La Junta Islámica Española criticó este miércoles el plan de la Generalitat de Cataluña de impartir clases de árabe en horario lectivo en los colegios públicos de la región, puesto que, en su opinión, de la forma que se ha planteado supone «una cesión de soberanía» a Marruecos, al otorgarle capacidad de decisión en la forma en que se enseñaría este idioma.
Fuentes de esta organización explicaron que el desacuerdo con la medida no tiene relación con el fondo de la iniciativa, «puesto que sería un enriquecimiento para toda la sociedad y abriría oportunidades laborales», sino que es fruto de que esta medida no se vaya a gestionar desde el Estado español y contando con la comunidad islámica autóctona, «es decir, con los musulmanes que vivimos en España».
Eso sí, la Junta Islámica aclaró que su postura crítica no es porque sea Marruecos en concreto quien tuviera capacidad de decisión en la enseñanza del árabe, puesto que su posición sería la misma si se planteara esta idea con cualquier otro país.
Y es que, a juicio de esta organización, una cesión de este tipo es «algo insólito». Además, la Junta Islámica hizo hincapié en que su criterio con respecto a este plan no es óbice para seguir denunciando que la ley de 1992 que recoge los derechos de las personas musulmanas en España no se está cumpliendo, «y hay que seguir reclamando que esto deje de ser así».
Como ejemplo, desde esta organización recordaron que la normativa recoge que los musulmanes pueden estudiar la religión islámica en las aulas, algo que todavía no pueden hacer el 90% de los estudiantes pertenecientes a este colectivo.
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La Generalitat ofrece a Marruecos regentar el islam en Cataluña
La Generalitat aprobó el pasado lunes el Plan Marruecos 2014-17que prevé reforzar la relación de Cataluña con ese país y dar satisfacción a algunas de las aspiraciones de los 270.000 marroquíes que residen en esa comunidad -algo más del 3% de su población-, a los que hay que añadir varias decenas de miles de inmigrantes originarios de Marruecos que obtuvieron la nacionalidad española. Entre otras medidas, ofrece a Rabat tutelar el islam en Cataluña y a los inmigrantes introducir el árabe y el tamazig o bereber -la lengua de las montañas del Rif y del Atlas– en horario lectivo.
La ley de consultas que se dispone a aprobar el Parlament catalán prevé que la mayoría de los inmigrantes puedan votar. El plan adoptado anteayer trata de atraer a los marroquíes a las urnas y de apaciguar la hostilidad de Marruecos ante el proyecto independentista por temor a que la autodeterminación se contagie al Sáhara Occidental, según señalan fuentes diplomáticas y destacados miembros de la comunidad marroquí en Barcelona.
Lejos quedan los tiempos, hace ya una década, en los que Marta Ferrusola, esposa del entonces presidente Jordi Pujol, arremetía contra los inmigrantes musulmanes mientras Josep Antoni Duran Lleida, portavoz de CiU en el Congreso, pedía que no se concediese el derecho al voto en las municipales a los marroquíes residentes en España.
El portavoz del Govern, Francesc Homs, explicó tras el Consejo Ejecutivo del lunes que el plan aprobado establecía «cinco grandes ámbitos de cooperación» con Marruecos y sus inmigrantes, pero no dio detalles ni lo repartió. Fue elaborado con la colaboración de varios departamentos de la Generalitat, empezando por la Consejería de Enseñanza, la Dirección General de Inmigración, los Mossos d’Esquadra, así como colectivos marroquíes y la Fundació Nous Catalans. Vinculada a Convergència Democràtica de Catalunya, intenta atraer a los inmigrantes al independentismo.
El plan otorga un papel clave a Marruecos en la elaboración de los contenidos religiosos destinados a la mayoría de los musulmanes en Cataluña así como en su difusión a través, probablemente, de la enseñanza en escuelas y mezquitas. En ningún lugar de Europa las autoridades marroquíes gozan de estas atribuciones con las que siempre han soñado.
‘Iniciativas para esta comunidad’
Dadas «las especificidades idiomáticas y culturales del colectivo marroquí, así como su importancia numérica» es «conveniente impulsar iniciativas diseñadas especialmente para esta comunidad», reza el documento aprobado. «En este sentido, la colaboración con elGobierno de Marruecos puede redundar en una mejora en cuanto al diseño de los contenidos educativos que se dirijan específicamente a las entidades marroquíes, así como en una mayor eficacia a la hora de difundir estas propuestas de formación».
Las principales comunidades musulmanas de España han intentado estos años emanciparse de la tutela religiosa de Marruecos, pero la Generalitat propone ahora que en Cataluña suceda lo contrario. LaFederación Española de Entidades Religiosas Islámicas estuvo, por ejemplo, en manos de una dirección pro marroquí, pero ahora está encabezada por un presidente de origen marroquí, Mounir Benjelloun, al que el Ministerio de Justicia español considera afín al movimiento islamista Justicia y Caridad, opuesto a la monarquía alauí. En Ceuta y,más recientemente, en Melilla, se han producido cambios similares reprobados discretamente por Rabat.
Pese a que hay casi 24.000 alumnos marroquíes escolarizados en Cataluña, ningún centro público ofrece, por ahora, clases de religión islámica. La Generalitat propone poner una comisión mixta [catalano-marroquí] para introducir, por fin, la enseñanza del islam. Comunidades tan dispares como Andalucía, Cantabria o el País Vasco llevan años impartiendo clases de islam sin haber tenido que crear ningún órgano conjunto con Marruecos.
El árabe y también el tamazig (la lengua hablada en el Rif y en el Atlas) ya se enseñan en algunos centros escolares en Cataluña pero en horario extraescolar. El plan abre la vía a que, con la colaboración de la Consejería de Educación y de la Casa Amaziga de Barcelona, los centros que lo deseen puedan «incluirlos en el horario lectivo de forma continua». El objetivo es «preservar la lengua de la familia» inmigrante.
A lo largo de sus 24 páginas del plan, la Generalitat ofrece también «potenciar el papel de los colectivos de inmigrantes» y «hacer llegar propuestas de mejora de la Administración General del Estado» a la hora de tramitar los permisos de residencia y trabajo que son competencia del Gobierno central. De cara a Marruecos propone impulsar los intercambios «con vistas a futuras relaciones de cooperación en el marco de la seguridad ciudadana».
Las asociaciones de inmigrantes, al margen
Marruecos no se ha pronunciado públicamente sobre el proceso soberanista, pero las asociaciones de inmigrantes afines alConsulado de Marruecos en Barcelona se han mantenido al margen y, a veces, han mostrado sus reticencias. El que fue durante años el brazo derecho del cónsul, Noredine Ziani, presidente de la Unión de Centres Culturals Islàmics de Cataluya, fue expulsado de España hace 16 meses a instancias del Centro Nacional de Inteligencia. Rabat no rechistó porque desaprobaba su evolución.
Ziani se había incorporado con su asociación a la Fundació Nous Catalans, que dirige Ángel Colom, y juntos recorrieron, durante la campaña electoral autonómica de 2012, numerosos mezquitas. Explicaban a sus «fieles» que «un Estado catalán puede proporcionar mayor bienestar al inmigrante», según reconoció entonces Colom en conversación telefónica. «Esta perspectiva les acerca al catalanismo», recalcó.
El nacionalismo «ofrece un modelo alternativo para gentes que buscan su identidad porque ya no son del todo de allí, pero tampoco son aun plenamente de aquí», comentó el antropólogo catalán Jordi Morerastras observar el desarrollo de aquella campaña hace dos años. «Se les dice para integrarte, para ser de verdad catalán tienes que ser independentista», añade.
El independentismo inquieta, sin embargo, a buena parte de la inmigración en opinión de algunos trabajadores sociales que conviven con ella. Algunos inmigrantes están tramitando la nacionalidad española y temen perderla antes de haberla adquirido, otros sospechan que Cataluña puede dejar de pertenecer a la Unión Europea y que ya no podrán circular libremente por ella.
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