Archivo por días: diciembre 6, 2015
No es una guerra “contra el terrorismo”, es una guerra contra la Humanidad
USA:»Vinimos a buscar un refugio, y en su lugar encontramos un castigo»
Drones No Identificados
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Resumen de algunos Avistamientos de Objetos Voladores No Identificados del mes de noviembre del 2015.
Adriana- El clima en el centro del escenario mundial
Grandes interrogantes
El presente se percibe ya como la última oportunidad para prepararse para lo que trae el futuro. Y eso es inevitablemente cierto en el campo de la sustentabilidad, pero muy especialmente en torno al cambio climático, que ha eclipsado momentáneamente otros campos como la acción positiva en el entorno social. Tanto en las Naciones Unidas como en la reunión mundial sobre el clima en París, los Estados prometen enfrentar, y contener el cambio climático. Parecen tener intención de cumplir. Pero las empresas ya no dudan: para sobrevivir deben actuar de inmediato, positivamente y en gran escala.
Imaginar la vida en un planeta más caliente
La urgencia con que tenemos que ocuparnos del cambio climático no es por una cuestión de corrección política, es por una razón de verdadero peligro. Pero como el peligro es de largo plazo, es difícil logar acciones urgentes.
Por lo general se habla de los peligros del cambio climático con argumentos éticos y hasta bíblicos. Pero el mundo necesita comenzar a pensar en el cambio del clima en el lenguaje frío y práctico del riesgo y la seguridad. Visto con esta lente, invertir dinero para contener el calentamiento del planeta en el corto plazo con mecanismos como fijar un precio a las emisiones de CO2, como invertir en tecnologías de energía limpia y en la preservación de bosques podría resultar un tema más digerible para todos.
Esto es, en síntesis, lo que Gernot Wagner y Martin L. Weitzman dicen en Climate Shock: The Economic Consequences of a Hotter Planet, economista del Environmental Defense Fund el primero y de la Harvard University el segundo.
El libro hace una sintética mirada al cambio climático desde la perspectiva económica, comparando el calentamiento global con otros riesgos y peligros que enfrenta la humanidad.
La imagen más reveladora del libro es la posibilidad de una catástrofe global, que definen como un eventual aumento de la temperatura promedio global de más de 6º que se produciría como resultado de un cambio climático de alrededor de 10%. El mundo cambiaría irremediablemente si sólo la mitad de eso ocurriera.
Un aumento catastrófico de la temperatura significaría costos de 10% o más y pérdidas superiores a 30% en producción económica global. Esos costos vendrían asociados a enormes inversiones en infraestructura industrial necesarios para hacer la transición a un mundo con un nuevo clima y mayores niveles oceánicos. También incluyen pérdidas de ecosistemas y de vidas humanas y animales imposibles de cuantificar.
Por todo esto, los autores señalan que tiene una enorme lógica económica invertir fuerte en tratar de contener y reducir el cambio climático en el corto plazo. Proponen, como punto de partida para este argumento, que los gobiernos del mundo pongan un precio a las emisiones de dióxido de carbono de por lo menos US$ 40 por tonelada, mediante impuestos ya sea al uso de la energía o a la producción de energía.
Según ellos, ese tipo de impuestos son lógicos y fáciles de recaudar. Pero, por mínimos que sean, generan polémica. Australia los acaba de abolir. Según los autores, hasta las ideas más fantasiosas, como construir un sistema de detección de asteroides para desviarlos en su carrera hacia la tierra parecen menos polémicos que invertir en crear políticas ambiciosas para atender el cambio climático. ¿Por qué? Porque ese problema es incierto y de largo plazo, aunque sea irreversible.»
Difícil convencer
Ahí está el problema, en que es difícil convencer a la gente de que se proteja contra un fenómeno o una posibilidad que no cree que le afecte en forma inminente, o dentro de lo que le queda de vida. Y en el que además no creen. Un estudio realizado hace poco en Estados Unidos descubrió que en ninguno de los 50 estados que conforman el país hay una mayoría de residentes que cree que el calentamiento global los dañará personalmente.
Algo parecido ocurre con este libro y el resto de los libros sobre el mismo tema. Quien no cree en la seriedad del peligro del cambio climático no lo va a encontrar interesante. No se propone, además, convencer a los que no creen en la importancia de la ciencia del cambio climático global.
Sin embargo, el libro sirve como un llamado a la acción para los dueños de empresas, líderes, economistas y políticos que buscan argumentos puramente racionales y enfocados en las finanzas para actuar sobre el clima. Evita en todo momento el tono grandilocuente de muchos otros trabajos sobre el clima, como dijo Wagner a Strategy + Business en una entrevista.
Los activistas alarmistas, que son muchos, son muy criticados y se los acusa de crear movimientos sin metas logrables. Algunos proponen que el mundo vuelva a un estado en el cual la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera sea de 350 partes por millón, el nivel donde se encontraba hace 25 años. Eso es tecnológica y económicamente imposible. Otras «soluciones» como dejar de invertir en combustibles fósiles ofrecen cierta satisfacción moral pero pueden no producir resultados útiles.
Queda por verse si el temor a un shock económico será lo suficientemente poderoso como para instar a la acción a diferentes instituciones.
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COSMOLOGÍA MAPUCHE
Mari küla Küyen trece lunas (meses) es kiñe tripantu, un año, y küla pataka kayu mari meli antü trescientos sesenta y cuatro días.
El inicio del ciclo anual comienza con las lluvias, de la luna de los brotes fríos pukem, invierno, que purifican la tierra para la renovación de la naturaleza y para el inicio de los nuevos sueños y sembrados. Es el We Tripantu, We: nuevo, tripan: salir, antü: Sol. Es decir, «Nueva salida del Sol». En el hemisferio sur es el solsticio de invierno, coincidiendo con el 22 (epu ka epu= meli, pigeken) o el 24 de junio del calendario occidental.
Las cuatro demarcaciones que resultan de los brazos de la cruz son los puntos o direcciones cardinales y determinan en el área del círculo lo que los mapuches llaman Meli Huitran Mapu (tierra de los cuatro lugares), o Meli Esquina Mapu (tierra de las cuatro esquinas), o Meli Changquiñ Mapu (tierra de las cuatro ramas).
El signo repetido cuatro veces entre los brazos de la cruz representa al sol en los cuatro tiempos del año o estaciones y en las cuatro fases de un día: sol del amanecer, sol del mediodía, sol del crepúsculo y sol oscuro bajo la tierra.
A cada esquina del mundo o punto cardinal se le asigna un elemento: aire al Norte, agua al Oeste, fuego al Oriente y tierra al Sur.
Los remates curvos de los extremos de la cruz son las fases principales de la luna. Trazando las bisectrices de los ángulos rectos, el círculo queda dividido en cuatro sectores circulares, dentro de los cuales el doble trazado de la cruz determina siete espacios. Esos siete espacios corresponden a los siete días de la semana.
Cuatro sectores circulares iguales determinan un mes lunar de veintiocho días. El año lunar resulta multiplicando esos veintiocho días por trece, múltiplo que se obtiene por la adición de los doce extremos de la cruz lunada, más el círculo central. De este modo se obtienen 364 días, a los que hay que agregar la unidad del punto central para obtener los 365 días del año solar.
Para el mapuche, su arte chamán procede de la Luna, pues es el astro que preside la fertilidad de la tierra, el nacimiento de los seres humanos, determina el sexo, impulsa la procreación animal, da vida, bienestar, salud y buena fortuna. En el parche del kultrun se representa este calendario.
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ISHTAR, ISIS Y MARÍA
Semiramis y Tammuz
En la religión cananea Ashera, conocida también con el título de la «reina del cielo» se relacionaba con el dios «El», con «Baal» y «Astarte». El y Ashera son los dioses engendradores, de los cuales saldría Baal, dios del sol, la lluvia y la guerra. El era representado como un toro, pero Baal como un becerro. Esta «familia divina» estaba ligada a los ciclos solares y lunares, a las estaciones y a las cosechas.
Pero el culto a la «diosa madre» o «reina del cielo» puede ser trazado a la historia de la reina de Babel Semiramis y su ilegítimo hijo Tammuz, a quien hizo declarar dios y la re-encarnación de su esposo Nimrod (Gén. 10:8-12). La reina Semiramis creó todo un culto alrededor de su hijo-dios Tammuz y de ella misma.
Luego el culto a la «reina del cielo» evolucionó a la adoración de Ishtar, diosa asiro-babilónica (cuya homóloga era la sumeria Innana, también conocida como Ninnanna o «reina del cielo»), relacionada a la fertilidad, el amor erótico y la guerra. Ishtar, aunque tuvo relaciones con muchos dioses amantes, incluso Tammuz, mantenía su virginidad y por eso también se la llama «la siempre virgen», posiblemente por su relación astral con Venus, como «la estrella de la mañana», y la constelación de Virgo (Virgen).
Tanto Ishtar (Babilonia), Innana (Sumeria), Afrodita (Grecia) y Venus (Roma) están ligadas al planeta Venus, la constelación de Virgo y al culto solar-lunar. Recordemos que el planeta Venus aparece como una estrella tanto al amanecer junto al sol como al atardecer junto a la luna, y de allí surge su adjetivo como «reina del cielo».
Pero una diosa menos conocida, y no menos importante en el desarrollo histórico-religioso del culto a la «reina del cielo» y al «dios sol», es Tanit. Ella, al igual que el resto de las figuras divinas maternales tuvo su origen en Mesopotamia (cuna de la idolatría mundial), y de allí pasó a Egipto y más tarde a algunas zonas de lo que hoy se conoce como España (Cartagena e Ibiza) y el antiguo reino de Cartago de donde se esparció por todas las costas del Mediterráneo. Tanit también se relacionaba con el culto al dios solar Baal. Los símbolos con los que se identifica a Tanit son la media luna, el disco solar (al igual que Isis), la paloma (luna), la granada (fertilidad), y el león (guerra).
Y por último todo este desarrollo histórico-religioso nos lleva al culto a la diosa solar egipcia Isis, también llamada como sus predecesoras como la «diosa madre», «madre de los dioses» y «diosa de las pirámides». Su nombre egipcio era «Ast», que se traduce como «trono». El nombre Isis proviene del idioma griego.
Isis y Horus – María y Jesús
Isis es la hija de Ra dios egipcio del sol, diosa de la fertilidad, diosa de la maternidad, la gran diosa madre y la gran maga. El culto a Isis fue ampliamente propagado y aceptado en la Roma pre-cristiana.
Este culto a Isis, la diosa madre o reina de los cielos, tan popular en Roma, así como a Diana en Éfeso, pavimentaron el terreno, para que siglos después, bajo el imperio romano «cristiano», el clero católico elaborara con acrobacia teológica sus dogmas marianos como la maternidad divina de María (Concilio de Éfeso año 431 d.C.), la virginidad perpetua de María (Concilio de Letrán, año 649 d.C.), la inmaculada concepción de María (en el Vaticano, año 1854 d.C.), y la ascensión de María (en el Vaticano, año 1950 d.C.).
La declaración hecha o forjada por el papa Pío IX junto con la curia católico-romana sobre la «inmaculada concepción de María», en 1854, tiene su milenaria trayectoria que nos lleva de vuelta a la cuna de las religiones idolátricas del mundo: Babilonia.
Este antiguo culto a la «diosa madre» y a la «reina del cielo» ha tenido gran influencia y expansión a través de los siglos y a todas las naciones, llegando aún a influir profundamente a lo que hoy conocemos como el cristianismo católico romano y aún el ortodoxo-oriental. Y hemos visto la estrecha relación que hay entre este culto astral (Luna, Venus, Virgo) y el culto al dios sol, que en él se resume todo, como bien lo describió el apóstol Pablo en su carta a los romanos:
«Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén» (Romanos 1:21-25).
Gigantes en la tierra ¿dioses o extraterrestre?
Diseminados en los cinco continentes, se han descubierto restos arqueológicos de esqueletos humanos que demuestran que en la Tierra habitaron seres gigantescos. Además de desorientar a la comunidad científica, estos restos avalan las leyendas y tradiciones que el folclore popular ha recogido sobre “Los gigantes” con el paso del tiempo.
¿Son los gigantes únicamente protagonistas de historias fantásticas o, por el contrario, sus hazañas pertenecen a la memoria colectiva de la Humanidad y están basadas en relatos de lo que realmente ocurrió en el planeta? ¿Quiénes construyeron las colosales estructuras megalíticas y desplazaron grandes monolitos como si de un juego se tratara?
La Arqueología , hasta el momento, no ha ofrecido ninguna respuesta convincente. Resulta incómodo para los arqueólogos reconocer que hoy día no existen grúas ni aparatos elevadores capaces de mover y levantar titánicos bloques de piedra de ¡1.500 toneladas!, como es el caso de las terrazas de Baaalbek (actual Líbano).
“Parece que bloques de estas dimensiones tuvieron que ser puestos allí por gigantes o miembros de una civilización que conocía los secretos de la levitación y la antigravedad”, escribe David Barclay en su libro Extraterrestres, la respuesta definitiva de los Ovnis.
Las construcciones de la isla de Pascua, Tiahuanaco, el yacimiento megalítico de Ollantaytambu, Cuzco, Machu Picchu, las islas Marquesas, la isla volcánica de Pohnpei en la Polinesia … son una pequeña muestra de las muchas construcciones de estas características que existen en nuestro planeta, atribuidas por los habitantes locales a los “gigantes”.
La figura del gigante se presenta en casi todas las culturas y sus leyendas. Las podemos encontrar en múltiples relatos mitológicos del viejo mundo: griegos, nórdicos, germánicos, hindúes, indoeuropeos, y también en el nuevo mundo como en las tradiciones de los mayas, de los aztecas y de los incas; así como en casi todos los libros sagrados de la antigüedad: el Lebhar Gabhale (libro de las invasiones) irlandés, el Ramayana hindú y hasta en la Biblia ¿Por qué hablar de unos seres que no existieron en realidad?
La Ciencia cree ver en su gran tamaño, una metáfora: el mito cosmogónico que simboliza el poder y la fuerza. Una simple magnificación de los poderes atribuidos a la figura humana. Pero autores como el ya citado David Barclay, clásicos como Erich von Däniken, Robert Charroux, Pierre Darcout, el ya fallecido Jimmy Guieu o el ex jesuita Salvador Freixedo, entre otros, creen ver en estos relatos los primeros contactos entre civilizaciones extraterrestres y los hombres de la Tierra. Algunos van más allá, como Zecharia Sitchin, y opinan que los extraterrestres que nos visitaron en la antigüedad fabricaron genéticamente al Ser Humano y crearon las primeras civilizaciones, como Sumer y Egipto, y bien pudieran haber sido seres de gran tamaño.
Lo cierto, es que la búsqueda de la verdad nos lleva hasta tiempos remotos, donde las antiguas leyendas tradicionales dibujaban estos seres divinos y heroicos como auténticos.
Gigantes en la Biblia
La primera mención de la existencia de gigantes o “seres distintos” en la Tierra aparece en la Biblia, en el Viejo Testamento. En el Génesis 6, versículos 1 y 2, podemos leer:
“cuando los hombres se habían multiplicado sobre la Tierra y habían procreado hijas, viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, escogieron de entre ellas por mujeres a las que quisieron”.
Los Nephilim (en hebreo gigantes) según se recoge en el Génesis 6, 4, existían en la Tierra por aquel tiempo:
“Por entonces y también en épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaban con las hijas de los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la Tierra los gigantes. Éstos son los esforzados varones de los tiempos primeros, los héroes famosos”.
Según Zecharia Sitchin, autor de El Duodécimo Planeta, nephilim significa literalmente “aquéllos que bajaron de los cielos a la tierra”.
“Los traductores de la Biblia –explica Sitchin- supusieron que Nephilim significaba gigantes porque en otras partes se menciona que éstos eran también conocidos como Anakim, a la vez que el cuento sobre el gigante Goliat se afirma que él era descendiente de Anak; de aquí la conclusión: si Anak era un gigante, entonces los Nephilim que también eran Anakim, deberían ser gigantes”.
Por su parte, Robert Charroux, en El enigma de los Andes, ve a estos gigantes de la Biblia como
“… seres superiores que engendraron la elite de los pueblos: Reyes, héroes e iniciados”.
Su unión con las mujeres de los hombres – debían de ser bastante semejantes a la especie humana para poder acoplarse a éstas – produciría hijos más altos que los terrestres normales. Pero hemos de destacar una particularidad: algunos de los restos osteológicos pertenecientes a “gigantes” encontrados, tenían – como ya veremos posteriormente – seis dedos en cada una de sus extremidades.
La Biblia también hace mención a este dato en Sam. 21, 20 y Paralipómenos 20, 6
“Hubo una batalla más en Gat, en la que se halló un hombre de alta talla que tenía seis dedos en cada mano y en cada pie, veinticuatro en todo, que descendía también de Rafa”.
Para la Biblia, la raza de los gigantes desapareció con el diluvio pero, al parecer, uno de ellos se salvó. La leyenda nos cuenta que, al no caber en el Arca de Noé, se montó a horcajadas sobre ella.
El gigante era tan grande que su cama medía unos 3,90 metros de largo por 1,80 de anchura. (Deuteronomio 3, 11).
Hallazgos por todo el mundo: las pruebas
Que en el planeta habitaron gigantes lo demuestra el hallazgo de restos humanos de extraordinarias dimensiones en la India, Tíbet, China, Sudamérica, África … algunos con una edad aproximada de 45.000 años. Y no solamente huesos, sino también espadas, hachas, lanzas y otros instrumentos como picos de tal envergadura que para poder usarlos habría que tener una estatura de, por lo menos, ¡tres metros!
Pero veamos algunos ejemplos.
- En una gruta de Atyueca, cerca de Mangliss (en la antigua Unión Soviética), se encontraron esqueletos de hombres que medían entre 2, 80 y 3 metros. Éstos presentaban seis dedos en sus extremidades. Otros hallazgos científicamente admitidos son el gigante de Java (en el sur de China) y el gigante de China meridional. El primero con una antigüedad de medio millón de años y el segundo también con seis dedos en sus extremidades.
- En Chenini (Túnez) se encontraron restos de tumbas de gigantes con esqueletos que medían más de tres metros. Transval (en Sudáfrica) es otro ejemplo similar al anterior.
- Un esqueleto de fósil humano de 5, 18 metros de alto fue desenterrado en 1956 en Gargayan (Filipinas)
- En Norteamérica, en el condado de Bradford (Pennsylvania) en 1880 fueron encontrados, en un túmulo sepulcral, esqueletos humanos cuyos cráneos mostraban unos cuernos de cinco centímetros, encima de los arcos ciliares. La altura promedio de los esqueletos era de aproximadamente 2,13 metros. Su antigüedad se calculó en 800 años. Algunos de estos huesos serían enviados al American Investigating Museum de Filadelfia, de donde parece que desaparecieron. Continuando en EE.UU (Glen Rose, Texas), en el lecho del río Paluxy, se hizo un gran descubrimiento paleontológico. Se pusieron al descubierto huellas gigantes de pisadas de 54, 61 cm de largo por 13.97 cm de ancho, pertenecientes a un homínido. Los geólogos concluyeron que el lecho del río correspondía a terrenos del cretácico a fines de la era mesozoica (140 millones de años). Pero lo más curioso del caso es que junto a estas huellas de homínido se descubrieron en el mismo estrato ¡huellas de dinosaurio (brontosaurios)!
- El antropólogo alemán Larsan Khol halló asimismo, en 1936, a orillas del lago Elgasi de África Central, huesos pertenecientes a individuos enormes. ¿Una comunidad de diferente etnia?
- A 6 km. de Safita (Siria) los arqueólogos hallaron hachas de mano de 3,8 kg. En Ain Fritisa (Marruecos oriental) se descubrieron picos de 32x 22 cm y 4,2 kg. de peso y hachas de dos filos con 8 kg. Tales dimensiones requerían una buena envergadura para poder utilizar estos instrumentos eficazmente.
- Más recientemente, y en Marruecos también, se han hallado en una cueva de la región de Nador, en el norte del país, restos de tres esqueletos de niños pertenecientes a una raza desconocida de gigantes. Se trata de una zona próxima a las míticas columnas de Hércules, considerada patria del bíblico gigante Goliat.
- Ciudad megalítica de Lixus (antigua Libia) se encontraron restos humanos de esqueletos de Homo Sapiens, con edades comprendidas entre los 10 y 12 años y una antigüedad de 20.000 años. Los esqueletos miden aproximadamente 2,25 metros de altura.
Todos estos ejemplos son una pequeña muestra de los múltiples hallazgos que se suceden por todo el planeta y que no vamos a detallar para no caer en el aburrimiento, pero vamos a proseguir tan sólo un poco más en nuestro territorio.
Restos en España
En la península, y más concretamente en el norte del país, es donde mayor número de crónicas tradicionales se recogen.
Los gigantes atávicos, considerados paganos por la religión cristiana, lejos de desaparecer han pervivido en los cuentos populares y nos han sido presentados como pertenecientes a una raza gigantesca, y no como una singularidad. En Cataluña “els gegants ” continúan presentes en muchas fiestas y representaciones. Se han integrado en las fiestas populares hasta el punto de que todas las comarcas tienen los suyos y forman parte del patrimonio cultural e histórico.
Los cuentos populares locales ubican al gigante ligado a numerosos megalitos, menhires y dólmenes. Los monumentos megalíticos eran construidos (según el folklore) por seres gigantescos durante la noche. En Portugal, a los dólmenes se les llama todavía Antas (tumba del gigante o construcción del gigante), puede que en honor al gigante Anteo.
En euskera a los monumentos megalíticos se les denomina Mairuen baratza (huerta de los gigantes o huerta de los gentiles, nombre este último con el que se les conoce en el territorio vasco). Por lo tanto, que la tradición universal designe a los dólmenes como las tumbas de los gigantes podría suponer más de una leyenda, si nos atenemos a las evidencias arqueológicas.
En principio, un yacimiento controvertido en restos de estas características lo constituye el dolmen de Oren, en Prullans, la Cerdanya (Pirineos catalanes). En 1917, al parecer, se descubrieron, entre otras piezas, fémures de entre 70 y 92 cm de largo. Aunque existe bastante confusión sobre la veracidad del hallazgo, el investigador Fernando Ledesma en su libro La Cerdanya, esmeralda mágica del Pirineo asegura que se encontraron siete esqueletos de la especie humana en el dolmen I, de gran envergadura.
El escritor y periodista Miguel G. Aracil amplía que en realidad fueron nueve los esqueletos descubiertos de la época del Hombre de Cro.Magnon (cuando el hombre de este período no superaba, según lo establecido por la ciencia oficial, los 165 cm de altura). Estos restos fueron custodiados por la familia Casanovas en la Torre de Prullans, antigua casa palacio de los marqueses de Monistrol. Posteriormente, parte de estos restos se entregarían al Museo Arqueológico de Cataluña.
Lamentablemente aquí se pierde la pista de este material, pues el museo no reconoce haberlos visto nunca.
El caso es que arquelólogos y estudiosos han encontrado con relativa frecuencia huesos humanos de enormes proporciones en la Península Ibérica. En Garós (Pirineo de Lleida), al reconstruir el ábside de la iglesia, el párroco Mossèn Jaqquet encontró los restos de un gigante de tres metros de altura con un hierro clavado en el cráneo. En la reconstrucción de otra iglesia, en Urbasa (sistema montañoso entre Álva y Navarra) se encontraron restos humanos de tamaño ciclópeo.
También se han hallado esqueletos humanos de dimensiones gigantescas en Castilla; cerca de Medinaceli se encontró un cráneo y varios huesos; en León, en la iglesia visigótica de Marialba, esqueletos de tres metros de envergadura; y también en Cantabria, Girona (Besalú) …. Prácticamente casi todos los restos se encuentran en paradero desconocido en la actualidad, quizá dispersados entre unas pocas docenas de coleccionistas de recuerdos.
Pero la pregunta crucial es: ¿por qué ningún científico se entretiene en recoger y estudiar todos los datos, restos y pruebas disponibles?
Es evidente que se echaría por tierra muchas teorías científicas.
Las Islas
Comentario aparte merecen los hallazgos efectuados en los archipiélagos españoles. Las construcciones megalíticas salpican las islas Baleares dejando constancia de ¿una civilización de gigantes?
En Menorca, formando parte de la llamada cultura talayótica abundan las Taulas; formadas por una gran piedra vertical atravesada en su cúspide por una horizontal.
El conjunto parece una T gigantesca, como una mesa para gigantes. En la misma isla existen también otras construcciones de piedra, las Navetas, unos grandes túmulos con forma de navío invertido. Cuenta la leyenda que la Naveta des Tudons, una tumba colectiva de la época pretalayótica, fue levantada por un gigante que competía por el amor de una giganta.
Una de las constantes mitológicas menorquinas es la presencia de una raza de gigantes. Las tradiciones refieren que una tribu de estos seres habitó la isla. Luego, todos los monumentos prehistóricos han sido adjudicados a esta raza.
Evidentemente, todo esto no es más que una tradición, pero no deja de ser curioso que, en las postrimerías del siglo XVI, el padre Bautista Beninelis, historiador, hallara en una cueva de la cala San Vicente de Mallorca unos gigantescos huesos prehistóricos. En el conjunto megalítico del “rellotge” en CA NA costa (Formentera) en el interior de una tumba colectiva cuyo origen se remonta al 1900 a.c., se hallaron restos óseos que sobrepasaban los dos metros de altura.
Y llegamos al Atlántico y a nuestras maravillosas islas Canarias. También aquí existen supuestos restos relacionados con gigantes. Emiliano Bethencourt, descubridor de las famosas pirámides de Güímar, localizó un insólito enclave arqueológico que reavivaba el mito de los gigantes entre los guanches, antiguos habitantes de las islas: la llamada “medida de los gigantes”.
Situadas en el desierto de granadilla, dos enormes siluetas humanas esculpidas en roca viva reproducen, según explicaba la tradición oral, a un matrimonio de gigantes guanches. Las dimensiones del contorno eran de 2,94 m el varón y 2,67 la mujer. Asimismo fue descubierta en un antiguo cementerio guanche, cercano al desierto de granadilla, una muela de extraordinarias dimensiones.
En definitiva, otra prueba más que sumar a la larga lista de enclaves de restos osteológicos “humanos” que forman parte de nuestra historia oculta.
http://www.bibliotecapleyades.net/gigantes/esp_gigantes_1.htm