Archivo por días: noviembre 14, 2015

Siete de los ocho terroristas abatidos murieron en explosiones suicidas París

Siete de los ocho terroristas abatidos tras los atentados múltiples de París, en los que al menos 120 personas perdieron la vida, fallecieron al hacer explotar sus cinturones explosivos, informó hoy la Fiscalía.

En declaraciones recogidas por Europe 1, el ministerio público informó de que tres de los cuatro asaltantes que mataron a unas 70 personas en la sala Bataclan llegaron a activar sus cinturones explosivos.

http://www.efe.com/efe/espana/mundo/siete-de-los-ocho-terroristas-abatidos-murieron-en-explosiones-suicidas-paris/10001-2763653?utm_source=wwwefecom&utm_medium=rss&utm_campaign=rss

NUEVA ADMINISTRADORA DEL BLOG

QUERIDOS AMIGOS DE maestroviejo

Quiero daros una buena noticia

Una nueva administradora se une a nosotros 

En realidad lleva ya muchos años con nosotros y sus muchas colaboraciones la avalan

A continuación ella misma se presenta ante todos

maestroviejo

Informándonos, aprendiendo, descubriendo, sorprendiéndonos, opinando, descartando, confirmando, buscando. . . y varios gerundios más venimos ‘conjugando’ juntos desde hace mucho tiempo. Se trata tal vez de hacer con nuestro pensamiento lo mismo que encontramos en éste sitio: estar abiertos a todos los puntos de vista, a los diferentes enfoques, a las distintas teorías  y, sin juzgar, sin criticar, sabiendo que podemos disentir sin descalificar, tenemos la posibilidad de aceitar todos los engranajes que nos permitan mantener activo el  enriquecedor ejercicio del discernimiento.

Y porque no se trata de dividir sino de sumar.
En estos tiempos en los que hablamos tanto de despertar, vamos tomando consciencia de cada cosa, de cada noticia, de las  verdades, mentiras, medias verdades, de todo lo que cargamos mal enseñado y mal aprendido; es hora de sacarnos de encima todo lo que ya no nos sirve.  Renunciamos a aceptar la manipulación,  las ideas, suposiciones o teorías de otros como dogmas.
En lugar de obedecer, elegimos elegir.
Estamos a cargo de nosotros mismos y podemos ser la persona que queremos ser. Como decía algún maestro viejo griego:
«Envejecer es obligatorio; madurar es optativo.»
Yo valoro y agradezco esta oportunidad de madurar y crecer juntos, con tantos que coincidimos aquí, y nos acompañamos a diario en el mismo camino. (Mi verbo favorito: compartir.)
Como siempre, envío  un gran abrazo transatlántico que hoy abarque a todos los fieles seguidores; a Domi, Vania, Pauline, Aída, Lis
y Marge.
Si hay algo que siempre me ha gustado aún más que enseñar, es aprender, por lo tanto,  gracias Maestroviejoquerido; es un honor que me invites a ser parte de este sitio que valoro y en el que tanto aprendo; aquí – como en la vida- aspiro a ser útil. Seguimos juntos y una vez más, gracias.
                                                                                                                                                                Adriana
P.D.: «Sólo los besos nos taparán la boca»

El hombre paleolítico y el origen de los símbolos del Tarot

Grabado chamánico de la Edad de Piedra (Imagen: http://carlosfilibertocuellar.blogspot.mx/2013_06_01_archive.html)

El aspecto negativo de la estructura matriarcal consiste en que al estar atado a la naturaleza, la sangre y el suelo, el hombre se ve imposibilitado de desarrollar su razón.

Erich Fromm, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea

Este niño fue muy adoctrinado, probablemente tuvo una formación religiosa rígida que acabó con su espontaneidad. Tal vez sus padres estuvieron ligados a algún movimiento político, ideológico, cultural o religioso, cuyos principios le fueron inculcados, y éste/a los incorporó hasta transformarse en un pequeño robot.

Veet Pramad, El tarot terapéutico

1. El Homo habilis u hombre paleolítico y la lucha de la ciencia dominante por minimizar sus conocimientos y sabiduría

Según informaciones no tan oficiales, es decir, provenientes de fuentes muy lejanas a las opiniones academicistas dominantes y ocasionalmente miopes (El retorno de los brujos, la rebelión de los brujos, Louis Pauwels y J. Berger, 1976; y Relatos de Belcebú a su nieto, Tomos I y II, G. Gurdjieff, 1989), el ser humano es muchísimo más antiguo de lo que las cronologías evolutivas nos enseñaron desde siempre en la escuela. Se habla de que hubo un tiempo en que existieron y comulgaron, no siempre en armonía, desde luego, diversos tipos de hombres que hoy nos resultarían fantásticos y quienes tampoco fueron como los imaginaríamos. La arqueología y la antropología contemporáneas los bautizaron a todos ellos en conjunto, encerrándolos y encasillándolos en una sola e indiferenciada etiqueta, ante la incapacidad de reconocer sus diversidades, matices y singularidades, bajo el nombre de Homo habilis.

Se sabe de los hombres neolíticos u Homo habilis, que labraban la roca construyendo monumentos enormes con piedras gigantes a las cuales movilizaron de forma inexplicable a lo largo de grandes distancias, organizándolas de modo increíble –unas sobre otras, venciendo en muchas ocasiones las leyes de gravedad para crear pirámides, menhires y dólmenes, los cuales miramos hoy en día con sorpresa y escepticismo, utilizaron tales poderosas construcciones no sólo para doblegar el tiempo y el espacio, sino para conectarse con un orden superior y dejar un legado de las enseñanzas extraídas de él. Sus monumentos eran libros en donde narraban diferentes versiones de la historia del universo, y sobre todo, el peregrinaje del alma en su penoso y duro ascenso hacia lo divino.

Para ellos el alma humana no era algo inamovible y estático que el cielo le otorgaba a la gente nada más porque sí, como el cristianismo moderno presupone. Había que ganarse un lugar en el Santuario de lo Divino, a partir de un arduo trabajo interior, a la búsqueda de maestros espirituales, transitando por diversos e incansables ritos de iniciación a los que había que entregarse incluso hasta en avanzadas edades, recorriendo rutas sagradas en caminatas tan extensas que podrían absorber la vida entera de cualquier buscador del espíritu.

En viejas tradiciones se consideraba que los ángeles no fueron creados por generación espontánea, mediante la voluntad impredecible de un Dios caprichoso. Un ángel había llegado a tal condición espiritual a partir de una durísima búsqueda, con las consiguientes pruebas y obstáculos superados. Se iba acercando a Dios por medio de su esfuerzo de autoperfeccionamiento, purificándose paso a paso, lentamente, con una disciplina inquebrantable, siguiendo un camino muy claro, a la vez sinuoso y prolongado, el cual no pocas veces le tomaba varias reencarnaciones.

La organización sucesiva por orden numérico de los arcanos del Tarot, desde los menores hasta el último de los mayores: el mundo o el universo, según Crowley, da cuenta precisamente de la evolución del alma desde su etapa de oscuridad, cuando la percepción se encuentra nublada por las telarañas de la ilusión, pasando por su despertar gradual hasta llegar a la anhelada iluminación que van representando los últimos arcanos: El Sol, La Estrella, La Luna y El Mundo. Empero, esta visión del desarrollo espiritual en la que había que trabajar muchísimo para avanzar, y sobre todo librar numerosos y durísimos obstáculos, se encuentra bastante olvidada, incluso está casi perdida.

Por lo general se da por sentado que no hay que hacer mucho en pos de la evolución interior sino tan sólo esperar para obtener resultados espirituales fáciles, prometidos por irresponsables jerarcas y comerciantes del alma.

Los obstáculos y las pruebas tan duras del espíritu estarían representados en arcanos muy específicos: La Muerte o el Arcano Sin Nombre, El Diablo, La Papisa, El Colgado, etc., los cuales, a pesar de poseer una naturaleza profundamente contradictoria y conflictiva por la dificultad del proceso humano que representan, también conllevan una enorme recompensa una vez que el buscador o aprendiz de mago logra superarlos y aprender de ellos.

Del hombre del paleolítico también se sabe que su inteligencia era predominantemente simbólica: utilizaba metáforas y símbolos abstractos para transmitir enseñanzas espirituales y cotidianas, legadas en litografías diversas: talladas e impresas sobre sus monumentos de roca mediante jeroglíficos, runas, pictogramas y pinturas rupestres en piedras, cavernas, muros y tablillas.

Existe la hipótesis, planteada por el psicólogo y matemático ruso Piotr Ouspensky, de que un antecesor del actual Tarot se remonta a la Edad de Piedra. Presumiblemente, el ancestro de nuestro Tarot no era un conjunto de cartas o un mazo como lo conocemos ahora, sino una ruta geográfica muy específica conocida sólo por iniciados, quienes comenzaban experimentando una fuerte inconformidad con su vida actual y los cuales, al no encontrar satisfacción en ninguna de las alternativas que les brindaba el mundo conocido, añoraban un camino nuevo y por completo distinto al que les proporcionaban por ejemplo las religiones institucionalizadas, las escuelas ordinarias y la ciencia oficial, tal como se conoció en diferentes épocas.

El joven aprendiz se embarcaba en una búsqueda muy larga, recorriendo diversos sitios sagrados. Una vez que llegaba a una meta, inmediatamente sentía la necesidad de identificar y avanzar hacia un nuevo objetivo espiritual que proseguía a su última conquista. Ouspensky sostiene que así como el Tarot contemporáneo posee un orden psicológico y numérico muy claro, las viejas rutas espirituales que surcaban antiguos caminantes tenían un orden sucesivo análogo al de los arcanos del Tarot, semejante a la antigua ruta de Santiago de Compostela en España, por ejemplo, o a la del Nilo en Egipto, la cual se presupone era una representación de la Vía Láctea, con sus diversas estaciones de paso, de descanso, de preparación y lucha.

Conforme se iba avanzando en el camino se encontrarían sitios en donde meditar, rezar, descansar y reponerse o aprender magia. También existían diversos maestros o guardianes de cada lugar. Al pasar el tiempo, dichos lugares recibieron el nombre de sus custodios, los cuales luego serían asociados con cada uno de los arcanos del Tarot moderno: El Mago, La Papisa, El Emperador, El Colgado, etcétera.

El hombre del neolítico, cuando quería formarse como mago, curandero o convertirse en iniciado de una antigua tradición espiritual, debía recorrer poco a poco cada una de las estaciones de paso de la ruta sagrada. En este sentido, el Tarot actual sería una evocación lejana de lo que algún día fue una prolongada ruta espiritual que los aprendices de magos debían recorrer a pie durante años antes de considerarse maestros, dependiendo el grado de su desarrollo y el sitio sagrado al que habían logrado llegar y ser admitidos.

De hecho, la palabra “tarot” desciende de un antiguo vocablo egipcio que quiere decir “el gran camino”, cosa bastante congruente con el argumento que venimos desarrollando.

Es bien sabido que aún existen algunos vestigios de rutas similares a las que describimos. Un monje nos contó de viva voz que en el Tíbet todavía hay que recorrer cerca de ocho templos a lo largo de más de 10 años antes de convertirse en sacerdote budista, viéndose obligado a permanecer y aprender diferentes cosas en cada uno. Los maestros o guardianes de un monasterio de ningún modo le permiten al alumno abandonar el sitio y partir hacia el templo siguiente mientras no haya pasado las pruebas y exámenes espirituales exigidos.

En la sierra huichola en el occidente de México, algunos marakames o chamanes nos narraban todavía en el año 2007 la existencia de una ruta milenaria que partía desde Alaska y culminaba en las montañas de la Patagonia en Argentina, pasando muy cerca del hogar de los wixárikas y tan vieja que sus orígenes se perdían hacia la Edad de Piedra, cuando la gente cruzaba de un continente a otro a través del Estrecho de Bering.

Entonces el Tarot actual vendría siendo una lejana evocación de un antiguo mapa, de una ruta aún más vieja por la que transitaron antiguos caminantes espirituales desde el Neolítico en busca de conocimiento espiritual.

Visto como un mapa del desarrollo espiritual humano, el Tarot se convierte en una herramienta aún más fascinante de orientación personal, guía y terapia, de lo que los adivinos corrientes, quienes lo leen para predecir el futuro, pueden imaginar.

2. La Templanza y La Estrella del Tarot, y una antigua teoría sobre el origen de los ángeles

Imagen de: http://carlosfilibertocuellar.blogspot.mx/2013_06_01_archive.html

Una antigua teoría, como se señaló más arriba, postulaba que los ángeles no fueron creados de un palmo por la voluntad espontánea de Dios sino que eran almas cuyo trabajo espiritual venía evolucionando desde muchísimo tiempo atrás, librando obstáculos emocionales y espirituales diversos. El trabajo de convertirse en ángel o en Ser de Luz le llevaba a un alma mucho más de una vida. El ángel se había construido a sí mismo, buscando acercarse en cada paso a lo divino.

Esta teoría, para los interesados, es el Cuarto Camino, una forma del cristianismo esotérico: la psicología de George Gurdjieff (recomendamos consultar toda la bibliografía al respecto).

El arcano número XIV del Tarot, conocido como La Templanza, astrológicamente correspondiente con Sagitario, nos habla de los inicios del despertar conseguido tras mucho esfuerzo, habiendo superado depresiones, pérdidas, duelos, enfermedades, etc., y el Tarot es el mapa espiritual que da cuenta de los pasos y el recorrido seguido por aquellos que iniciaron el camino de convertirse en Seres de Luz. A pesar del sufrimiento, siempre con una finalidad clara que se persiguió a lo largo de décadas, incluso de vidas enteras y reencarnaciones, La Templanza salió avante y bien librada, fortificada.

A partir de La Templanza, el espíritu ha sido fortalecido, literalmente templado con diferentes pruebas y golpes resistidos y asumidos. En el famoso Tarot de Crowley, un iniciado inglés quien trabajó durante muchos años en diferentes hermandades investigando los orígenes del Tarot, a La Templanza se le nombraba El Arte. Así es cuando se ha alcanzado algo del despertar: la vida misma se convierte en arte, porque se encuentran los inicios de una congruencia sin precedentes en donde el ego y la mente corriente ya no rigen al hombre sino que el Ser interior es el soberano, aunque sea en sus inicios. Este es el estado que Jiddu Krishnamurti describiría tiempo después como la “meditación”.

El arcano XVII, conocido como La Estrella, correspondiente con Acuario, es uno de los siguientes niveles a donde debe dirigirse el Ser de Luz en potencia. Al aparecer, su brillo indica seguridad de que se avanza por buen rumbo, en pocas palabras, hacia buen destino y con buena suerte. También implica la muerte de los viejos esquemas mentales, una lenta purificación cognitiva en donde lo que se conoció y en lo que se creía ya no tienen importancia. Los conceptos viejos se desmoronan, el interior del hombre se limpia.

Cada estación de paso del antiguo mapa espiritual que representa el Tarot implica diferentes pruebas físicas, emocionales y espirituales. Cada arcano, una vez asumido, asimilado y superado, también conlleva recompensas: habilidades desarrolladas, poderes ganados, miedos dejados atrás, valores profundos acumulados, intuiciones obtenidas, etcétera.

3. La conexión entre un mapa del Egipto prehistórico y los Tarots europeos del Medioevo

Después de la Edad de Piedra, la geografía de las civilizaciones humanas cambió radicalmente. Continentes enteros se perdieron, se sumergieron bajo el océano o se separaron y sucumbieron en terremotos. Catástrofes climáticas sobrevinieron: congelamientos, diluvios, sequías, etc. El hombre antiguo fue extinguido en parte, su tiempo terminaba; también fue diezmado, perseguido, obligado a asimilarse y ocultarse. Un nuevo tipo de hombre, más racional pero también más violento y menos conectado con la naturaleza, comenzaba a aparecer.

Con las eras posteriores, hombres más modernos como los romanos y cristianos, en su ignorancia y búsqueda de riqueza sin precedentes, borraron muchas de las antiguas señalizaciones de las viejas rutas espirituales. Construyeron sus propios templos y edificios con las mismas rocas o sobre los cimientos de ancestrales lugares espirituales que no eran ni romanos ni católicos. No comprendían aquello sobre lo que estaban parados y que estaban a punto de derrumbar o sepultar, mucho menos les interesaba. En Europa y América fueron enterradas y borradas muchas señales y monumentos sagrados antiguos, aunque no todos y no del todo. Miles de Papisas, Locos, Magos y Hierofantes fueron cazados y asados en la hoguera, acusados de brujería. Otros pocos lograron camuflarse y continuar sus enseñanzas, asimilándose a los nuevos tiempos e inyectando su sabiduría a las nuevas generaciones pero de manera discreta.

A finales del siglo XIX el joven mago y psicólogo George Gurdjieff encuentra en las ruinas de la antigua Anatolia, en las faldas del Monte Athos y sepultados por lava volcánica, los planos de una hermandad ancestral dedicada a unificar los aportes de todas las religiones del mundo: la Hermandad Blanca. También dará con la pista de un mapa del Egipto prehistórico, anterior a las arenas. Se planteará recorrer una de las antiguas rutas espirituales descritas ahí y dar con la Hermandad Blanca, sus viajes lo llevarán por El Cairo, Afganistán, Persia, la India. En buena medida, gracias a él y a las enseñanzas dejadas por sus discípulos, principalmente por el psicólogo Piotr Ouspensky, es que conocemos del vínculo existente entre aquellas viejas rutas sagradas, sus monumentos prehistóricos y los arcanos del Tarot. Se sabe de Gurdjieff que poseía una capacidad mental sin precedentes para localizar monumentos paleolíticos y dólmenes mediante cálculos matemáticos. Con el tiempo, el mago se convertiría en uno de los mayores conocedores de las rutas ancestrales y de este tipo de edificios prehistóricos. También se sabía de él que era un gran iniciado en los secretos del Tarot, la medicina ancestral, la cábala y la astrología.

Al mismo tiempo que Gurdjieff, Aleister Crowley, un inquieto aristócrata inglés, escritor y estudioso de las ciencias ocultas, por mero accidente, mientras indaga en una antigua biblioteca de Londres, se encuentra con un antiquísimo manuscrito que describe los pasos para formar una Hermandad Dorada. Pronto se le unirán científicos y artistas de todo género como el poeta Yeats y el novelista Bram Stoker. Crowley iniciará un importante viaje que lo llevará a vivir e investigar en los lugares más dispares, la India, el Tíbet, México y Egipto, en busca de los eslabones de unión entre aquel Tarot del Egipto prehistórico y los Tarots medievales que se conocían en Europa.

En el fondo y en esencia, las búsquedas de ambos maestros eran semejantes.

Crowley se sumerge en oscuras bibliotecas de Egipto, Persia y Constantinopla. Se entrevista con gitanos, médicos, adivinos. Da con la pista de un libro fabricado con tablillas de arcilla, muy antiguo, cuyo origen se remonta al de unos habitantes desconocidos de Egipto antes del Diluvio Universal. Los derviches y gitanos le rebelarán que se trataba del Libro de Toth, un conjunto de tablillas que fue parte de la colección de la Biblioteca de Alejandría, quemada por el capricho de emperadores romanos cristianos. Las búsquedas de Crowley lo llevarían hasta el límite de rastrear en cuevas en el desierto e indagar en mercados de libros viejos en Turquía, Afganistán, Líbano, etc., recopilando fragmentos, entrevistando magos y prestidigitadores, utilizando incluso métodos espiritistas para tratar de recabar información de personajes pertenecientes a otras dimensiones o ya trascendidos.

Aparentemente, después de haber sido alguna vez una ruta de iniciación de antiguos caminantes espirituales que se extendía más allá de las fronteras entre continentes, el Tarot fue asimilado a un conjunto de tablillas que presumiblemente se tiraban e interpretaban de manera análoga a nuestro moderno Tarot, indicando los pasos que debía dar el buscador o el aprendiz de mago en su desarrollo. Sin embargo, para cuando Crowley pretendía rastrear el Libro de Toth, al parecer éste ya había desaparecido en las llamas del incendio de Alejandría o en las cenizas del polvo del tiempo.

Sus esfuerzos lo llevarían a crear su famoso Tarot de Toth, fruto de investigaciones tan prolongadas y extenuantes que consumieron prácticamente su vida entera.

Para concluir, tanto las búsquedas de Gurdjieff como de Crowley proporcionan información muy factible de la presunta conexión entre los arcanos del Tarot, el Libro de Toth, perteneciente a las culturas egipcias y caldeas de la prehistoria, y por otra parte, un vínculo muy importante con unas lejanas rutas espirituales de antiguos caminantes e iniciados desde la Edad de Piedra.

http://pijamasurf.com/2015/10/el-hombre-paleolitico-y-el-origen-de-los-simbolos-del-tarot/

El mundo de las religiones evoluciona hacia el pluralismo religioso

Se abre una nueva actitud que implica reconocer valores positivos en los que no son como nosotros
El pluralismo religioso no es algo nuevo. A él nos hemos referido en diversos artículos en ‘Tendencias21 de las Religiones’ en estos últimos años. El teólogo belga Jacques Dupuis puso las bases teológicas para justificar no solo la oportunidad sino también la necesidad de un diálogo interreligioso que diera respuesta a las grandes incertidumbres de nuestra época. Incluso la reciente Carta encíclica del Papa Francisco, ‘Laudato si’, concluye con una “Oración interreligiosa por nuestra tierra”. Una nueva actitud que reconocer valores positivos en los que no son como nosotros. Por María Dolores Prieto Santana.Juan José Tamayo. Imagen: Helengc. Fuente: Wikimedia Commons.
En diversos artículos publicados en Tendencias21 de las Religionesdurante los años 2014 y 2015 se ha insistido en que una de las líneas hacia donde apuntan las tradiciones religiosas exige el diálogo.

En todo el mundo y en todas las tradiciones culturales y religiosas crece la necesidad de aceptar el pluralismo para reforzar la identidad propia y afirmar más la presencia religiosa en una sociedad secular. Síntesis como Hacia una teología cristiana del pluralismo religioso (Sal Terrae, 2000) y El cristianismo y las religiones. Del desencuentro al diálogo (Sal Terrae, 2002) de Jacques Dupuis; o, de Juan José Tamayo,Otra teología es posible. Interculturalidad, pluralismo religioso y feminismos, (Herder 2012) y El diálogo interreligioso ante los desafíos de nuestro tiempo, (ADGN, Valencia 2010); y también Teología del pluralismo religioso (Quito, 2004) de José María Vigil, han llegado al público de habla hispana.

Como apunta el jesuita teólogo Jacques Dupuis, cuando hablamos de “teología de las religiones” o del “pluralismo religioso”, no se debe entender el genitivo sólo en sentido objetivo, como si se tratase de un objeto nuevo sobre el que investigar. Más que un nuevo tema para la reflexión teológica, la teología de las religiones (como ha sucedido con la llamada teología de la ciencia) debe ser considerada como un nuevo modo de hacer teología en un contexto interreligioso. Es reflexión teológica sobre el diálogo y en el diálogo. Es teología dialógica interreligiosa, como apunta el teólogo Albert Moliner.

El pluralismo religioso no es algo nuevo

Como apunta el teólogo Jacques Dupuis (El cristianismo y las religiones. Del desencuentro al diálogo , Sal Terrae, 2002), el pluralismo religioso no es algo nuevo. El cristianismo naciente, desde la época apostólica, tuvo que situar su mensaje en el contexto de las culturas de su época. Primero, tuvo que reelaborarse conceptual y existencialmente en su relación con el judaísmo del que había surgido. Posteriormente, el cristianismo tuvo que situarse y expresarse con relación a las otras culturas y religiones con las que se encontró en el camino.

Fue necesario un largo proceso de mestizaje, inculturación, búsqueda y defensa de la propia identidad, construcción de nuevos conceptos, adaptaciones lingüísticas y recomposiciones filosóficas. No fue fácil salvar la propia identidad a la par de mantener una actitud abierta y receptiva sin caer en el sectarismo ni en el sincretismo. Esta ha sido una larga tarea que se prolonga a lo largo de toda la historia del cristianismo. Una de las tendencias más marcadas de la tradición religiosa cristiana durante veinte siglos ha sido esta: ser fiel a la aguda conciencia que nuestro mundo ha alcanzado de la aceptación del pluralismo de las culturas y de las tradiciones religiosas, y también del derecho a la diferencia que pertenece a cada una de ellas.

No es necesario desarrollar aquí las numerosas razones de tal toma de conciencia. Son bien conocidas y pertenecen al orden político y económico, y también al ámbito humano, cultural y religioso.

Lo que a los lectores de Tendencias21 de las Religiones les puede interesar es preguntarse una vez más qué es lo que tiene que decir tal conciencia nueva del pluralismo religioso, difundido en nuestro ambiente, con respecto a la praxis de las diversas tradiciones religiosas, y en concreto, con respecto a la praxis cristiana dominante en nuestra cultura de habla hispana.

Son numerosas las preguntas que afloran a nuestra mente: ¿qué actitud vital e intelectual parece más razonable hoy con respecto a “los otros”,  cualesquiera que sean: musulmanes, budistas, hindúes u otros? ¿Es posible el diálogo? ¿Qué tipo de diálogo? ¿Significa esto rebajar nuestras exigencias creyentes?

Parece claro que una nueva actitud de las tradiciones religiosas hacia las otras tradiciones implica que se reconocen valores positivos en los que no son como nosotros. En concreto, dentro de la Iglesia católica, una nueva actitud con respecto a las otras religiones está ligada al hecho de que se reconozca los valores positivos que se encuentran en ellas. Esta actitud está creciendo en estos meses gracias a la actitud marcadamenteecuménica e interreligiosa del papa Francisco. Su discurso en Sarajevo merece una atenta lectura.

Por eso no hay que maravillarse si el discurso actual sobre el diálogo interreligioso tiene un aspecto de novedad. Antes del Concilio Vaticano II no se había hablado de él.

Por otro lado, se sabe que la encíclica Ecclesiam Suam de Pablo VI, publicada precisamente durante el Concilio, en 1964, sirvió a este de poderoso estímulo. El papa describía a la Iglesia como realidad destinada a prolongar el diálogo de salvación que Dios había mantenido con la humanidad a lo largo de siglos. Y trazaba cuatro círculos concéntricos de diálogo por parte de la Iglesia: diálogo con todo el mundo, diálogo con los miembros de otras religiones, diálogo con los otros cristianos, y, por último, diálogo dentro de la propia Iglesia. Estos cuatro círculos concéntricos de diálogo fueron retomados –en sentido contrario – por la conclusión de la constituciónGaudium et Spes del Concilio Vaticano II.

El diálogo y el pluralismo en el Concilio Vaticano II

Será necesario tener en cuenta que el papa Pablo VI, aun cuando recomendaba el diálogo interreligioso, no se pronunciaba sobre el puesto exacto que tal diálogo podía ocupar en la misión de la Iglesia.

La razón es que el diagnóstico hecho por el papa sobre el valor de estas religiones seguía siendo notablemente negativo. Muy diferente al que medio siglo más tarde ofrece el papa Francisco.

De hecho, en la posterior exhortación apostólica, Evangelii Nuntiandi, de 1975, Pablo VI mantenía aún una valoración negativa de las otras tradiciones religiosas: en su opinión, representaban la religiosidad “natural” de los humanos, mientras que el cristianismo era la única religión “sobrenatural”.

Como consecuencia, “los otros” eran vistos sólo como beneficiarios de la misión evangelizadora de la Iglesia. Y esta era concebida aun principalmente en función del anuncio del Evangelio y de las actividades eclesiales relacionadas con él. Pablo VI, que en la encíclica Ecclesiam Suam se había convertido en el papa del diálogo, en el documento posterior no hablaba en modo alguno del diálogo.

El Concilio Vaticano II tampoco se pronunció sobre la pertenencia del diálogo a la misión de la Iglesia. Por todas partes en los documentos conciliares la misión evangelizadora sigue estando estrechamente identificada con el anuncio o la proclamación de Jesucristo a los “no cristianos”, a fin de invitarlos a la conversión al cristianismo.

El Concilio recomienda positivamente el diálogo interreligioso como por ejemplo, en el decreto [Nostra Aetate , número 2, o en la Constitución Conciliar Gaudium et Spes, número 92]; aunque el diálogo pueda parecer importante, en ningún texto se dice que pertenezca a la misión de la Iglesia como tal.

Aunque sea significativo y meritorio en relación con la evangelización, el diálogo no representa más que una primera aproximación a los “otros” y se le podría seguir aplicando el término teológico preconciliar de “pre-evangelización”.

Sin embargo, la situación ha cambiado mucho en estos años. Baste, como ejemplo, esta nota de prensa correspondiente a mayo de 2015 (publicada por ACI), en la que el papa Francisco se dirige a los obispos de Mali :

«El Papa Francisco recibió este jueves a los obispos de Mali en visita ad limina y  los alentó a continuar con el diálogo interreligioso con los musulmanes, dando un ‘testimonio de fe todavía más incisivo, fundado en una aceptación incondicional de los valores del Evangelio’.

En el texto entregado a los obispos, Francisco dirige la atención ‘hacia la persona de Cristo en la delicada situación que desde hace algunos años vive el país que, entre otras, se enfrenta también con dificultades de seguridad’.

El Papa se muestra consciente de que ‘esta situación ha perjudicado a veces la convivencia entre los diversos componentes de la sociedad, socavando también la armonía entre los hombres y mujeres de distintas religiones presentes en la tierra de Mali, rica de un pasado glorioso, sinónimo de tradiciones admirables, entre las que se cuentan la tolerancia y la cohesión’.

Agradeció el trabajo de la Conferencia Episcopal en el diálogo interreligioso puesto que ‘el compromiso conjunto de los cristianos y musulmanes para salvaguardar los tesoros culturales de Mali, sobre todo las grandes bibliotecas de Tombuctú, patrimonio la humanidad, es un ejemplo elocuente'».

El fundamento teológico del diálogo interreligioso

Para establecer el fundamento de las “relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas”, y especialmente del diálogo interreligioso, la declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano II afirmaba que “todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la haz de la tierra y tienen también el mismo fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán bajo su luz” (número 1).

De este modo, el diálogo se establece sobre un fundamento doble: la comunidad, que tiene su origen en Dios a través de la creación; y su destino en él a través de la salvación en Jesucristo. No se dice nada respecto a la presencia y la acción del Espíritu de Dios operante en todos los seres humanos y en todas las tradiciones religiosas.

Un estudio de los documentos del Vaticano II muestra que el Concilio redescubrió sólo de manera progresiva la acción del Espíritu y que los frutos de tal redescubrimiento se encuentran principalmente en la constitución conciliar Gaudium et Spes. La convicción de que el Espíritu de Dios está universalmente presente y activo en la vida religiosa de “los otros” y en las tradiciones religiosas a las que pertenecen, al igual que está presente en medio de la de los cristianos y en la Iglesia, es también un redescubrimiento posconciliar, de acuerdo con Jacques Dupuis.

Desde este punto de vista, la importancia de tal visión para establecer el fundamento teológico del diálogo interreligioso, no puede pasar desapercibida. Esto constituye el tercer elemento fundamental.

Pero tal visión se ha impuesto con lentitud. No hay ningún indicio de ella en el magisterio de Pablo VI. Para demostrarlo, basta con mostrar que en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (1975), que resume el trabajo del sínodo de los obispos sobre la evangelización del mundo moderno, el Espíritu aparece solo por el hecho de que estimula a la Iglesia y la hace idónea para cumplir su misión evangelizadora (número 75), la cual consiste primaria y principalmente en el anuncio del evangelio.

La aportación aperturista de Juan Pablo II

Demos un paso más. La presencia y la acción universal del Espíritu de Dios entre los “otros” y en sus tradiciones religiosas representan la aportación más importante de Juan Pablo II al fundamento teológico del diálogo interreligioso. No es necesario citar de nuevo los textos. Bastará recordar sus ideas principales.

El papa afirma que la “creencia firme” de los seguidores de otras religiones “es efecto también del Espíritu de verdad que actúa más allá de los confines visibles del Cuerpo Místico” (Redemptor hominis , 1979, número 6).

Más aún: en el importante discurso pronunciado por el papa a los miembros de la Curia romana el 22 de diciembre de 1986 [el texto del discurso del papa a los miembros de la Curia romana se puede leer en Ecclesia,número 2302, 1987, pág. 71-75] el papa quiso justificar teológicamente el “acontecimiento” de la Jornada mundial de oración por la paz, que se había celebrado en Asís dos meses antes. El papa consideró el fundamento teológico del diálogo tal como había sido expuesto por el concilio – la unidad de origen y de destino en Dios de todo el género humano a través de la creación y de la redención – y percibió en él un “misterio de unidad” que une a todos los seres humanos, por muy diversas que puedan ser las circunstancias de sus vidas: “Las diferencias son un elemento menos importante respecto a la unidad, que, en cambio, es radical, básica y determinante” (número 3). Y Juan Pablo II insiste: a la luz de este doble “misterio de unidad”, “las diferencias de todo tipo, y en primer lugar las religiosas, en la medida en que son reductoras del designio de Dios, se revelan como pertenecientes a otro orden […]. Deben ser superadas en el avance hacia la actualización del grandioso designio de unidad que preside la creación” (número 5). A pesar de tales diferencias, percibidas a veces como divisiones insuperables, todos los humanos “están incluidos en el grande y único designio de Dios, en Jesucristo” (número 5).

Y más adelante: “La unidad universal fundada en el acontecimiento de la creación y de la redención necesariamente tiene que dejar una huella en la realidad viva de los hombres, incluso pertenecientes a religiones diversas” (número 7). Estas “semillas de la Palabra” sembradas entre los “otros” constituyen el fundamento concreto del diálogo interreligioso alentado por el Concilio.

A tal “misterio de unidad”, fundamento del diálogo, añadía el papa Juan Pablo II un tercer elemento: la presencia activa del Espíritu de Dios en la vida religiosa de los “otros”, especialmente en su oración: “Podemos mantener, en efecto, que toda oración auténtica es suscitada por el Espíritu Santo, el cual está misteriosamente presente en el corazón de todo hombre” (número 11).

Habría que citar expresamente el texto de la encíclica Dominum et vivificantem (1986) sobre el Espíritu Santo. En ella, el papa amplía las ideas del discurso mencionado con un desarrollo teológico de gran alcance sobre la presencia universal del Espíritu a través de toda la historia de la salvación, desde el principio y, después del acontecimiento Jesucristo, mucho más allá de los confines de la Iglesia.

Más aún: en la encíclica Redemptoris missio (1990) se afirma explícitamente que la presencia del Espíritu no solo se extiende a la vida religiosa de los individuos, sino que afecta también a las tradiciones religiosas a las que pertenecen: “La presencia y la actividad del Espíritu no afectan únicamente a los individuos, sino también a la sociedad, a la historia, a los pueblos, a las culturas y a las religiones” (número 28).

Estas ideas están presentes en el magisterio y, sobre todo, en la actividad del papa Francisco que ha mostrado en muchas ocasiones su cercanía afectiva a los hombres y mujeres de otras tradiciones religiosas.

A través de estos textos surge gradualmente la misma doctrina: el Espíritu Santo está presente y activo en el mundo, en los miembros de otras religiones y en las mismas tradiciones religiosas. Toda oración auténtica (aunque se dirija a un Dios aún desconocido), los valores y las virtudes humanas, los tesoros de sabiduría escondidos en las tradiciones religiosas y, por tanto, también el diálogo y el encuentro auténtico entre sus miembros, son variados frutos de la presencia activa del Espíritu, concluye Jacques Dupuis.

Algunas consecuencias

De todo lo dicho se deducen algunas consecuencias importantes para el necesario diálogo interreligioso. Tal diálogo tiene lugar entre personas que están ya vinculadas entre sí en el Reino de Dios inaugurado en la historia en Jesucristo. Pese a que pertenecen a religiones diferentes, tales personas están ya en comunión unas con otras en la realidad del misterio de la salvación, aunque entre ellas se mantiene una distinción en el nivel del “sacramento”, es decir, del orden de mediación del misterio.

No obstante, la comunión en la realidad es aún más fundamental y tiene más peso que las diferencias en el nivel del signo. Esto explica la profunda comunión en el Espíritu que el diálogo interreligioso puede establecer, si es sincero y auténtico, entre los cristianos y los otros creyentes.

Esto muestra también por qué el diálogo interreligioso es una forma de compartir, un dar y recibir; en definitiva, muestra por qué no es un proceso unidireccional: no es un monólogo sino un diálogo. La razón es que la realidad del reino de Dios es compartida ya en el intercambio recíproco. El diálogo hace explícita esta comunión preexistente en la realidad de la salvación, que es el reino de Dios venido para todos en Jesús.

Probablemente, nada ofrece al diálogo interreligioso una base teológica tan profunda y una motivación tan verdadera como la convicción según la cual, a pesar de las diferencias que los distinguen, quienes pertenecen a las diversas tradiciones religiosas caminan juntos –como miembros que participan juntos del reino de Dios en la historia – hacia la plenitud del reino, hacia la nueva humanidad querida por Dios para el final de los tiempos, de la que son llamados a ser co-creadores bajo Dios.

 

Paul F. Knitter. Imagen: Gakuro. Fuente: Wikipedia.

Paul F. Knitter. Imagen: Gakuro. Fuente: Wikipedia.

Los desafíos y los frutos del diálogo

La teología del diálogo interreligioso parece estar bien fundamentada. Pero la dificultad mayor se encuentra en su desarrollo práctico. ¿Cómo llevar a la práctica de las diferentes tradiciones religiosas la actitud y el proyecto de diálogo? ¿Cómo salvar los evidentes retos prácticos que este diálogo comporta? Porque no se trata solo de celebrar juntos unas jornadas de diálogo interreligioso, e incluso de orar juntos  puntualmente. Se trata de construir juntos una cultura de diálogo permanente. Y esto comporta retos que no son fácilmente salvables.

Para el teólogo Jacques Dupuis, las condiciones de posibilidad del diálogo interreligioso han ocupado un lugar importante en el debate sobre la teología de las religiones.

Así, por ejemplo, para hacer viable este diálogo, el teólogo Paul F. Knitter, entre los llamados “teólogos del pluralismo religioso”, defendió el paso del paradigma del cristocentrismo al del teocentrismo; es decir, delinclusivismo al pluralismo.

En efecto: la pregunta que Knitter se hacía es: ¿cómo va a poder el diálogo interreligioso ser sincero – y simplemente honesto –, si la parte cristiana lo entabla desde una idea preconcebida, un prejuicio preconstituido respecto a la unicidad “constitutiva” de Jesucristo, salvador universal de la humanidad? Nos recuerda a aquella frase que se atribuye al dramaturgo Muñoz Seca que, cuando un protestante quiso catequizarle dijo: “Si no creo en mi religión que es la verdadera, ¿cómo voy a crees en la suya que es falsa?”.

Según la opinión de los teólogos “pluralistas”, una cristología constitutiva e inclusivista, según la cual la humanidad entera es salvada por Dios en el acontecimiento Jesucristo, no deja espacio a un diálogo auténtico. Se hace notar que el diálogo no puede ser sincero si no tiene lugar en un plano de igualdad entre los interlocutores.

Desde este punto de vista, la Iglesia y los cristianos, ¿pueden ser sinceros cuando declaran su voluntad de entablar un diálogo, si no están dispuestos a renunciar a las afirmaciones tradicionales sobre Jesús como salvador constitutivo de la humanidad ?

Esta cuestión implica el problema de la identidad religiosa en general, y de la identidad cristiana en particular, junto a la apertura a los “otros” que requiere el diálogo. Esta es la opinión de Knitter, que expone crudamente el desafío para un diálogo en profundidad.

La respuesta de Jacques Dupuis al desafío de Knitter
           
No es fácil encontrar una respuesta al desafío que propone Knitter a las posibilidades de un diálogo interreligioso. Para Jacques Dupuis, puede haber una salida razonable. En primer lugar, con el pretexto de la honradez del diálogo no hay que poner ni siquiera temporalmente entre paréntesis la propia fe. No hay que renunciar a las propias creencias. No hay que realizar una epojé, una suspensión de juicio, esperando –como se ha sugerido – redescubrir eventualmente la verdad de esa fe a través del mismo diálogo. Tal vez aquí esté la tendencia de las religiones para el siglo XXI.

Por el contrario, la honradez y la sinceridad del diálogo requieren específicamente que los diversos interlocutores lo entablen y se comprometan a mantenerlo en la integridad de su fe. Toda duda metódica- apunta Dupuis- y toda reserva mental están aquí fuera de lugar. Si no fuese así, no se podría hablar de diálogo interreligioso o entre las confesiones. Después de todo, en la base de una tradición religiosa auténtica hay una fe, un conjunto de creencias y convicciones, que le confiere su carácter específico y su identidad peculiar.

Esta fe religiosa –prosigue Dupuis – no es más negociable en el diálogo interreligioso que en la propia vida personal. No se trata de una mercancía que se pueda repartir o intercambiar; se trata de un don recibido de Dios, del que no se puede disponer a la ligera.

Por la misma razón, así como la sinceridad del diálogo no autoriza a poner entre paréntesis la propia fe, ni siquiera provisionalmente, del mismo modo su integridad prohíbe cualquier compromiso o reducción.

El diálogo auténtico no admite tales recursos. El diálogo no admite el sincretismo que, en la búsqueda de un terreno común, trata de pasar por alto la oposición y las contradicciones entre los credos de tradiciones religiosas diferentes a través de alguna reducción o restricción de sus contenidos. Pero el diálogo no admite tampoco el eclecticismo, que, en la búsqueda de un denominador común entre las varias tradiciones religiosas, escoge elementos dispersos y los combina en una amalgama informe e incoherente.
Para ser verdadero, el diálogo interreligioso no puede buscar la facilidad que, en cualquier caso, es ilusoria.

Más bien, sin querer esconder las contradicciones existentes entre las tradiciones religiosas, el diálogo debe reconocerlas donde existen, y afrontarlas con paciencia y de manera responsable. Esconder las diferencias y las posibles contradicciones sería un fraude y, de hecho, terminaría en realidad privando al diálogo de su objeto. Después de todo, el diálogo busca la comprensión en la diferencia, en un aprecio sincero a convicciones diferentes de las propias. Por ello lleva a cada interlocutor a preguntarse por las implicaciones de las convicciones personales de los otros para la propia fe.

El diálogo como comprensión de la diferencia

Si se da por sentado que los cristianos no pueden ocultar, en la praxis del diálogo interreligioso, su fe en Jesucristo, a su vez reconocerán en sus interlocutores, que no comparten su fe, el derecho y el deber inalienables de comprometerse en el diálogo manteniendo sus convicciones personales – y también las pretensiones de universalidad que pueden ser parte de su fe -. Es en esta fidelidad a las convicciones personales, no negociables, aceptadas honradamente por ambas partes, donde el diálogo interreligioso tiene lugar “entre iguales” – en sus diferencias, concluye Dupuis.

Hemos de tener en cuenta que en toda fe y convicción religiosa existe el peligro, y es un peligro real, de “absolutizar” lo que no es absoluto. Es el peligro del fundamentalismo religioso que puede llegar al integrismo y al fanatismo. Un ejemplo concreto, por lo que respecta al cristianismo y la fe en Jesucristo, consiste en el modo de entender la plenitud de la autorrevelación de Dios en la humanidad de Jesucristo.

Esta plenitud no es “cuantitativa” sino “cualitativa”: no es una plenitud extensiva y omnicomprensiva del misterio divino, como si ya no quedase nada por descubrir de éste en la “reserva escatológica”, sino una plenitud de intensidad, por el hecho de que en su conciencia humana Jesús vivió sus relaciones interpersonales con el Padre y el Espíritu Santo, las cuales constituyen el misterio intrínseco de la vida divina.

Por consiguiente, hay que combinar la adhesión a la propia fe y la apertura al “otro”. Parece que una cristología constitutiva en el sentido de Knitter que profesa la salvación universal en el acontecimiento Jesucristo hace posible ambas realidades. La identidad cristiana está ligada a la fe en la mediación constitutiva y en la plenitud de la revelación divina en Jesucristo, las cuales deben ser entendidas sin reduccionismos, por una parte, y sin absolutismos exclusivos, por otra.

En cualquier caso, con las cautelas que hemos indicado, es cierto que el diálogo interreligioso, por ser verdadero, requiere que ambos interlocutores hagan el esfuerzo positivo por entrar, en lo posible, en la experiencia religiosa y en la visión general del otro. Se trata del encuentro, en la misma persona, de dos modos de ser, de ver y de pensar. Este “diálogo interreligioso” es una preparación indispensable para un intercambio entre personas en el diálogo interreligioso.

El diálogo enriquece a ambas partes

El fruto fundamental de diálogo interreligioso es el enriquecimiento intelectual y afectivo de ambas partes. La interacción entre el cristianismo y las religiones asiáticas, el hinduismo y el budismo en particular, ha sido concebida de forma diferente por varios promotores del diálogo interreligioso.

El teólogo Aloysius Pieris ve la tradición cristiana, por una parte, y la tradición budista, por otra, como “dos modelos religiosos que, lejos de ser contradictorios, son en realidad en sí mismos incompletos y, por tanto, son complementarios y se corrigen mutuamente”. Representan “los dos polos de una tensión, no tanto geográfica como psicológica. Son dos instintos que surgen dialécticamente de la zona más profunda de cada individuo, sea cristiano o no lo sea. Nuestro encuentro religioso con Dios y los seres humanos estaría incompleto sin esta interacción”.

Pieris afirma que estos dos polos complementarios son el polo agápico (en el cristianismo) y el gnóstico (en el budismo). Se sugiere de forma natural un paralelo entre los dos fundadores históricos, Jesús el Cristo y Gautama el Buda. La cuestión que se plantea es la de una posible complementariedad entre los valores salvíficos representados por los dos y que se pueden encontrar en las tradiciones religiosas que llevan su nombre.

Por otra parte, el teólogo John A. T. Robinson habla de “dos ojos” de la verdad y de la realidad: el cristianismo occidental representa uno de ellos y el hinduismo el otro. Y de forma más general, occidente representa el primero y oriente el segundo. Robinson ve la polaridad de los dos “centros” como la polaridad entre el principio masculino y el femenino.

Otro teólogo (del cual ya hemos hablado en Tendencias21), John B. Cobb, defiende, más allá del diálogo, una “transformación mutua” del cristianismo y del budismo. Tal transformación será el resultado de la ósmosis entre aproximaciones complementarias a la realidad, es decir, entre las cosmovisiones características de las dos tradiciones.

El punto de vista de Raimon Panikkar es diferente. Insiste en el hecho de que las diversas tradiciones religiosas difieren entre sí y tienen que mantener su identidad. Rechaza todo lo que pueda sonar a “eclecticismo” que diluiría las respectivas identidades. La fe no puede ser “puesta entre paréntesis” para hacer más fácil el diálogo. Aunque el “misterio cosmoteándrico ” objeto de la fe es común a todas las tradiciones religiosas, las “creencias” son diferentes. Panikkar sostiene que entre estas creencias se produce una “fecundación cruzada” – que él llama “sincretismo” – para un enriquecimiento mutuo.

 

Conclusión

¿Qué se puede concluir a propósito de los frutos del diálogo, si nos basamos en los principios antes enunciados? Para Dupuis hay que tener muy presente que el agente principal del diálogo interreligioso es el Espíritu de Dios que anima a las personas. El Espíritu actúa en las dos tradiciones religiosas que mantienen el diálogo: la cristiana y “la otra”. Por eso, el diálogo no puede ser un monólogo, es decir, un proceso unilateral.

Es también el mismo Dios el que realiza obras salvíficas en la historia humana y habla a los seres humanos en el fondo de sus corazones. El mismo Dios es a la vez el “Totalmente otro” y el “fundamento del ser” de todo lo que existe. Es el trascendente “más allá” y el inmanente “en el fondo”. El Padre de nuestro Señor Jesucristo – concluye Dupuis – y el Sí mismo en el centro del sí mismo. El mismo Dios está presente y actúa en las dos partes del diálogo.

Por ello, los interlocutores cristianos no se limitarán a dar, sino que también recibirán algo. La plenitud de la revelación en Jesucristo no nos dispensa de escuchar y recibir. No poseen el monopolio de la verdad divina. Por el contrario, tienen que dejarse poseer por ella. Aunque no hayan oído la revelación de Dios en Jesucristo, sus interlocutores en el diálogo pueden verse sometidos más profundamente a aquella verdad que aún están buscando, pero cuyos rayos irradian sus tradiciones religiosas (véase Nostra aetate, número 2).

Se puede decir con total certeza que, mediante el diálogo, los cristianos “encuentran a los seguidores de otras tradiciones religiosas para caminar juntos hacia la verdad” (Diálogo y misión , número 13). Tal vez sean estas las tendencias hacia las que se dirigen las tradiciones religiosas en el siglo XXI.

 

María Dolores Prieto Santana, antropóloga y educadora, colaboradora de Tendencias21 de las Religiones y de la Cátedra CTR.
http://www.tendencias21.net/El-mundo-de-las-religiones-evoluciona-hacia-el-pluralismo-religioso_a41463.html

«Con el espíritu y el corazón abiertos» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«¡Cuánta gente se pasa una parte de su vida en reuniones en dónde se debaten interminablemente los mismos proyectos sin llegar nunca a ponerse de acuerdo! Si fuesen capaces de dar pruebas de comprensión y de amor los unos con respecto a los otros, sería más fácil. Pero vienen sin amor, no hacen más que criticarse, contradecirse, oponerse y por eso no encuentran solución. Cuando nos sentamos en una misma mesa para discutir con el espíritu y el corazón abiertos, bastan a veces cinco minutos para resolver un problema; pero, sin esta apertura, no se consigue nada, ni siquiera después de años de discusiones.
Si encontráis tantas dificultades para poneros de acuerdo con los demás, no debéis sentiros tan orgullosos. Reflexionad sobre qué es lo que os lo impide: ¿no será precisamente porque estáis cerrados? Poned un poco más de amor en vuestro corazón, vuestra comprensión mejorará y los problemas encontrarán una solución. Os iréis felices, asombrados incluso de que las cosas se hayan resuelto de forma tan sencilla.»


www.prosveta.com

«Los nuevos posters de ‘Star Wars’ son todos acerca de la señal de un solo ojo»

Los nuevos posters de 'Star Wars' son todos acerca de la señal de un solo ojo

Disney publico cinco posters de los personajes que promueven la muy esperada película ‘Star Wars: The Force Awakens (La Guerra de las Galaxias: La Fuerza Despierta)’. Los cinco de ellos prominentemente destacan la señal de un solo ojo, lo que indica que la película es parte de la Agenda de la élite.

En el 2012, la Compañía Disney adquirió Lucasfilm por $4050 millones y anunció tres nuevas películas de Star Wars. Ademas de la adquisición de los derechos hasta el tsunami de mercancías de Star Wars que está a punto de inundar los mercados, Disney se dio el lujo de moldear estas nuevas películas a su gusto.

Conociendo a Disney, sus ramificaciones y sus lazos con la élite, es mejor creer que los «mensajes» en estas nuevas películas se ajustarán estrechamente con la Agenda de la élite ocultista. Los nuevos carteles de los personajes publicados por Disney son una prueba temprana de este hecho. Cada uno de ellos – los buenos y malos – cuentan con un ojo claramente oculto por un arma. No importa de qué lado están, son propiedad de la élite.

El signo de un solo ojo en la cultura popular refleja la omnipresente fortaleza que la elite ocultista tiene en los medios de comunicación. Es su señal. En el caso de Star Wars, las cosas toman proporciones gigantescas debido a la extrema anticipación de la nueva película, la masiva cantidad de fans de la serie y el hecho de que los fans acérrimos abrazarán cada pieza de medios asociados con la película. En pocas palabras, es un paso más en convertir la cultura popular en una gran herramienta de propaganda para la élite ocultista.


Vigilant Citizen
C.1040.

«Si controlas la Energía, controlas la Salud» Rosa de las Nieves.


En el 1er Foro de las Ciencias Holísticas Akasha33, que tuvo lugar en Fuente el Saz los días 16, 17 y 18 de octubre de 2015.

Nuestro campo energético se ve afectado, diariamente, por una gran cantidad de impactos. Esto provoca un debilitamiento del mismo y nos hace enfermar. Trabajando con las energías, los resultados son asombrosos y en el tiempo, pues se sana la persona a nivel físico, emocional, mental y espiritual.


Organizado por http://www.akasha33.es/i
Mindalia Televisión

«El turismo del Silencio» José María Toro.

Una de las perversiones de nuestro sistema social y cultural está siendo la confusión e indiferenciación entre turismo y descanso.

El turismo no es descanso sino actividad.

Una actividad, por cierto, necesaria y tremendamente positiva y reconfortante. Viajar es una gran oportunidad para abrirnos y conocer otras geografías y gastronomías, para crear una distancia saludable de nuestro mundo habitual y relativizar, de paso, nuestros modos y maneras de conducir la existencia; darnos cuenta, reconocer y aceptar que hay otros paisajes, otras costumbres, otras fisonomías…. y poder abrazar más allá de todo eso, el corazón de una humanidad que se siente como “una”.

Cada viaje nos educa en nuestra aceptación gozosa de la unidad en la diversidad.

Nuestra mirada se recrea, nuestro corazón se expande y nuestro alma se engrandece con cada viaje.

Hacer turismo implica desplazamientos, muchas veces largos y continuos. El turista se adentra, voluntaria y gozosamente, en una incesante actividad: quiere verlo todo, conocerlo todo. Se levanta temprano y se acuesta tarde. Como suelo decir con cierta ironía “la vida del turista es muy dura”.

No es raro volver de un viaje intenso más cansado de lo que uno se fue. La emoción de lo vivido se coloco en un primer plano y no deja ver ni sentir el cansancio de tanto movimiento, de tanta intensidad. Un cansancio que pronto cobrará su factura.

Descansar es otra cosa y, como dice el Eclesiastés, “hay un tiempo para cada cosa”. Un tiempo para viajar y un tiempo para descansar. Actualmente el turismo ha sustituido al descanso en lugar de acompañarle y ha acabado usurpándole su propio espacio y tiempo.

El verdadero y más grande descanso es el descanso dentro de nosotros mismos, recorrer silenciosamente todas las costas y litorales de nuestro espacio interno. A veces nos encontramos en ese turismo interior con costas rocosas, grandes desiertos, inundaciones emocionales, abismos insondables….., paisajes desagradables y entornos de dolor. Por eso este tipo de turismo interior no suele promoverse por las agencias de viajes.

Meditar en silencio es el gran viaje, la gran travesía que nos conduce al espacio profundo de nuestro Misterio en el que podemos descansar y recomponernos verdaderamente. Es como el vuelo de un águila que, sin apenas ruido, mira desde lo alto, con cierta distancia y perspectiva, todo lo que se agita y se mueve en la superficie, pero sin descender a ella. Un viaje del que uno trae como souvenir un corazón sereno y un rostro iluminado.

Del libro LA SABIDURÍA DE VIVIR


jmtoroa.blogspot.com.es

» Leyes del alquimista Paracelso (1493-1541). ¿Cuáles te resultan útiles en el siglo XXI?»

1.- Lo primero es mejorar la salud.– Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas, masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un hábito que debes a tu propia dignidad.

2.- Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza. Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues éste depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3.- Haz todo el bien posible. Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

4.- Hay que olvidar toda ofensa, más aún: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo. Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablará así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en sí, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

5.- Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada. Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda una existencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiará en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ése es el daimon de que habla Sócrates.

6.- Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales. Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aún de tus más íntimos, todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

7.- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana. Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el DESASTRE. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, verás que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que allegan GRAN RIQUEZA, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan.

Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha; puede ser uno de los factores que a ella conduce, por el poder que nos da para ejercer GRANDES Y NOBLES obras; pero la DICHA MÁS DURADERA sólo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo SATÁN de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el EGOÍSMO. Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la vanidad. La HUMILDAD te sustraerá fuerzas y la VANIDAD es tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal conta el ESPÍRITU SANTO.

Teofrasto Paracelso, fue un alquimista, médico y astrólogo suizo.


Carmen Guerrero
planosinfin.com

¡Paremos el planeta! La Tierra padece serios síntomas marcianos

El descubrimiento de las causas de la desaparición de la atmósfera de Marte –la pérdida del campo magnético a causa del viento solar– augura un preocupante futuro para nuestro propio planeta.

Las últimas décadas han registrado una reducción en la intensidad del campo magnético terrestre. El ritmo de esta está acelerándose de forma dramática. Los polos magnéticos se desplazan cada vez más rápido por el planeta, lo que augura tiempos difíciles para la Tierra.

Dado que el campo magnético terreste no es generado por un imán sino por el movimientro de las aleaciones de hierro fundido del núcleo externo de la Tierra, los cambios en este desplazamiento alteran los parámetros del campo magnético e incluso pueden modificar la polaridad de este.

Según los últimos datos proporcionados por las sondas Swarm de la Agencia Espacial Europea, el campo magnético de la Tierra se está debilitando diez veces más rápido de lo que se pensaba, apunta el portalSlon.

Mientras en 1904 los polos magnéticos se desplazaban unos 15 kilómetros al año, este desplazamientro aumentó a 56 kilómetros anuales en 1989 para superar posteriormente los 60 kilómetros.

Los geofísicos llevan más de 15 años registrando un desplazamiento rápido del polo norte magnético desde Canadá hacia Siberia.

Al desviar las agujas de las brújulas, este fenómeno causa problemas de orientación para aquellos que no cuentan con sistemas de navegación satelital.

https://actualidad.rt.com/ciencias/191353-planeta-polos-magneticos-cambiar-ritmo-frenetico

Hallan indicios de que el agua existió en la Tierra desde su formación

Un grupo de investigadores de EEUU encontró indicios de que la Tierra tenía agua en su etapa de formación, según la revista Science.

El origen del agua está en el disco protoplanetario que existía hace 4.400 millones de años y contenía partículas de polvo con moléculas de agua pegadas, según nueva hipótesis.Los científicos llegaron a tal conclusión tras analizar con la ayuda de las más modernas tecnologías el contenido del deuterio (isótopo del hidrógeno) en unas rocas antiguas descubiertas en la isla de Baffin, Canadá, en 1985, que se habían formado del polvo protoplanetario y no sufrieron ningún impacto exterior durante la evolución de la Tierra.

El ratio del deuterio y el protio (otro isótopo del hidrógeno) en dichas rocas resultó ser aproximadamente el mismo que en los asteroides antiguos, lo cual significa que el agua no había llegado a la Tierra con cometas, como creían hasta ahora muchos científicos, sino que estuvo presente en las etapas iniciales de la formación de nuestro planeta.

Lea más en http://mundo.sputniknews.com/ciencia/20151113/1053608114/agua-tierra.html#ixzz3rOsfRPqd

Polémica: ¿Los días ya no duran 24 horas?

Foto ilustrativa

La versión de que la velocidad de rotación de la Tierra ha aumentado y, por consiguiente, se han acortado los días ha generado discusiones entre los especialistas. Mientras algunos insisten en que cada jornada tiene varias horas menos, otros refutan esa hipótesis y explican que cambios de tal envergadura habrían sido notados por todo el mundo.

De acuerdo con un estudio denominado Resonancia Schumann, que trata sobre la metafísica cuántica y la astrofísica metacuántica, desde 1980 la velocidad de rotación de nuestro planeta ha aumentado, por lo que los días habrían perdido ocho horas y solo durarían 16.

Según la teoría, este cambio encontraría su razón en las catástrofes climáticas.

No obstante, otros especialistas rechazaron esta hipótesis. Uno de ellos es el astrónomo Víctor Vera, de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad de San Marcos (Perú), quien explicó que «para que el tiempo varíe es necesario que la velocidad de la luz cambie», publicó ‘El Comercio‘, y agregó que «no se ha podido comprobar que la velocidad de la luz haya sufrido una variación en el tiempo cósmico».

«Todo sigue normal a escala cósmica. La variación de la duración del día tendría implicancias increíbles. Amanecería a las tres de la tarde, por ejemplo, y los telescopios tendrían que recalibrarse», siguió, para concluir que «si hubiera habido esta disminución tan drástica» lo hubieran notado «todos».

https://actualidad.rt.com/ciencias/191297-polemica-dias-duran-horas