Concedernos un descanso mental entre periodos en los que le exigimos rendimiento a nuestro cerebro ayuda a su funcionamiento. Es una forma de darle aire, de podar aquellos pensamientos que nada aportan.
Descansar la mente, silenciar el pensamiento discursivo y desactivar la preocupación es sinónimo de salud y bienestar. Sin embargo, hemos de admitirlo, somos nómadas de la hiperactividad mental, saltamos de una idea a otra, vamos del recuerdo a la obsesión, de la obsesión al estrés hasta acabar agotados. Somos incapaces de desconectar aun estando de vacaciones, aun permaneciendo tumbados sobre la cama.
A muchos les sorprenderá saber que cerca del 90% de los pensamientos que tenemos al día carecen de utilidad. Nuestras neurosis se alimentan precisamente de esas ideas carentes de lógica, de las mismas que alimentan ansiedades y ponen alambradas al potencial humano. Pensar es un acto sencillo, venimos al mundo con esa habilidad, no obstante, ‘pensar bien’ y saber cuándo descansar el cerebro es algo que no todo el mundo sabe hacer.
El autocuidado, va más allá de atender nuestro cuerpo, de peinarnos y vestirnos, de mantener una alimentación saludable y de hacer ejercicio de manera regular. También se trata de aprender a descansar la mente. A veces, ‘no pensar’ durante un tiempo determinado nos ayuda a vivir mejor.
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