Te contamos cómo los científicos George y Roberta Poinar utilizaron fósiles en ámbar para hacer una «paleo-reconstrucción» de un ecosistema que existió hace 45 millones de años y por qué su trabajo inspiró la película «Jurassic Park»
A comienzos de los años 80 del siglo pasado, los naturalistas estadounidenses George y Roberta Poinar descubrieron algo increíble: que insectos prehistóricos atrapados y preservados en piedras de ámbar (o resina fósil) tenían algunas células intactas, incluyendo partes de su ADN.
Si viste la película Jurassic Park («Parque Jurásico») -o cualquiera de sus varias secuelas- es probable que esto te sea conocido. En esos films, científicos logran usar ADN extraído de mosquitos fosilizados en ámbar para volver a dar vida a los dinosaurios.
El vínculo no es casual: Michael Crichton, quien escribió el libro Jurassic Park y lo adaptó para el popular film de Steven Spielberg, se inspiró en el trabajo de los Poinar, quienes además permitieron que se filme su laboratorio para algunas escenas de la película.
La pareja -él es entomólogo y ella microscopista electrónica- fue la primera en advertir sobre las propiedades extraordinarias que tiene la resina de algunos árboles como medio de preservación.