Entes, Parásitos del Cuerpo Energético
CAPITULO 4
FRAGMENTOS
4.1 Cuerpo físico–cuerpo etérico y cuerpo astral–Ego
En el capítulo anterior describimos como los seres humanos se componen de cuatro partes:
- un cuerpo físico;
- un cuerpo etérico, o capa de fuerza vital
- un cuerpo astral, o capa de consciencia mental (pensamientos y emociones)
- un Ego, (o Ego Superior, Ser, Ser Superior, o Espíritu)
En la práctica, estas cuatro partes pueden agruparse en dos pares: por un lado, los cuerpos etérico y físico, y por el otro, el cuerpo astral y el Ego.
Siempre y cuando la persona esté con vida, los cuerpos físicos y etéricos permanecen unidos entre sí. El etérico es la vida del físico, el cual no podría sobrevivir sin el primero. En raras ocasiones, por ejemplo cuando se le adormece un brazo o una pierna, una parte de su etérico se desplaza temporalmente fuera de su físico. El doloroso hormigueo que viene después, cuando la persona empieza a mover la extremidad, indica que el etérico está regresando a la parte física que le corresponde. Desde luego que esta separación es parcial y transitoria. Las separaciones completas no son del todo imposibles pero ocurren en muy raras ocasiones.
Hay, sin embargo, una situación excepcional en la que ocurre un fuerte grado de separación entre el etérico y el físico. En algunas iniciaciones, parte del entrenamiento esotérico de antiguas escuelas de misterios, los candidatos eran sometidos a trances profundos (parecidos a la muerte) por un cierto período de tiempo (generalmente tres días), durante los cuales eran llevados a viajar por los mundos espirituales. Una vez que el viaje de tres días había terminado, los candidatos eran regresados de nuevo a su cuerpo. A estas personas se les llamaba iniciados debido a todo lo que habían visto.
Sin embargo, a no ser por circunstancias tan extraordinarias como ésta, el cuerpo físico y el etérico nunca se separan mientras la persona esté con vida. Es sólo después de la muerte física (debido a la partida final del cuerpo astral y el Ego) que el cuerpo entero empieza a disolverse en el mundo etérico, abandonando así el cuerpo físico, el cual empieza a descomponerse. Después de la muerte, el destino de estas dos envolturas se asemeja: cada una es disuelta y reabsorbida por su medio ambiente. El cuerpo físico regresa al mundo físico, mientras que el cuerpo etérico regresa al mundo etérico.
Así como los cuerpos etérico y astral nunca se separan bajo circunstancias normales, pasa lo mismo con el cuerpo astral y el Ego. Desde un punto de vista experimental, esto corresponde al hecho de que la mayoría de la gente no puede discernir entre el Ser Superior y sus propios pensamientos. El Ego (o Ser Superior) es la capa en la que se encuentra la consciencia de uno mismo. El cuerpo astral es la capa de la consciencia mental, es decir los pensamientos y las emociones reactivas – y el cuerpo astral está enmarañado alrededor del Ego, como una telaraña. Por lo tanto, cuando las personas cierran sus ojos e intentan estar en silencio, no pueden contactar al Ser, no pueden percibir nada más que pensamientos. Los movimientos continuos en sus cuerpos astrales se traducen en actividad mental permanente, lo que actúa como pantalla que bloquea al Ser.
Ego |
Complejo
Superior |
Astral |
Etérico |
Complejo
Inferior |
Físico |
En términos de los cuerpos sutiles, el desarrollo espiritual puede verse entonces como un proceso encaminado a separar el cuerpo astral del Ego por medio del cual uno puede estar consciente del Ser. En otras palabras, para encontrar al Ser, uno deberá desenredarlo del cuerpo astral. O, para tomar un ejemplo citado con frecuencia en la tradición india, mientras no se haya alcanzado la realizaciòn del Ser, este Ser y el cuerpo astral permanecerán tan mezclados como agua y leche dentro de un vaso.
Hablando de las situaciones normales de la vida, es posible ordenar a los cuatro vehículos en dos grupos: un ‘complejo inferior’, que abarca a los cuerpos físico y etérico, y un ‘complejo superior’, que abarca al cuerpo astral y al Ego.
4.2 Dormir, muerte y el cuerpo astral
Para entender algunos de los principales mecanismos relacionados con los entes, es esencial el tener una imagen clara de lo que le sucede al cuerpo astral durante el sueño y después de la muerte. El hecho más aparente acerca del sueño es que se le acompaña de una pérdida de la consciencia. La consciencia corresponde a los dos vehículos superiores: el cuerpo astral (consciencia mental) y el Ego (consciencia de uno mismo). Por lo tanto, en términos de los cuerpos sutiles, lo que sucede durante el sueño es que el cuerpo astral y el Ego pierden interés en los cuerpos físico y etérico, y dirigen sus actividades hacia las diferentes esferas. De hecho, la consciencia no se pierde durante el sueño, sólo toma otra dirección.
Durante el período de vigilia, el cuerpo astral superior (cuerpo astral + Ego) impacta en el complejo inferior (cuerpos físico + etérico) y es así como reconoce al mundo físico. Durante el sueño, el complejo superior se desconecta del inferior y redirige sus actividades hacia los mundos astrales.
Debemos aclarar que la realidad multifacética del dormir y los sueños pueden resumirse tan solo vagamente con diagramas tan simples. Hay algunos otros mecanismos que ocurren simultáneamente. Puede haber varios grados de separación entre los complejos inferior y superior, dependiendo de la profundidad del sueño y del nivel de desarrollo del individuo. Las separaciones pueden también ocurrir entre las diferentes subcapas del cuerpo astral. En pocas palabras, un mapa no puede describir un país en su totalidad.
En términos de cuerpos sutiles, los mecanismos relacionados con la muerte son una extensión de aquellos que tienen lugar durante los períodos de sueño. Mientras uno duerme, ocurre a una separación transitoria de los complejos superior (CA + Ego) e inferior (CF + CE). En el momento de la muerte ocurre una separación final. El cuerpo astral y el Ego emprenden su viaje, abandonando a los cuerpos físico y etérico. Lo mismo que durante el sueño, la consciencia (que en nuestro sistema corresponde al cuerpo astral y al Ego) no se pierde, simplemente está en otro lugar. En lugar de permanecer conectada al mundo físico, viaja en los mundos astrales y después en los mundos del Ser.
4.3 Funciones y estructuras correspondientes en los cuerpos sutiles
Poco tiempo después de la muerte, antes de la partida hacia los mundos astrales, ocurre un proceso esencial: el momento en que el cuerpo astral se fragmenta. Así como en el modelo chino el Po y el Hunse separan, de la misma manera el cuerpo astral literalmente se hace pedazos. Para poder entender este proceso, tomemos unos minutos examinando el modelo que forma una parte importante en la creación de muchos entes.
El concepto de cuerpos sutiles nos invita a reconsiderar la forma en que vemos diferentes funciones como son el pensar, sentir, y las reacciones emocionales que como seres humanos exhibimos de la mañana a la noche. Desde un punto de vista convencional, no hay nada más abstracto e intangible que un pensamiento. Sin embargo, desde el punto de vista de los cuerpos sutiles, un pensamiento es una forma tangible hecha de materia astral. Puede verse y sentirse, palparse – una vez desarrollado el órgano no físico adecuado que permite percibirlos, el tercer ojo. El hecho de que la mayoría de la gente tenga la idea de que los pensamientos son abstractos y con poca sustancia, nos indica que existe la incapacidad de percibir más allá de la esfera física.
Los cuerpos sutiles nos llevan a considerarlo todo en términos de estructura y materia– no sólo aquella materia física, sino también la materia sutil que incluye a las sustancias etéricas y astrales, y a toda una gama de sustancias no físicas más refinadas. Este enfoque en la materia hace que el sistema de cuerpos sutiles sea la piedra fundamental de la alquimia interior, tomando en cuenta que la alquimia es fundamentalmente el arte de elevar el nivel de vibración de la materia. La alquimia interior es una forma de trabajo de auto– transformación mediante el cual uno toma consciencia de las frecuencias sutiles de la materia que están detr?s de todas las funciones, ya sean fisiológicas, sicológicas, o espirituales.
Es así como en los términos de cuerpos sutiles, la vida no es un principio abstracto si no la calidad intrínseca de la materia etérica. La vida es la función y la materia etérica es la estructura. De igual manera, en una octava superior, la gama completa de funciones sicológicas pueden comprenderse como formas y ondas en el cuerpo astral. ¿De qué es de lo que estamos conscientes cuando experimentamos una emoción? Percibimos a la emoción en sí misma, es decir el enojo, la frustración, consternación, etc., y percibimos ciertas modificaciones físicas que acompañan a la emoción, como tensión muscular y un aceleramiento en los latidos del corazón. Estas respuestas fisiológicas son obvias consecuencias de la emoción.
Lo que generalmente la gente no comprende es que, la emoción en sí es una consecuencia. Las emociones que las personas sienten, no son las ‘emociones originales’, es decir, ondas astrales en sus cuerpos astrales, sino el reflejo de estas ondas. La emoción empieza en el cuerpo astral y luego hace eco en el sistema nervioso del cuerpo físico. Cuando la gente experimenta emociones, lo que siente es el reflejo físico, no la onda astral original. Este modelo, el cual es muy similar al mito de la cueva de Platón, nos ofrece pistas para entender por qué la mayoría de las personas no puede lidiar con sus emociones: ¡simplemente no pueden percibirlas! Viven en un mundo de causas y efectos, sino es que de sombras, sin comprender los motivos reales de esos movimientos internos. Mientras que uno siga lidiando con las consecuencias y no las causas, no habrá una transformación real.
Este proceso de reverberación, o eco, debe siempre recordarse cuando se desee entender al cuerpo astral. El cuerpo astral es la capa de los pensamientos y de las emociones– las emociones y pensamientos ‘verdaderos’, no los que la gente comúnmente percibe. Lo que las personas perciben son solamente los pensamientos y emociones que hacen eco, lo que equivale al reflejo de las formas astrales en el sistema nervioso. De esta manera, si el cuerpo astral es la capa de la consciencia mental, lo que la gente experimenta durante el estado de vigilia no es es la consciencia mental, sino la‘consciencia mental física’, lo que es lo mismo que el reflejo físico de la consciencia mental astral.
Es importante reflexionar acerca de este proceso de reverberación, ya que ocurren algunas distorsiones importantes en el momento en que la emoción se refleja. De hecho, ocurre una distorsión mayor ya que el cuerpo astral almacena una gran cantidad de emociones latentes y recuerdos, mientras que la consciencia física solamente recibe unas cuantas ideas y emociones de vez en cuando. En otras palabras, la consciencia mental física refleja solo diminutas partes de lo que el cuerpo astral contiene.
Visto desde la consciencia física mental, el cuerpo astral es como un caleidoscopio que presenta el siempre cambiante patrón de pensamientos y emociones, resultando así en los constantes cambios de estados de ánimo y pensamientos en la mayoría de los seres humanos. Desde la perspectiva de los cuerpos sutiles, es fácil entender por qué es posible sentirse de pronto muy contento o muy triste, sin ninguna causa externa. El efecto caleidoscopio es tal que la consciencia mental física es generalmente reencauzada de una parte del cuerpo astral a otra, reflejando de esta manera emociones completamente distintas.
Algunas personas son bastante buenas para manipular este efecto. Cuando cierta emoción o deseo los molesta, simplemente se desconectan. Le dan la vuelta al caleidoscopio y redirigen la consciencia mental física hacia otra parte de su cuerpo astral, y entonces olvidan el problema. De hecho, la mayoría de la gente que dice que puede ‘transmutar’ sus deseos y emociones no hacen más que desconectarse. En lugar de verlos, simplemente se desconectan de ellos redirigiendo la consciencia mental física hacia otra parte del cuerpo astral que ofrezca menos confrontación. Realmente, esto no tiene nada que ver con transmutaciones, es más bien una represión. El deseo o la emoción permanecen intactas en algun rincón oscuro del cuerpo astral, sino es que en dado caso, se refuerzan más que suprimirse.
Mientras uno permanece con vida, la existencia consciente ocurre dentro de la esfera de lo físico. Esto significa que uno sólo percibe la consciencia mental física y que muchos aspectos escondidos del cuerpo astral se manifiestan a través de sueños o actos subconscientes. Sin embargo, en el momento de la muerte, el sistema nervioso físico deja de funcionar. La máscara de la consciencia mental física se desintegra y la existencia consciente es proyectada a la esfera astral. Las personas que han fallecido, al haber perdido los dos vehículos inferiores (cuerpos físico y etérico), viajan a través de los mundos astrales con su cuerpo astral y el Ego. Aqui ya no pueden engañar a nadie, deben enfrentarse al cuerpo astral como es en realidad.
En la práctica, esto significa que todos los deseos reprimidos y las emociones latentes se precipitan a la consciencia del muerto. Es ahí en donde las personas que dicen que han transmutado sus emociones se dan tristemente cuenta de que en realidad no habían lidiado con éstas, y que además las reforzaron al intentar suprimirlas. Las emociones latentes y los deseos de pronto se vuelven claramente visibles. Aparecen en frente de las personas fallecidas en formas amenzantes y aterradoras. La experiencia es parecida a sentir una picazón inmensa y deseos ardientes hacia cosas que ya se no pueden obtener. Muchas escuelas esotéricas han visto esta fase de purificación del cuerpo astral como el ‘purgatorio’ del que hablan algunos escritos religiosos. Es de observarse que con este acercamiento, ¡estamos muy lejos de los clichés que aluden a eternos infiernos llenos de demonios diminutos que castigan a los muertos! Primero que nada, la fase del purgatorio es transitoria y, tan pronto como la purificación ha sido alcanzada, los muertos continúan su camino hacia los magestuosos mundos del Espíritu. En segunda, si los muertos se sienten amenazados, es nada más y nada menos debido a sus propios deseos y a las emociones que estaban latentes. El proceso es bastante mecánico, y sin ninguna connotación moral. Las fuerzas (deseos y emociones) han sido reprimidas y comprimidas dentro del cuerpo astral. Tan pronto como el caparazón de la consciencia mental física se desintegra con la muerte, esas fuerzas que han sido comprimidas, estallan como si hubieran estado dentro de una caja de sorpresas.
Otro punto importante es que la fase del purgatorio no tiene que ser un viacrucis. Será una etapa de mucho dolor sólo si durante la vida no se ha trabajado con el cuerpo astral, porque estará lleno de deseos y emociones que quieren salir urgentemente. Pero si se ha alcanzado una catársis en vida, si se ha trabajado con éxito en buscar una autotransformación que incluya una exploración de las emociones, entonces la etapa del purgatorio pasará con rapidez y sin mayor impacto. Además, después de cierto nivel de transformación, simplemente no se dá una etapa de purgatorio después de la muerte. Los asuntos que estaban pendientes en el nivel del cuerpo astral se han resuelto y por lo tanto la transición hacia los mundos del Espíritu se da tranquilamente y sin trabas.
En sánscrito la palabra que se utiliza para denominar a las tendencias latentes del cuerpo astral essamskara. 17
4.4 En el nivel astral, usted no es una persona, usted es una multitud
Otra tergiversación importante viene del reflejo de la consciencia mental del cuerpo astral en la consciencia mental física – la segunda induce un falso sentido de unión. La mayoría de la gente tiende a pensar que son sólo una persona, con sus gustos y disgustos, sus deseos, miedos, y las emociones de diferentes tipos. Sin embargo, la impresión de ser una persona no se basa en la percepción del Ser verdadero, de la cual generalmente no existe una consciencia– ya que para encontrar al Ser, es necesario recorrer un largo camino. Para la mayoría de la gente, la percepción de ellos mismos es en realidad la percepción del cuerpo astral, o mejor dicho, el reflejo del cuerpo astral en la consciencia mental física.
Aquí es en donde ocurre una interpretación errónea. Si las personas llegaran a ver al cuerpo astral por lo que realmente es, lo que verían no es sólo a una persona sino a muchas, las cuales podrían llamarse subpersonalidades o personajes. La palabra subpersonalidad puede ser objeto de malas interpretaciones, ya que da la idea de que una sola personalidad se ramifica en varias subdivisiones. En realidad, estas subpersonalidades son más como una muchedumbre de personajes que tienen muy poco en común. Se asemejan más a pájaros de diferentes especies reunidas artificialmente en una jaula, todo el tiempo compitiendo y peleando entre sí, que a las diferentes provincias de un estado.
De esta manera un personaje puede ser amante de la naturaleza y las artes, y extasiarse visitando un museo o al ver un colorido paisaje. Otro personaje puede estar hambriento de poder y empuja a la persona a quedarse tarde en el trabajo, buscando cualquier oportunidad para lograr sus ambiciones. Otro personaje quisiera ser ermitaño y añora una vida espiritual recluído en un monasterio. Pero, otro personaje ama el tener relaciones sexuales apasionadas y sería infeliz estando en un monasterio. Cada personaje tiene sus propias añoranzas y aspiraciones, y se concentra en controlar la vida de la persona.
Visto estructuralmente– desde el punto de vista de los cuerpos sutiles– esta multitud de personajes corresponde a un mosaico formado por partes astrales. El cuerpo astral está constituído por pequeños pedazos; no es una unidad en sí. En el griego antiguo, el significado de la palabra utilizada para decir personaje es estampa, una impresión tallada. Cada personaje se imprime en cierta área del cuerpo astral y la comunicación y la conexión entre cada área es casi inexistente.
Por ejemplo, si usted decide aprender japonés y contabilidad para reforzar a esa parte que busca tener poder, la información que usted memoriza se imprime en su cuerpo astral en cierta parte relacionada a ese personaje. Si aprende a tocar el oboe y pasa sus vacaciones en Florencia, la experiencia relacionada con visitar museos y el paquete musical se imprimirán en aquella parte del cuerpo astral que tiene que ver con el ser amante de la naturaleza, y así sucesivamente. Usted puede creer que es la misma persona la que aprende contabilidad que la que visita los museos en Italia, pero esto es mera ilusión. En realidad son dos personas distintas que comparten el mismo ambiente astral. Sólo el hecho de que estas dos personas se ven reflejadas en la misma consciencia mental física, crea la ilusión de ser una sola persona. En el nivel astral, usted no es una persona, es una multitud.
Algunas personas tienen bastante éxito desarrollando un personaje en particular a expensas de los otros. Uno de sus personajes impone sus deseos y empieza a convertirse en el dictador, y toda su vida toma la dirección impuesta por éste. Por ejemplo, el personaje con sed de poder se convierte en el dictador, y esto lleva a que la persona piense si quiera en tener más vacaciones visitando los museos de Europa, o en hacer algún retiro en un monasterio– sólo quiere trabajar. Mientras más éxito tenga este personaje, más refuerza y consolida su posición. Visto desde fuera, este tipo de persona parecerá ser bastante centrada y estar enfocada en sólo una cosa, sabiendo exactamente que es lo que quiere y utilizando todos sus recursos para obtenerlo. Sin embargo, en términos de cuerpos sutiles, esto no significa que se ha logrado una integración. El cuerpo astral todavía es un mosaico hecho de pequeños pedazos. Lo que ha sucedido es que un parte específica del astral ha crecido más que los otras. Los otros pedazos no están en armonía con el pedazo dictador: están reprimidos y hambrientos.
Si hay un gobernante que puede armonizar e integrar a la multitud, es el Ego (Ser Superior, Ser o Espíritu). Mientras más brille el Ego como Sol en el centro de gravedad del cuerpo astral, más podrán los diferentes personajes trazar sus órbitas alrededor. En lugar de buscar tener éxito alcanzando sus propias ambiciones, los pedazos empezarán a trabajar en torno al Ser Superior. Este proceso también corresponde a los cambios estructurales que ocurren en el cuerpo astral. El proceso de integración comienza en el momento en que se le quita el velo al Ser; un nuevo cuerpo astral empieza a desarrollarse. En este nuevo cuerpo astral, o transformado, las diferentes partes son permeadas con la luz del Ser. Como consecuencia, no sólo se establece alrededor del Ser, sino que se une a él.
Estas reflexiones acerca de los cuerpos sutiles nos llevan a distinguir entre dos conceptos de unidad en el ser humano. Uno es falso, nada más que una apariencia, la ilusión de ser ‘una persona’ porque, en realidad, el multifacético cuerpo astral no es más que un reflejo de una consciencia mental física. El otro concepto se refiere a la verdadera integración que se ha desarrollado gradualmente con la comprensión del Ser, y la difusión de su luz en todas las partes del cuerpo astral.
En términos de hermética, el Sol corresponde al Ego y el metal asociado con el Sol es el oro. En la obra alquímica el convertir metales base en oro, puede comprenderse como la penetración y unificación del cuerpo astral (y más tarde de los vehículos restantes) por la luz del Ego.
4.5 La fragmentación del cuerpo astral después de la muerte
¿Qué es lo que ocurre en el momento de la muerte? Lo que ocurre es una separación entre el complejo superior (cuerpo astral + Ego) y el inferior (cuerpos físico + etérico). El cuerpo etérico empieza a disolverse en el éter universal. De igual manera, el cuerpo físico empieza su proceso de descomposición.
En este momento, el sistema nervioso central cesa de operar de la misma manera que la consciencia mental física. Cuando la consciencia mental física termina, la ilusión de ser una sola persona también se acaba. Los muertos de pronto se dan cuenta de que su naturaleza astral es una multitud de personajes. Al no existir el caparazón ilusorio de la consciencia física mental, ya no hay nada que permita que los pedazos de cuerpo astral permanezcan artificialmente conectados entre sí. El único pegamento que queda para mantener a estos pequeños pedazos unidos, es el Ego. Como consecuencia, los únicos pedazos astrales que permanecerán unidos son aquellos a los que la luz del Ego tocó en vida. Para la mayoría de las personas, esto no es mucho ya que se han olvidado de buscar al Ser. A lo largo de sus vidas, el Ser se ha mantenido como una princesa durmiente en las profundidades de su personalidad – o mejor dicho, de la multitud de personajes. El Ser no ha sido invitado a formar parte en la vida de los personajes; el matrimonio alquímico del cuerpo astral y el Ser no ha ocurrido. Solamente algunas partes diminutas del cuerpo astral han sido permeadas por el Ego. Por lo tanto, suenan las campanas de la muerte: la mayor parte de lo que forma al cuerpo astral se hace pedazos. El mosaico de pedazos se convierte en polvo astral y fragmentos que viajan a la deriva en ese espacio astral.
Viéndolo como una experiencia, el estallido del cuerpo astral después de la muerte resulta ser bastante dramático. Aquí, usted se encuentra flotando en el espacio astral, siendo despojado de la sustancia astral que tenía en vida. Usted ve como aquella parte de su ser que hablaba japonés se desprende y emprende vuelo en una dirección. Luego ve como otro pedazo, al que le gustaba tocar el oboe, se desprende y emprende su propio vuelo. Y luego, ve como aquella parte a la que le encantaba el sexo se desprende y sigue su propio camino. Todos estas partes son como extremidades de su cuerpo astral que se desprenden y empiezan a flotar en el espacio. Además de estos fragmentos principales, una fracción importante de su cuerpo astral se derrumba y convierte en polvo que se esparce en el espacio astral universal.
¿Por qué algunos pedacitos se deshacen por completo, mientras que otros permanecen casi intactos? Esto tiene que ver con cuán construídos y cristalizados están los personajes, es decir, cuán profundo se hayan impreso en la sustancia astral. Si, por ejemplo, un día usted pensó en aprender a tocar el piano, luego se compró un piano e intentó tocarlo por algunas semanas antes de dejarlo por completo, la impresión correspondiente en sus cuerpos sutiles es débil. Después de la muerte, durante el estallido del cuerpo astral, el ‘pedazo pianista’ se disuelve conviertiéndose en polvo astral sin carácter propio. Por otro lado, la situación es muy diferente si por años ha anhelado el tener un piano, ha trabajado duro para poder comprarlo y después ha practicado con pasión, o si comenzó a practicar a la edad de cinco y tocó el instrumento por horas y horas diariamente. Su dedicación y su intensidad habrán creado una impresión profunda en la sustancia astral. Se ha generado un fragmento astral estructurado, coherente y cristalizado. Después de la muerte, cuando el fragmento se separa de usted, no se convertirá en polvo astral. Permanecerá en el espacio astral como un fragmento astral de pianista.
De lo que hemos hablado anteriormente podemos entender cómo algunas emociones y patrones de comportamiento tenderán a crear fragmentos más coherentes y persistentes que otros. Para que un fragmento se cristalice debe haber cierta repetición e intensidad. Todo lo relacionado al sexo y la nutrición, o las adicciones de todos tipos, crean cierta activación repetida e intensa en el cuerpo astral. Estas profundas huellas astrales se convierten en fragmentos coherentes y sólidos después de la muerte.
Por ejemplo, supongamos que usted es alcohólico o adicto a la heroína. Después de la muerte, la parte de su cuerpo astral que era adicta a la droga podría bien escaparse de convertirse en polvo astral. Mientras más intensa es la adicción, más sólido y persistente será el fragmento astral. O si usted era una persona que no podía vivir sin tener relaciones sexuales (hoy en día esto es aplicable a más de una persona), el deseo correspondiente no se extinguirá en su cuerpo astral. El fragmento o los fragmentos que tienen que ver con su vida sexual se desprenderán de su estructura, pero continuarán deseando tener sexo mientras permanecen flotando en el espacio.
Como se ha discutido antes, si durante la vida se ha reprimido y sepultado en la profundidad del cuerpo astral un deseo muy fuerte, en el momento de la muerte, éste reaparecerá como un resorte en una caja de sorpresas. Por lo tanto, no sólo los malhechores, alcohólicos y drogadictos son los que liberan fragmentos impregnados con los deseos y pasiones más violentas, sino también aquellas personas que parecen ser ‘buenas y decentes’, ya que han pasado su vida reprimiendo sus deseos. Algo maravilloso en el proceso de muerte es que no hay cabida para las trampas. Al morir, los individuos son desenmascarados y su destino futuro depende de lo que realmente son y no de las apariencias que han construído durante sus vidas.
Por supuesto que los fragmentos astrales liberados después de la muerte no se relacionan solamente al sexo, la comida o las adicciones. Cualquier disposición mental o emocional intensa crea un fragmento. En sí, es la intensidad la que favorece la cristalización de estos pedazos. Si observa las ‘intensidades astrales’ (emociones, deseos, etc.) de la mayoría de la gente alrededor suyo, fácilmente se dará cuenta de qué es lo que los fragmentos correspondientes querrán después de la muerte.
En conclusión, si vemos el destino global del cuerpo astral después de la muerte, podemos dividirlo en tres partes: una fracción de cuerpo astral que permanece unida el Ego, el cual sigue su camino hacia los mundos intermedios; una parte bastante grande que se convierte en polvo astral sin carácter propio, y; varios minúsculos pedazos que se desprenden y flotan en el espacio en forma de fragmentos.
4.6 Un pequeño paréntesis acerca de la reencarnación
La fragmentación del cuerpo astral después de la muerte es bastante congruente con el hecho de que bajo circunstancias normales, la mayoría de las personas no pueden recordar sus vidas pasadas. Al morir, la mayoría de los recuerdos se quedan en los fragmentos o se convierten en polvo y se pierden. Lo que reencarna es el Ego, con unos cuantos hilos del cuerpo astral que se quedaron unidos a íste. Antes de regresar a un nuevo cuerpo físico, el Ser recopila material astral nuevo a su alrededor creando así un nuevo cuerpo astral.
En cuanto a la memoria, ésta permanece en el Ego y en algunos pedazos astrales de la vida anterior que encontraron la manera de quedarse unidos. Sin embargo en la siguiente vida, la mayoría de las personas nunca podrán acceder a ella. Sin contar algunos casos excepcionales, es sólo a través del trabajo personal, que es posible llegar tan profundo como para encontrar la verdadera consciencia del Ser y los recuerdos ubicados a su alrededor. De no ser así, uno solamente estará consciente de las partes más superficiales del cuerpo astral, las que fueron recolectadas justo antes de reencarnar en una nueva vida.
Ahora bien, si la mayoría de los personajes estallan en fragmentos después de la muerte, ¿cómo es posible que nos quedemos con tantos personajes entre una vida y otra? Estructuralmente hablando, un personaje queda impreso en una parte del cuerpo astral. Se desarrolla gradualmente conforme se van añadiendo marcas y huellas de diferentes experiencias de vida alrededor de un núcleo central. De una manera simplificada, podemos observar que el personaje consiste en un núcleo central, cercano al Ego y de material astral conglomerado.
A: Ego
B: Núcleo del Personaje
C: Fragmento
Durante el proceso de muerte, los fragmentos se separan mientras que el ‘núcleo del personaje’ permanece unido al Ser, llevando consigo ciertas impresiones intensas recolectadas en esa vida. El núcleo del personaje en la siguiente vida empezará a generar un personaje entero a su alrededor, si es que las circunstancias cotidianas lo permiten. Lo mismo aplica para todos y cada uno de los personajes.
Por supuesto que estamos presentando todo esto de una manera simplificada. En realidad, muchos otros mecanismos sutiles tienen un papel importante dentro del fascinante viaje que lleva de la muerte a un nuevo nacimiento.