Toda familia tiene una oveja negra. Es esa persona que no ha seguido con la tradición familiar, que no comparte los mismos gustos e intereses y, sobre todo, que se atreve a defender su identidad. Sobre esa persona a menudo los demás proyectan sus culpas, le convierten en el “chivo expiatorio”.
Obviamente, ser la oveja negra no es una sensación agradable, sobre todo porque este término tiene una acepción bastante negativa. En el momento en que decidimos que lo que define y satisface a los demás, no nos define ni satisface a nosotros, comienzan a mirarnos con preocupación porque hemos cruzado una frontera que, implícitamente, no se podía traspasar.
Efecto Oveja Negra: ¿Por qué quienes más te quieren son quienes más te critican?
Para comprender por qué la familia y los grupos más íntimos crean a una oveja negra, es necesario adentrarse en la Teoría de la Identidad Social propuesta por Henri Tajfel, un psicólogo social de origen polaco. Esta teoría nos da algunas pistas importantes para comprender la discriminación dentro del grupo. De hecho, todos los grupos y sus integrantes tienen algunos puntos en común:
– Los grupos se enfocan en las características negativas de otros grupos. Cuando los grupos emiten juicios sobre otros grupos, normalmente estos son negativos porque intentan influir sobre las opiniones de sus miembros, de manera que estos perciban que su grupo es mejor. Por eso solemos decir, por ejemplo, que nuestro equipo de fútbol es el mejor o que nuestra familia es la más feliz, aunque sepamos que no es así.
– El grupo ejerce una gran presión sobre sus integrantes. Dentro de los grupos existe un alto nivel de exigencia sobre cada uno de los integrantes, una presión que persigue el objetivo de mantener la cohesión y que no se rompa la armonía interna. Por eso, un padre puede ser muy permisivo con los hijos del vecino pero muy estricto con los propios.
El Efecto Oveja Negra se refiere precisamente a esa presión y crítica que se ejerce sobre los miembros del grupo. De hecho, es la tendencia de un grupo a evaluar a uno de sus miembros de forma más severa, maximizando sus errores y aplicando castigos más ejemplares.
Uno de los estudios clásicos en la historia de la Psicología, llevado a cabo en el año 1988, nos muestra cómo se pone de manifiesto este fenómeno. Estos psicólogos analizaron la ejemplaridad de los miembros del grupo, una de las variables que determinan el comportamiento de los miembros del grupo para diferenciarse del resto y que se encuentra en la base del Efecto Oveja Negra.
En el experimento “enfrentaron” a un grupo de estudiantes de Filosofía con uno de estudiantes de Derecho. Los miembros de cada grupo debían escuchar una serie de discursos grabados, algunos eran muy buenos y otros muy malos. En cada sesión se le decía al paticipante si el discurso era de un estudiante de Derecho o de Filosofía. Los psicólogos también incluyeron un grupo de estudiantes que no pertenecían a ninguna carrera en específico y a los que no se les decía qué carrera estaba estudiando la persona que daba el discurso.
Así se apreció que cuando los estudiantes debían juzgar el discurso de un miembro de su grupo (una persona que estudiaba su misma carrera), emitían juicios más extremos. En práctica, si un estudiante de Derecho escuchaba el discurso malo de un estudiante de su misma carrera, lo calificaba como peor, en comparación con la calificación que daban los estudiantes de Filosofía, y viceversa.
Ese mismo efecto se aprecia, por ejemplo, en los fans de un equipo deportivo. Cuando su equipo juega mal, son los primeros que se quejan y califican la actuación como lamentable, emitiendo juicios desfavorables más extremos. Eso mismo ocurre en el seno de una familia.
En práctica, el grupo debe asegurarse de que sus miembros no solo se mantienen unidos sino que también siguen las normas que los identifican y que, obviamente, les hace ser “mejores” que los demás. Por eso, cualquier desviación de la norma es una señal de alarma que amerita un escarmiento.
El Efecto Oveja Negra tiene tres funciones fundamentales:
1. Preservar la identidad positiva del grupo, asegurándose de que sus miembros cumplen las normas.
2. Mostrar al resto de los miembros qué sucede cuando no se cumplen las normas o se satisfacen los criterios para pertenecer al grupo.
3. Distraer la atención de los miembros del grupo de otros problemas mucho más peligrosos, que pueden afectar profundamente la identidad grupal.
Tú eres la oveja negra, pero son ellos quienes tienen miedo
Detrás del calificativo de “oveja negra” en realidad se suele esconder un gran miedo.
– Miedo a perder el control sobre uno de los miembros. La familia o el grupo teme perder el control sobre uno de los miembros, que es fundamental para mantener el equilibrio, muchas veces precario, que se sustenta porque cada una de las personas desempeña al pie de la letra el rol que le han asignado.
– Miedo a que se dañe la identidad positiva. El grupo no es simplemente la suma de cada uno de sus integrantes sino que tiene una identidad, en la cual se ven reflejados sus miembros. Cada persona desea, consciente o inconscientemente, que el grupo al que pertenece tenga una identidad positiva porque eso alimenta su autoestima. Por eso, cuando uno de sus integrantes no cumple con las normas, la identidad positiva que ha construido el grupo se ve amenazada.
– Miedo a que salgan a flote otros problemas. En muchos casos, tildar a uno de los miembros del grupo como la oveja negra implica convertirlo en el chivo expiatorio. De hecho, esa oveja negra puede ser la fuerza que mantenga unido al grupo ya que distrae la atención de otros problemas y tensiones mucho más profundos que ponen en tela de juicio la identidad positiva del grupo.
– Miedo provocad por antiguos traumas. En otros casos, el miedo surge del reflejo. Es decir, las personas del grupo ven en la oveja negra deseos, comportamientos, actitudes o aspiraciones que ellos mismos tuvieron que reprimir en otro momento, para someterse al control del grupo. Ver esos comportamientos es como
revivir un antiguo trauma, lo cual genera una reacción defensiva.
En cualquier caso, sea cual sea el origen del problema, debes ser consciente de que no nacemos siendo ovejas negras. Es tu entorno social quien te califica como tal cuando no cumples con determinadas normas o expectativas. Por tanto, reaccionar ante esa etiqueta es un acto de valentía.
Pertenecer a un “rebaño” no brinda felicidad: Atrévete a buscar tu camino
Cuando una persona asume que es la oveja negra de la familia, puede hundirse y aceptar pasivamente ese rol. De hecho, muchos aceptan esa etiqueta y desempeñan el papel que les ha dado la familia, lo cual suele significar someterse a las burlas, el desprecio y las críticas constantes sin rebelarse.
Sin embargo, cuando te catalogan como la oveja negra, también tienes otra opción: reaccionar. No tienes por qué aceptar un rol en el que todos se lavan las manos y se sienten cómodos y el único perjudicado eres tú. No se trata de ir contra todos ni de emprender una cruzada personal, tan solo de hacer valer tu derecho a ser como quieres ser y vivir la vida que te apetece.
De hecho, hay veces que ser catalogado como la oveja negra de la familia puede ser lo mejor que te pueda pasar. Pregúntate si pertenecer a ese rebaño de ovejas blancas realmente te hace feliz. Si no es así, quizás ha llegado el momento de asumir una
distancia emocional. Para lograr ese distanciamiento tendrás que ir despojándote de diferentes capas que se han creado a tu alrededor durante todos estos años. Básicamente, ese proceso de liberación consta de tres pasos:
1. Ser consciente de tu individualidad. No tienes la obligación de ser como tus padres o hermanos. No tienes que pensar como ellos ni estar de acuerdo con sus opiniones o desear las mismas cosas. No tienes que actuar siguiendo sus normas ni hacer lo que los demás esperan que hagas. Tienes derecho a ser tu mismo y perseguir tus sueños.
2. Sentirte a gusto contigo mismo. Las ovejas negras a menudo creen que son malas, que no merecen respeto o amor, simplemente porque son diferentes. Este mensaje, a fuerza de repetirlo, puede haber calado muy hondo en tu interior, sobre todo porque te lo han dicho las personas que, supuestamente, quieren lo mejor para ti. Por eso, es fundamental que te sientas bien siendo quien eres, con tus valores, formas de ver la vida y decisiones. Sé tú mismo y no te avergüences de ello, al contrario, siéntete orgulloso.
3. Aceptar a los demás. Cuando la oveja negra logra finalmente deshacerse del influjo negativo de quienes le rodean y se da cuenta de que no hay nada malo en sí, a menudo siente rencor hacia quienes le hicieron sentir mal durante tantos años. Sin embargo, si realmente quieres quitarte esa etiqueta y liberarte de la presión que ejerce ese grupo, el último paso consiste en perdonar a esas personas y aceptarlas tal como son.
Fuentes:
Marques, J. M. & Paez, D. (1994) The ‘Black Sheep Effect’: Social Categorization, Rejection of Ingroup Deviates, and Perception of Group Variability. European Review of Social Psychology; 5(1): 37-68.
Marques, J. M. & Yzerbyt, V. Y. (1988) The black sheep effect: Judgmental extremity towards ingroup members in inter and intra group situations. European Journal of Social Psychology; 18: 287-292.