Cuando estés meditando, y te des cuenta de que estás pensando, pregúntate «¿Quién se da cuenta?», o sea, «¿Quién se da cuenta de que estoy pensando?». Sentirás un silencio de trasfondo. No recibirás una respuesta elaborada con palabras. La respuesta estará ahí antes de que salgan las palabras. Ese silencio que queda justamente después de la pregunta, eso es la respuesta.
Si de repente, se manifestara otro pensamiento, cualquiera que sea, vuelve a preguntarte «¿Quién se da cuenta de ese pensamiento?». Sentirás que, automáticamente, volverá a manifestarse el silencio de la vez anterior, como si estuviera respondiendo «yo», pero sin decirlo evidentemente. Sí, es este silencio el que se da cuenta. Puede parecer que está vacío, pero está pleno de conciencia; o para ponerlo en términos más precisos: este silencio es la misma conciencia, desnuda de pensamientos.