Una de las frases más citadas de Marx es «la religión es el opio del pueblo». En realidad, la frase dice así:
La religión es el suspiro de la criatura oprimida, es el corazón de un mundo descorazonado, y el alma de unas condiciones desalmadas. Es el opio del pueblo.
Esto nos hace ver que el pensamiento de Marx es más complejo, sin quitar que Marx fuera un pensador ateo que obviamente no tenía una opinión demasiado alta de la religión. Paradójicamente el marxismo, al ser aplicado, encarnó lo peor de la religión, sin proveer un alivio verdadero para la «criatura oprimida».
De cualquier manera, la frase se ha convertido en un lugar común para referirse a algo que mantiene a las masas en un estado de aletargamiento, y con el tiempo, y con la secularidad, ciertamente han surgido nuevos opios, opios que controlan y adormecen y ni siquiera suelen ofrecer el alivio y el sentido que se encuentra en la religión y, menos aún, la belleza.
Un artículo recién publicado en la BBC sugiere que los smartphones son el nuevo opio del pueblo. Esta aseveración es difícil de discutir, especialmente cuando uno va caminando por una ciudad en cualquier parte del mundo y se detiene a observar a las otras personas que caminan por la calle.