En el mundo moderno la bravuconería adopta la forma de rusofobia y está en proporción inversa al potencial militar. Los más macarras son esos países escuálidos, como los bálticos, con ejércitos insignificantes que no son nada por sí mismos y han depositado su confianza en el guardaespaldas que tienen contratado: la OTAN.
El Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Estonia, el general Vahur Karus, ha reconocido: “Hoy, nuestros medios de ataque de largo alcance están completamente integrados en los planes de la OTAN, la alianza nos dice que debemos cuidar de ciertos objetivos en Rusia. Entonces es cuando ellos [la OTAN] podrán venir a Estonia y dar los siguientes pasos”.
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