El Ciclo Perdido del Tiempo – Parte 1
Las culturas antiguas de todo el mundo hablaban de un vasto ciclo de tiempo con la alternancia de la Edad de las Tinieblas y la Edad de Oro; Platón lo llamó el Gran Año. A la mayoría de nosotros nos enseñaron que este ciclo era solo un mito, un cuento de hadas. Sin embargo, según Giorgio de Santillana, ex profesor de historia de la ciencia en el MIT, muchas culturas antiguas creían que la conciencia y la historia no eran lineales sino cíclicas, que se elevaban y caían durante largos períodos de tiempo. En su obra emblemática, Hamlet’s Mill, de Santillana y la coautora Hertha von Dechend, muestran que el mito y el folclore de más de treinta culturas antiguas hablan de un ciclo de tiempo con largos períodos de iluminación interrumpidos por edades oscuras de ignorancia, impulsados indirectamente por fenómenos astronómicos conocidos, la precesión del equinoccio. Aquí es donde este articulo se pone interesante.
Todos conocemos los dos movimientos celestes los cuales tienen un profundo efecto en la vida y la conciencia. El movimiento diurno, la rotación de la Tierra sobre su eje, hace que los humanos pasen de un estado de vigilia a un estado de sueño y regresen cada veinticuatro horas. Nuestros cuerpos se han adaptado tan bien a la rotación de la Tierra que produce estos cambios regulares en la conciencia sin que pensemos que el proceso sea notable. La rotación de la Tierra alrededor del sol, el segundo movimiento celeste, que Copérnico identificó, tiene un efecto igualmente significativo, lo que hace que miles de millones de formas de vida broten del suelo, florezcan, fructifiquen y luego se descompongan, mientras miles de millones de otras especies hibernan, engendran, o migrar en masa. Nuestro mundo visible, literalmente, cobra vida, cambia completamente su color y zancada, y luego se invierte con cada aumento o disminución del segundo movimiento celestial.