algo el asunto, autoridades religiosas del Islam han dicho que esos falsos dioses eran en realidad demonios, lo cual deja abierta la posibilidad de pensar que esos demonios asumieron las formas de los dioses de otras religiones para así ser adorados. En cuanto al pasaje del Corán en que se basa todo esto, es el 21:98-99; citamos: ‹‹Vosotros y cuanto adoráis en vez de Allah seréis combustible para el fuego del Infierno donde ingresaréis. Si estos ídolos fueran divinidades como pretendéis, no ingresarían en él, pero todos, junto a lo que adoráis, moraréis eternamente en él.›› Ahora, y volviendo a la interpretación de los falsos dioses como demonios que se hacían pasar por deidades, ciertamente no es ésta una visión que domine, y como ya se dijo, hay una interpretación literal, que lleva a un extremo cómico el “junto a lo que adoráis, moraréis eternamente en él”; ¿de qué manera?, pues interpretando que es aquello la causa de que el sol y la luna (adorados en muchas civilizaciones paganas) sean arrojados al Infierno en el Día de la Resurrección, para así castigar a quienes les adoraban, cosa que presumiblemente no se hace antes porque entonces los inocentes creyentes se quedarían sin un sol que les alumbre y una luna que estabilice las mareas…
El agua, el viento y la sombra: El Corán da a entender que el agua y cualquier líquido del infierno está hirviendo y no puede beberse, que el viento es siempre abrasador, quemante, y que las sombras son casi todas causadas por el denso y oscuro humo del infierno, un humo que arroja enormes chispas candentes para incrementar el tormento de los condenados. Por otra parte, Mahoma refiere que el fuego del infierno no cesa jamás, que penetra en todo, que es avivado cuando disminuye momentáneamente en su intensidad, que es en promedio unas setenta veces más fuerte que el fuego que conocemos, y que se manifiesta en nuestro planeta de forma indirecta, siempre que hace mucho sol y calor, teniendo como punto álgido el mediodía. Al respecto de lo último, cabría citar este bello fragmento de un hadiz transmitido por Muslim: ‹‹El profeta dijo: “Haz el Salat de la mañana, entonces deja de orar hasta que el sol haya salido totalmente, porque sube entre los cuernos de Shaitan, y los incrédulos se postran al sol en ese momento. Entonces ora, porque la oración es presenciada por los ángeles hasta que la sombra de longitud de una lanza desaparezca, entonces no ores porque en ese momento se enciende el Infierno. Pero cuando la sombra avance, puedes orar”.››.
El infierno viviente: En la perspectiva más racional de los teólogos católicos, los versículos del Corán que dan lugar a la creencia del infierno viviente, casi seguramente habrían sido tomados como meras formas de expresar la revelación divina a través de figuras literarias como la prosopopeya o la metáfora, pero en el marco de las interpretaciones islámicas impera el fanatismo y la interpretación literal, al punto de que el creyente vulgar tiende a ver como “pecado” las interpretaciones no literales que a veces se dan entre los sectores teológicamente más racionales de la intelectualidad musulmana. Por lo anterior, el Infierno musulmán puede hablar, quejarse, bramar, al menos si interpretamos literalmente un versículo y las palabras de Ibn Abbas, primo de Mahoma. El versículo, que es el 25:12, dice así: ‹‹Y el Día del Juicio, cuando el Infierno les vea de lejos, oirán como éste brama de furia y crepita››. Entretanto, Ibn Abbas dijo: ‹‹Un hombre será arrastrado hacia el Infierno y se encogerá en sí mismo. Alá le dirá: “¿Qué te sucede?”. Dirá entonces el Infierno: “Está buscando refugio en Ti de mí”. Dirá Alá: “¡Suelta a mi siervo!”. Otro hombre será arrastrado hacia el Infierno, y dirá: “¡Oh, mi Señor! No esperaba esto de Ti”. Alá dirá: “¿Qué esperabas de mí?”. Dirá el segundo hombre: “Que tu misericordia me abarcara también a mí”. Entonces Alá dirá al Infierno: “¡Suelta a mi siervo!”. Otro hombre será arrastrado hacia el Infierno y éste emitirá una ráfaga de aire, como una mula que resopla a un camello, y nadie quedará sin aterrarse››. Pero lo más impresionante de todo, que sin duda sería visto por los occidentales como un pasaje religioso de gran valor literario por la personificación que en éste se hace del Infierno, es un fragmento de un hadiz dado a conocer por Tirmidhi y el Imán Ahmad: ‹‹El Día de Resurrección, un cuello se estirará saliendo del Infierno; tendrá dos ojos para ver, dos orejas para oír, y una lengua para hablar. Dirá: “Me encargaron tomar cuidado de tres tipos de personas: tiranos arrogantes, toda persona que haya adorado a otra deidad que no sea Alá, y aquellos que hicieron imágenes”››
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La polémica sobre la eternidad del infierno y los incrédulos
La Ummah es una entidad supranacional constituida por la comunidad de todos aquellos que, independientemente de su lineamiento particular (chiitas, sunitas, wahabíes, etcétera), profesan el Islam: es, en resumidas cuentas, la comunidad de creyentes.
Lamentablemente, en la actualidad las interpretaciones de los sunitas (que son alrededor del 85-90% de musulmanes) se han impuesto; y, dentro de estas, ha existido un destacable y nocivo intento de dominio por parte de los wahabíes, que son una rama rigorista, legalista, puritana y moralista del Islam, surgida en el contexto de la creación del moderno (surgió en el s. XX) Estado de Arabia Saudita, que cuenta con el dinero del petróleo y, ya que el wahabismo le sirve para imponer en su interior un sistema jurídico atrozmente severo (donde hay decapitaciones por diversos crímenes, y todo eso basado en interpretaciones de la Sharia o ley islámica) y a nivel exterior para justificar la Yihad o Guerra Santa, ha empleado y sigue empleando un gran capital en la creación de escuelas wahabíes en diversos países islámicos, y en la impresión y distribución masiva de una versión del Corán que, tal y como se ve en un documental de National Geographic, ha sido alterada y orientada hacia la justificación de la Yihad y de un moralismo puritano que impone castigos atroces y sanguinarios para pequeñas faltas como el alcoholismo o el adulterio. ¿Qué tiene que ver todo esto con el tema del infierno? Naturalmente, el wahabismo y en general el fanatismo islámico que gobierna el mundo contemporáneo, aboga por una interpretación literal de los castigos del infierno, por una condena eterna para todo aquel que siga otra religión, e incluso por considerar incrédulos a quienes, dentro del mismo Islam, sugieren interpretaciones algo divergentes de la establecida, incluso si estos son considerados como grandes sabios o estudiosos prominentes.
Ahora bien, aclarado eso, tenemos que el criterio dominante es de que los incrédulos y politeístas irán al infierno para siempre, sin embargo, existe algo de polémica en torno a si estarán o no para siempre en el Infierno los pecadores monoteístas. Esto lo ratifica una fuente tan seria como la Encyclopedia Mythica, cuando dice que: ‹‹El Corán no es claro sobre si los castigos exigidos a los musulmanes durarán para siempre (…). En contraste, generalmente se cree que un incrédulo será castigado eternamente››.
Lo anterior dejaría indignados, y no sin razón, a muchos cristianos, budistas, judíos y demás; pero, aún en la actualidad, existen sectores más racionales del Islam, tal y como el que está detrás de Al-islam.org, que es una de las más conocidas webs sobre el Islam, y en la cual se aclara que no todos los incrédulos serán castigados. Dice así (esto es una traducción) la web: ‹‹Desde el punto de vista del Islam, los que no han oído hablar del verdadero mensaje del Islam y no son culpables en relación a ello, alcanzarán la salvación si son sinceros con su propia religión. Esta religión debe basarse en la fitrah primordial››. Hagamos ahora las siguientes aclaraciones: 1) En Al-Islam.org se explica que las versiones del Islam que por lo general nos llegan a los occidentales, son versiones contaminadas, distorsionadas, de modo que es natural que nuestra conciencia tienda a rechazarlas, y en consecuencia puede considerarse que no hemos recibido el “verdadero mensaje del Islam”, 2) La fitrah es la naturaleza divina por medio de la cual Dios creó a la Humanidad, es la fuente natural de bondad y espiritualidad que está presente en todos nosotros independientemente de nuestro credo, y que lógicamente se expresa en nuestra conciencia, al menos en la medida en que está no se encuentra condicionada por las mentiras del entorno, por nuestras propias mentiras, por nuestras emociones destructivas y nuestros instintos, etcétera…
Por último, hay opiniones aún más abiertas, como aquella de que al final de los tiempos Alá perdonará a todos, tal y como lo expone el Dr. Faheem Younus en un artículo de The Huffington Post, del cual ponemos aquí lo más importante, ya traducido: ‹‹Una penitenciaría diseñada para estar libre algún día. El Profeta Mahoma dijo: “En verdad un día vendrá sobre el infierno en que no habrá ni un solo ser humano en él” (Kanzul Ummal vol. VII, página 245). Otra tradición va incluso más lejos: “Llegará un tiempo en que nadie se quedará en el infierno; los vientos soplarán y las ventanas y las puertas del infierno repiquetearán a causa del soplo de los vientos” (Tafsir-ul-MAALAM-ul-Tanzil, verso Hud:107). “Nadie” incluye no sólo musulmanes, sino cristianos, judíos, hindúes o miembros de otras religiones, e inclusive aquellos que hacen de la vida un infierno en la Tierra.››
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El infierno de Avicena, un caso aparte
Avicena (s. X – XI) fue una de las grandes mentes del mundo musulmán: médico, filósofo, conocedor de las Matemáticas, polímata, autor de aproximadamente trescientos libros de diversos temas, y gran conocedor del Corán, capaz de recitarlo por completo, según se contaba… Dicho esto, tenemos que él, conocido también como Ibn Siná, fue uno de los principales expositores de la teología hetorodoxa de corte racionalista, filosófico y especulativo. Actualmente la mayoría de autoridades religiosas del Islam lo consideran como un incrédulo, pero dejemos de lado las descalificaciones y veamos lo que proponía:
Avicena creía que las descripciones del Corán sobre el infierno y sus habitantes, eran parábolas, alegorías y metáforas construidas para el entendimiento del vulgo; pero eso no las volvía falsas, sino que más bien eran algo simbólico que escondía un profundo sentido y debían interpretarse de manera no literal. Partiendo de eso, Avicena rechazó la idea de la resurrección física (no resucita el cuerpo), y negó al Infierno y al Cielo como sitios objetivos y palpables, aunque sin embargo admitió que la interpretación convencional era también válida, y que lo suyo era solo una propuesta más. Así, para él, el Infierno era (igual que el Cielo) un estado espiritual-mental-experiencial, y los condenados a él se dividían de la siguiente forma:
1) Aquellas almas que, cuando estaban en su cuerpo material, tomaron conciencia de que la perfección espiritual debía constituir su objeto de amor, su fin, pero no alcanzaron ese fin y perecieron llenas del dolor de haber fracasado en su búsqueda, quedando así inmersas en un estado de gran miseria y tormento.
2) Las almas de quienes murieron sin haber albergado anhelos espirituales, almas de gente que fue viciosa, mundana, materialista, para la cual nada significó Dios y el alma, y en la que nunca hubo deseo de dar trascendencia a la existencia. Estas almas, al momento de morir, seguirán albergando sus apetitos y deseos mundanos, pero sufrirán gran angustia, ansiedad y frustración, ya que no tendrán un cuerpo físico para seguir satisfaciendo esos deseos…
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