Las hormigas del experimento probando la comida facilitada por los investigadores. Crédito: A. Koch
Para los humanos, casi todo es relativo. La forma en que juzgamos nuestros salarios, a nuestro gobierno y a nuestros amigos depende en gran medida de lo que esperamos y de lo que ha sido nuestra experiencia previa.
Investigadores de las Universidades de Regensburg y Passau, en Alemania, han descubierto ahora que las hormigas, como nosotros, juzgan el valor de las cosas en relación con sus expectativas.
En el pasado, la economía tradicional asumía que el valor de las cosas es algo fijo: un euro vale lo que podemos comprar: por ejemplo, una botella de cerveza.
Sin embargo, el mundo de la economía clásica se rompió cuando los psicólogos comenzaron a revisar estas suposiciones. Rápidamente se hizo evidente que las personas son fácilmente influenciadas por sus puntos de referencia, a veces arbitrarios.
Si no esperamos una bebida, entonces una cerveza puede percibirse de manera muy positiva. Pero si esperamos champán, una cerveza puede ser bastante decepcionante.
En Francia abordan en estos momentos la posibilidad de implementar «mecanismos algorítmicos de resolución de conflictos para asuntos judiciales relativamente menores» que podrían afectar a 2,7 millones de casos cada año
Nuestros antepasados tenían muchas prácticas que podemos encontrar inexplicables, una de ellas es la remodelación intencional de los cráneos hasta que tenían forma de huevo. En China, los arqueólogos han encontrado cráneos alargados que muestran la práctica generalizada de deformaciones craneales, que se remonta posiblemente a 12,000 años. Se espera que el hallazgo ofrezca más evidencia de que las deformaciones craneales eran comunes en la antigua Asia oriental y eran una costumbre social mundial en la prehistoria.
Arqueólogos de la Universidad de Texas A&M, Dallas, estaban trabajaban en el sitio llamado Houtaomuga, en el noreste de China. Cuando se encontraron con varias tumbas, las cuales se remontan al Neolítico. Encontraron 25 esqueletos entre 2011 y 2015. Science News informa que encontraron «dos capas de sedimentos que datan de entre 6.300 y 5.000 años de antigüedad que contenían 10 esqueletos con cráneos remodelados». El más antiguo de estos esqueletos se remonta a hace 12,000 años basado en la datación por carbono.
Unas muestras de ADN encontradas en esqueletos de hace más de 3.000 años desvelaron nuevos datos sobre los filisteos, conocido por su enemistad ancestral con los israelitas que es mencionada en el Antiguo Testamento.
El arqueólogo Michael Feldman extrajo el material genético de 10 esqueletos que fueron enterrados en Ashkelon, una antigua ciudad portuaria de los filisteos que se encuentra en el moderno Israel.
En su artículo, Feldman y sus coautores llegaron a la conclusión de que los filisteos procedían del sur de Europa, de donde huyeron cuando empezaron a colapsar las sociedades de la Edad de Bronce hace más de 3.000 años.
El Pentágono lanza un concurso para desarrollar una inteligencia artificial que pueda controlar aviones en combates aéreos. El programa recibió el nombre de ACE (Air Combat Evolution) y se prevé que con el tiempo sustituya a los pilotos humanos.
El objetivo principal del nuevo proyecto de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA, por sus siglas en inglés) es entrenar la inteligencia artificial para que pueda realizar tareas de combate aéreo cercano. Se trata de una situación conocida como ‘dogfight’ (‘pelea de perros’, en inglés), cuando los cazas se enfrentan dentro del rango visual y emplean armas de corto alcance.
El combate aéreo cercano es uno de los aspectos más complicados de la aviación militar, que exige la máxima concentración y excelente dominio del avión. Según los expertos, la inteligencia artificial (IA) le quitará muchas tareas al piloto, lo que le permitirá enfocarse en la situación de combate general. En DARPA creen que en el futuro el ‘autopiloto de combate’ reaccionará mucho más rápido que una persona en las circunstancias de un combate aéreo.
«Creemos en un futuro donde la IA realiza maniobras momentáneas durante el combate aéreo cerrado, manteniendo al piloto a salvo y más eficaz mientras coordina numerosos sistemas automáticos para conseguir mayor eficacia de combate», dijo el gerente de ACE, el teniente coronel Dan Javorsek.
La química que encendió la chispa del origen de la vida
Una reciente investigación ha sugerido por primera cómo pudo aparecer el ARN, quizás la primera molécula de material genético, a partir de las transformaciones de sustancias encontradas en cometas
El Universo es un infierno frío, oscuro y absolutamente inmenso. Los rayos de luz tardan miles de años en recorrer las galaxias, y las estrellas están tan lejos entre sí que apenas son puntos en la negrura. En medio de esa oscuridad, la temperatura media del Universo ronda los 270 grados centígrados bajo cero, casi en el límite mínimo posible. Pero ni el frío ni el vacío han conseguido evitar la aparición de un pequeño y sorprendente milagro: la vida.
Los científicos llevan muchos años tratando de averiguar cómo fue posible que ocurriera. Cómo, en medio de la muerte, la vida parece luchar contra el caos y aferrarse a la supervivencia con todo lo que tiene a su alcance. Recientemente, los investigadores han descubierto algo que llevaban buscando 50 años. Por primera vez, han conseguido encontrar una explicación química para una pequeña parte de este milagro. En concreto, un artículo publicado recientemente en «Science» ha explicado cómo algunas moléculas inanimadas pueden convertirse en ARN, una de las chispas que encendió el origen de la vida.
«Describimos una ruta química simple que permite a pequeñas moléculas transformarse en nucleósidos, los precursores del ARN», ha explicado Thomas Carell, químico en la Universidad de Múnich y primer autor del estudio.
Comparada con Venus y Marte, sus vecinos más cercanos, la Tierra es un auténtico paraíso para la vida. Pero ¿por qué nuestro mundo fue tan afortunado? Un equipo de investigadores de las Universidades de California y British Columbia cree haber encontrado la razón, y arroja nueva luz sobre la improbable trayectoria evolutiva que permitió a la Tierra, pero no a sus colegas planetarios, ser un mundo adecuado para el desarrollo de la vida. El estudio se publicó hace unos meses en Nature Geoscience.
Por supuesto, está el hecho de que ni Venus ni Marte (pero sí la Tierra), están en la zona de habitabilidad del Sol, es decir, la distancia necesaria para que no haga ni demasiado frío ni demasiado calor y pueda existir agua en estado líquido. Pero hace miles de millones de años la zona habitable no estaba donde está ahora. De hecho, los científicos están convencidos de que, por lo menos en Marte, se dieron alguna vez las circunstancias adecuadas para la vida.
Sin embargo, este estudio apunta a causas muy diferentes. Y sugiere que la primera corteza terrestre, formada hace cerca de 4.000 millones de años y muy rica en elementos radiactivos como uranio y potasio fue, literalmente, «arrancada» de nuestro mundo y lanzada al espacio como consecuencia del «gran bombardeo» de asteroides y cometas que se produjo durante la infancia del Sistema Solar. El fenómeno, conocido como «erosión por impacto», ayuda, además, a explicar un descubrimiento clave, hace más de una década, sobre la composición de la actual corteza terrestre.
La restauración masiva de bosques podría desacelerar en gran medida el calentamiento global. Los árboles correctos, plantados en los lugares correctos, podrían almacenar 205 gigatoneladas de dióxido de carbono.
Por Mark Fischetti
Hemos escuchado durante años que plantar árboles puede ayudar a salvar al mundo del calentamiento global. Sin embargo, ese mantra era principalmente una declaración de fe. Ahora los datos finalmente existen, y nos muestran que, si las especies correctas de árboles se siembran en los tipos de suelo correctos en todo el planeta, los bosques emergentes podrían capturar 205 gigatones de dióxido de carbono en los próximos 40 a 100 años. Eso es dos tercios de todo el CO2 que los humanos han generado desde la revolución industrial. “La restauración de bosques es, con mucho, nuestra solución planetaria más poderosa en la actualidad”, dice Tom Crowther, profesor de ecología global de ecosistemas en el Instituto Federal de Tecnología de Suiza en Zurich, y autor de un estudio publicado el jueves en Science que generó la revelación. número.