EL CIELO EN LA TIERRA.
Reproducción parcial de la entrevista efectuada a Emilio Carrillo por Emma Vázquez publicada en Regreso al Hogar:
regresoalhogar.com/2016/06/08/entre-vista-desde-emilio-carrillo
Dada su extensión, su divulgación en este blog se realiza en nueve entregas.
¿Qué es para ti la Iluminación? ¿Es una creencia más para no aceptarnos tal y como ya somos y seguir “buscando”, huyendo del Aquí- Ahora, para encontrar un “estado de ser” mejor al que ya tenemos? ¿Es compatible vivir el Presente, sentir su perfección, con el “llegar a” (futuro) esa Iluminación, con Regresar al Hogar?
¿Quién quiere iluminarse? Ésa es la pregunta. Es el ego el que quiere iluminarse. Es el ego, ese piloto automático que activa la mente -que es, a su vez, el sistema operativo del «coche» (el yo físico, mental y emocional)- ante la ausencia de un mando consciente, el que aspira a iluminarse. Tú y yo –lo que realmente somos, el «Conductor» que somos (que ha encarnado en ese «coche» para experienciar la viviencia humana)-, no necesitamos iluminarnos. ¿Por qué? Porque ya lo estamos… porque ya lo somos. Ya está. Es así de sencillo.
Doy clases de «Espiritualidad en la vida cotidiana» en la Universidad de Barcelona. Y en el ámbito universitario y académico la gente es muy dada a las definiciones. Piden definiciones de todas las cosas y cuando le toca el turno, en las clases, a la iluminación, ahí también hay que dar una definición. Y la que comparto es Ésta: «la iluminación consiste en darse cuenta, precisamente, de la innecesariedad de la iluminación«. En esto consiste la iluminación. Una persona “iluminada” es la que ha tomado consciencia de que no tiene que iluminarse porque ya lo está, porque ya lo es, de manera innata, inevitablemente. Sólo tienes que darte cuenta, sólo tienes que ¡recordarlo! Y mientas intentes iluminarte, te alejarás de la iluminación. Cuando te percatas de que ya estás iluminado porque la iluminación es tu esencia, tu naturaleza, entonces ya está, lo has recordado y no tienes que buscarlo. Eso es la iluminación. Es así de sencillo.
Krishnamurti hablaba de ser una luz para ti mismo: la luz que ya eres. Es la mente la que se lanza y proyecta fuera de ti buscando la luz que ya está en ti. Es algo absurdo, pero, a la vez, francamente divertido y hay que tomárselo con mucho sentido del humor… La gente me pregunta: «Emilio, ¿qué puedo hacer para conectar con mi interior, para encontrarme conmigo mismo?». Y les digo: «Vamos a ver, ¿quién está haciendo esa pregunta?… Si tú eres tú, no tienes que encontrarte contigo. Ya lo eres. ¿Qué haces al formular esa pregunta, desde dónde la haces, dónde te has ido? ¿Te has salido de ti, estás hablándole a un espejo, te has vuelto esquizofrénico?. Date cuenta del absurdo: me dices que quieres encontrarte con lo que eres. Pero si es lo que eres, ¿cómo que tienes que encontratre contigo? Es algo ridículo: un juego de la mente… Deja a un lado las ficciones mentales y contempla la realidad: no tienes que conectar con lo que eres porque lo eres, porque es lo que eres y nada tienes que hacer para ello. Y si crees, bajo el influjo de la mente, que tienes que hacerlo, lo único que conseguirás será olvidarlo, olvidar quién eres, el Conducor que eres… ¿Desde dónde quieres conectar? ¿Quién es ése que quiere conectar contigo? ¿Quién me está hablando a mí?».
Realmente, en el símil del Conductor y el coche, es el coche, el mundo de la mente, el yo físico, mental y emocional, el que quiere conectar con el Conductor. Pero el coche jamás va a conectar con el Conductor. Es imposible. Cuando la gente se mete en su vehículo, en su utilitario de todos los días, a nadie se le pasa por la cabeza sentrase en el sillón y esperar que el coche conecte con ellos. No, tú eres el que arrancas el coche, el que tomas el volante, el que acelera para que avance… Eres tú el que tienes que llevar el mando de tu vida. Eres tú el que conecta con el coche y pones el coche a tu servicio.
Bueno, pues algo tan obvio, la gente, abducida por la mente, le da la vuelta, lo vuelve del revés. Ésta es la paradoja de consciencia que se da con la iluminación. «Quiero conectar con lo que soy». Ja, ja, ja… ¿Donde te has ido para decirme semejante pamplina?. Jamás conseguirás algo tan contradictorio y absurdo porque lo estás forumulando desde el olvido de lo que eres y la identificación con un plano, el coche, que jamás va a conectar con lo que eres, Conductor. Lo que tienes que hacer es simplemente recordar lo que eres. Tú no necesitas una brújula para encontrar lo que eres. Sencillamente, tienes un problema de amnesia. Y yo te puedo dar una pastilla contra la amnesia, no una brújula. Y la pastilla lleva inscrito sobre ella: «recuerda lo que eres y vive en coherencia con lo que eres«… Y, por supuesto, planeto todo esto desde el mayor respeto, compresión y compasión con tanta gente que pretende iluminarse.
Y además, con esto se da una paradoja que es igualmente divertida. A la gente que me dice: «Emilio, ¿cómo puedo conectar conmigo?», la contestación de corazón sería: «Mira, tengo dos opciones. La primera, decirte la verdad, lo real, y entonces no me vas a creer. La segunda, mentirte y entonces me vas a creer. Elige: ¿te digo la verdad para que no me creas o te miento para que pienses que te estoy diciendo la verdad?. Lo pongo en tus manos. Tú eliges».
Si a una persona le digo: «no tienes que hacer nada para iluminarte porque ya lo estás, porque ya lo eres«, entonces no me cree. Le estoy diciendo la verdad, pero no se lo cree.
En cambio, si le pongo por delante una tarea o mejor, una cadena de tareas, cuanto más farrogosas y dilatas y prolongadas en el tiempo mejor, entonces, aunque se trate de un engaño, porque lo real es que no tiene que hacer nada para iluminarse, entonces me cree, aunque sea mentira. ¿Por qué? Porque a la mente, que es la que está preguntando, al coche, que le va la marcha, y a los sistemas de creencias que has metido en tu cabeza le encantan los esfuerzos, los deberes, las obligaciones, el subir montañas… Y les encanta el tiempo, el futuro, mañana: meses, años de prácticas, lecturas y viajes, cúantos más años mejor, más credibilidad tiene, aunque sea una gran mentira porque la iluminación ya está en ti en el aquí-ahora…
¿De verdad quieres iluminarte¿ Pues mira toma buena nota: «Hay 100 libros que es imprescindibles que leas (le doy la relación con los 100 libros). Has de leerlos reflexionando mucho, pensando en profundidad acerca de sus contenidos. Y cuando lo hayas hecho, sólo entonces, hay cinco lugares en el mundo, lugares de energía, lugares mágicos, que tienes que visitar obligatoriamente (le doy una relación con cinco lugares repartidos por el planeta). Tienes que ir allí, a cada uno de ellos, para que sus respectivas energías activen potencialidades que tienes adormecidas. Y cuando hayas interiorizado los 100 libros y terminado el periplo por esos cinco lugares, estarás en condiciones de ir a un monasterio que está entre Marruecos y Argelia (le doy la indiciación de su ubicación exacta). Y en ese monasterio hay unos maestros sufís que te van a enseñar unas técnicas claves en tu proceso de iluminación. Y tienes que estar un año o año y medio en ese monasterio. Y finalmente, cuando salgas de él, tienes que irte al Tibet. Tienes que estar en contacto con los monjes budistas de allí y seguir la práctica de vida que ellos desarrollan. Por lo menos, por lo menos, durante dos años. Y todo esto es imprescindible, ¡eh!: los 100 libros, la visita a los cinco lugares, un mínimo de un años en el monasterio sufí y después el contacto con los monjes tibetanos al menos dos años. Y entonces, en función por supuesto de cómo tú hayas experienciado todo eso, entonces… puede ser que te ilumines».
Qué trola tan inmesa le acabo de largar, ja, ja, ja… Pero la persona en cuestión, en lugar de mandarte a la porra, me dice: «Ah, gracias, Emilio, muchas gracias, cómo se nota que eres un sabio, un maestro, muchas gracias, menos más que te has cruzado en mi vida…». Y se va muy agradecido, ja, ja, ja… Bueno, pues ya está: le he dado lo que quería, la mentira que su ego y su mente querían oír. Pero yo sé que no le he dicho lo real. Y, por tanto, nunca lo hago, porque no me dedico a engañar a la gente. Siempre les digo la verdad, aunque sé que, probablemente, me miren con incredulidad y decepción y se vayan a buscar a alquién más sabio que les cuente la retaila de mentitas que satisfagan a su mente y a su ego. Quizás por eso, cuando alguien me dice que se quiere iluminar, la mejor respuesta sea la risa, una sonora carcajada. Y a ver si con la risa, esa persona se da cuenta de la estupidez que está planteando.
Hay por internet una persona que da charlas (se localiza en Youtube como ‘El Buda de la risa’) que se ríe de las preguntas que le hacen. Y efectivamente, la pregunta de «cómo iluminarme», la respuesta que merece es una enorme carcajada. A ver si de esa manera la persona se da cuenta de lo absurdo de lo que está diciendo.
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