Somos seres multidimensionales, es decir, habitamos en distintos planos de existencia simultáneamente (el físico, el emocional, el mental, el causal, etc.), pero nuestra consciencia permanece siempre anclada al cuerpo más denso que ocupamos, que en estado de vigilia es el cuerpo físico. Sin embargo, todas las energías procedentes de estas otras esferas de la realidad en las que también estamos presentes, son canalizadas y transferidas a nuestro cuerpo físico para que podamos expresarnos tal y como lo hacemos en nuestra vida terrena. Este cometido lo desempeña nuestro cuerpo energético en el plano etérico.
La función del cuerpo energético o vital por consiguiente es doble, de un lado sintetiza las múltiples frecuencias de alta vibración que proceden de esas otras esferas de la realidad transformándolas en intensidades aptas para la vida orgánica, y del otro confiere vida al cuerpo físico nutriéndolo permanentemente de energía vital a fin de que éste pueda cumplir con su función biológica. De esto se desprende que un cuerpo físico saludable es el reflejo de un cuerpo vital armonizado y que un cuerpo vital debilitado o parcialmente bloqueado es la principal causa de molestias, dolores y enfermedades que tarde o temprano acabarán cristalizando en el cuerpo físico.
En la actualidad son muchas las terapias naturales y técnicas de sanación cuyo objetivo no es otro que el de restablecer este flujo de energía vital al que algunas otras culturas también denominan Ki, Chi o Prana. Y milenarios son los tratados de medicina natural de buena parte del mundo que describen con detalle la composición de nuestro cuerpo energético como un tejido invisible que recubre e interpenetra el cuerpo físico. Tenemos los meridianos de la medicina tradicional china y sus puntos de acupuntura, los puntos marma de la medicina ayurvédica de la India, los puntos jin shin jyutsu originarios del Japón y los siete centros energéticos principales o chacras por todos conocidos, entre otros.
La autenticidad que la ciencia médica oficial otorga tanto a la existencia de este cuerpo energético como a sus diferentes técnicas de sanación, es en la actualidad bastante aceptable si tenemos en cuenta que no es posible estudiar ni su composición ni su localización a través del método científico convencional. Por fortuna, son tan evidentes los efectos favorables que resultan de su aplicación terapéutica, que cualquier intento por negar esta realidad resultaría del todo en vano. De hecho, cualquier persona que se lo proponga es capaz de interactuar con su propio cuerpo vital y armonizarlo de manera intuitiva sin tener que disponer de ningún don o talento especial.
El cuerpo vital es invisible a los sentidos físicos debido a que se encuentra en un espacio dimensional distinto al del cuerpo físico, sin embargo, tal es su proximidad al plano físico que muchas personas son capaces de vislumbrar este cuerpo sutil como una especie de halo lumínico evanescente que rodea y envuelve al cuerpo físico.
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