Qué miedo se le tiene al tiempo libre de los niños. A menudo se piensa que esos espacios de libertad, de “inactividad” deben evitarse… Son vistos como posibilidades de conflicto o pérdida de tiempo… También se evitan porque los niños se ponen insistentes, reiterativos con pedidos casi obsesivos. En definitiva, nadie quiere tener un niño cerca, diciendo a cada segundo “me aburro…”.
Cada vez más, los pequeños, tienen menos tiempo libre. Han perdido el espacio de juego, el contacto con otros niños, el tiempo para estar con ellos. Todo se ha ocupado, con el objetivo de evadir la eminente crisis que puede ocasionar lo contrario.
En realidad, todos le tememos al aburrimiento, al silencio, a la nada, al tiempo sin actividad. Constantemente ocupamos dichos espacios con algo productivo, estimulante, divertido…
Hoy en día la Tv, juegos tecnológicos, celulares y sus derivados, copan el tiempo libre de grandes y chicos. También lo hacen las actividades recreativas o formativas, que se realizan de forma continua.
Pero, ¿sabes qué? Cuando ocupamos los espacios vacíos, no solo impedimos la insatisfacción de no saber qué hacer, sino también algo más importante. Nos evadimos, huimos de nosotros mismos; evitamos pensar, reflexionar, crear, idear, desafiarnos, esforzarnos, motivarnos.
Más que nunca, hoy, necesitamos del aburrimiento
Si el niño anda insatisfecho, desmotivado, apático; si deambula de aquí para allá, tocando todo sin compromiso con nada; si mira con ojos indiferentes, desentusiasmado, quejoso, descontento, ¡no lo evites! No califiques estos estados como negativos; no dejes que te abrumen. Este momento es un tesoro. Es una crisis, si, pero de la cual se puede salir, más bien, se debe salir con los propios medios.
No te preocupes, ni te interpongas proponiendo ideas. Tarde o temprano, este pequeño, saldrá de allí buscando algo que lo motive, y lo importante, lo hará autosuperándose. Creará algo por él mismo, con las herramientas disponibles del momento; lo hará creativamente. Si esto lo satisface, su motivación y autoestima crecerán exponencialmente.
Iniciativa, autosuperación, creatividad, automotivación y autoestima, afloran gracias a permitir el tiempo libre de los niños. Tal vez en un principio no sea sencillo, menos aun si no están acostumbrados a tales desafíos; pero es algo que vale el esfuerzo comenzar y sostener en el tiempo.
Si el niño sale por sus propios medios del aburrimiento, ganará en el camino muchas, pero muchas cualidades, necesarias para una sana infancia, y por supuesto, una adultez también.
En la actual sociedad, cargada de estímulos y estrés, necesitamos más que nunca de los tiempos libres de estructuras y control. Se necesita, justamente, lo opuesto, no tener nada que hacer.
Y si hablamos de sociedad y los adultos de esta época, coincidiremos en que un adulto creativo, lamentablemente, es la excepción. Admiramos a aquellas personas que han podido innovar, salirse de las reglas y crear las propias; pero si investigamos en su biografía, descubriremos que han jugado incansablemente; que han tenido tiempo para crear, probar, experimentar en soledad o en compañía. En otras palabras, han tenido tiempo de aburrimiento, que les permitió conocer y poner a prueba sus gustos, inclinaciones y deseos. Cuando ocurre lo contrario, cuando nos encontramos con personas que no pueden o no pudieron gestar sus propias ideas y proyectos, descubrimos que con frecuencia, de niños, han sido privados de dichas posibilidades.
No regales ni premies a tus hijos con cosas, y más de ellas… O bien, si eres maestro, no completes los espacios con tus propias conclusiones o con actividades puramente estructuradas. Permite el tiempo para pensar, crear, experimentar; no des respuestas, propón preguntas, dudas, y deja que salgan por sus propios medios de ellas.
El mejor regalo que les puedes hacer a los niños de hoy, es permitir su tiempo libre. Ayúdalos a sentir placer por estar con ellos mismos, por experimentar cosas nuevas, por poner en acción sus múltiples habilidades. Ayúdalos a mirar la vida con ojos valientes, renovados, desestructurados.
Se necesita más que nunca tiempo, no corras, no corramos; es aquí, en el momento presente. Ríete, tírate al piso a jugar; diviértete con el niño como si fueras uno más, ¡que nada reemplace este momento!
Es en lo minúsculo y pequeño, donde se encuentra lo más grande. Es ahí donde está gran parte del sentido de nuestra experiencia humana.
Autora: Nancy Erica Ortiz
Pedagoga Integral
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