Tanto vivir como morir implican un costo elevado para la naturaleza. Frente a ello, están surgiendo múltiples movimientos ambientalistas que promueven un estilo de vida consciente de la ecología: desde la reducción de productos de usar-tirar hasta ejercer presión a empresas que ejercen significativos impactos negativos en el medioambiente. Sin embargo, poco se conoce sobre los trabajos realizados en torno a la huella ecológica después de morir.
Por norma general, una cremación libera alrededor de 400kg de CO2 en la atmósfera por cuerpo y una cantidad significativa de mercurio y de otras emisiones tóxicas que se mezclan con el aire que cada humano ingresa en su cuerpo mediante la respiración. Ello sin olvidarnos de que en el caso de un entierro, el líquido de embalsamamiento llega al suelo conforme el cuerpo y el féretro se descomponen (en algunos casos, liberando toxinas relacionadas con tratamientos radioterapia y quimioterapia). Finalmente, hay que tomar en cuenta la huella ecológica que cada cuerpo obtuvo a lo largo de su vida.
En ese contexto, Sandy Sullivan ha ideado de un método ecológico para reducir la huella ecológica después de la muerte. Sullivan es dueña de Resomation, una empresa especializada en un método ecológico de cremación a base de agua, la liquidificación o hidrólisis alcalina. Esta tecnología tuvo sus orígenes a mitades de la década de los 90 y actualmente es una alternativa legal en 19 estados de Estados Unidos. En el fondo, para Sullivan, se trata de un “proceso en el que todos ganan porque todo es reciclable”.
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