¿Pretende el Gran Colisionador de Hadrones del CERN abrir un portal dimensional?, ¿Quién o qué se esconde detrás del CERN? Estas son algunas de las preguntas que surgen con respecto a este gigantesco acelerador de partículas ubicado en Ginebra. Tal vez existe un programa secreto en el CERN que no aparece en los medios de comunicación y que pretende hacernos entrar en otras dimensiones espacio-temporales. Estamos saliendo de la Era de Piscis y entramos en la Era de Acuario. Este cambio de Era ocurre aproximadamente cada 2.148 años, formando parte de las doce eras astrológicas o zodiacales, definidas por el concepto de «gran año» o «ciclo equinoccial», determinado por el fenómeno astronómico de la precesión de los equinoccios, conocido también como «año platónico», de unos 25.776 años. Un año después de la gran inauguración del CERN, Sergio Bertolucci, exdirector de Investigación e Informática Científica del CERN, afirmó que el Gran Colisionador de Hadrones podría abrir puertas a otra dimensión en “un lapso de tiempo muy pequeño”, añadiendo que quizá fuese suficiente “para mirar en el interior de esa puerta abierta, para obtener o enviar algo”. Este comentario generó entre la comunidad científica una preocupación relacionada con el riesgo existente de que el colisionador permita la entrada a nuestro mundo a visitantes de otras dimensiones espacio-temporales, tal vez el regreso de los dioses de la antigüedad, o que nosotros entremos en otras dimensiones espacio-temporales. De acuerdo con la Prof. Irina Arefeva y el Dr. Igor Volovich, ambos físicos matemáticos en el Instituto de Matemáticas Steklov, en Moscú, las energías generadas por las colisiones subatómicas en el LHC pueden ser lo suficientemente potentes como para rasgar el espacio-tiempo, generando agujeros de gusano. Algunos científicos creen que el LHC puede producir suficiente energía como para abrir agujeros de gusano, lo que lo convierte en un dispositivo similar al de la serie televisiva Stargate. Hace tres años, su puesta en marcha permitió descubrir la evidencia de la existencia del bosón de Higgs, también conocida como la ‘partícula de Dios’. Ahora se pretende usar este colisionador para hacer chocar entre sí partículas subatómicas a casi la velocidad de la luz, en un intento por recrear las condiciones existentes tras el Big Bang. Por otro lado, Shiva es el dios de la creación y de la destrucción, que con su danza mantiene el ritmo sin fin del universo. ¿Se imaginan que la entrada en la Era de Acuario coincida con la entrada en otras dimensiones espacio-temporales?
Ángeles y demonios es una novela de intriga y suspense, escrita por Dan Brown y publicada por primera vez en el año 2000. El profesor de simbología religiosa Robert Langdon, quien después protagonizaría El Código Da Vinci, El símbolo perdido e Inferno, se ve pronto sumido en la búsqueda de secretos de una antigua secta denominada Illuminati y por la búsqueda del arma más mortífera de la humanidad, basada en la antimateria, obtenida por un físico del CERN, que los Illuminati han puesto en el Vaticano con el fin de destruir la iglesia católica. Con unas pocas horas para evitar el desastre, unos misteriosos ambigramas y con un asesino que siempre lleva la delantera, Langdon y una científica italiana se ponen en una carrera contrarreloj.Ángeles y demonios explica como Robert Langdon trata de impedir que la legendaria sociedad secreta de los Illuminati destruya la ciudad del Vaticano gracias al recientemente descubierto poder de la antimateria. El director del CERN, Maximilian Kohler descubre en una de las instalaciones del edificio el cadáver de uno de sus físicos más respetados, Leonardo Vetra, descubridor del poder de la antimateria, asesinado en su propia oficina. En el pecho, marcado a fuego con un hierro al rojo, grabaron la palabra Illuminati. En lugar de llamar a la policía, Kohler busca la palabra en Internet y finalmente contacta con el profesor Robert Langdon, experto en los Illuminati. Kohler le pide ayuda para descubrir al asesino. Hasta aquí la ficción de la novela de Dan Brown. ¿Estarán los Illuminati involucrados en el CERN? Ahora entramos en el mundo real. Resulta muy curiosos que el CERN haya escogido como símbolo a un dios hindú, Shiva. Justo a las afueras del edificio se encuentra una antigua estatua de Shiva. La fértil imaginación hindú ha creado miles de deidades, que aparecen en innumerables manifestaciones. Las tres divinidades más veneradas en la India hoy son Shiva, Vishnú y la Madre Divina. Shiva es uno de los más viejos dioses hindúes, que puede asumir muchas formas. Se le llama Mahesvara, el Gran Señor, cuando es representado como la personificación de la plenitud de Brahman, aunque puede también personificar muchos aspectos individuales de la divinidad, siendo su más célebre apariencia la de Nataraja, el Rey de los Danzantes. Como bailarín cósmico, Shiva es el dios de la creación y de la destrucción, que con su danza mantiene el ritmo sin fin del universo. El hinduismo también halló muchas maneras de expresar la naturaleza dinámica del universo en su lenguaje mítico. Así dice Krishna en el Gita: “si yo no tomara parte en la acción, estos mundos perecerían“, y Shiva, el Danzante Cósmico, tal vez sea la personificación más perfecta del universo dinámico. Con su danza, Shiva sostiene los múltiples fenómenos del mundo, unificando todas las cosas, sumergiéndolas en su ritmo y haciéndolas participar de la danza, imagen magnífica de la dinámica unidad del universo.
En marzo de 2016, y después de una pausa de dos años durante la que se potenció el acelerador de partículas para que pueda casi duplicar su energía, esta máquina situada en el CERN volverá a entrar en funcionamiento. Por si no lo sabían, en la frontera franco-suiza, cerca de Ginebra, se realizan experimentos bajo tierra que pueden llegar a ser altamente peligrosos para nuestra humanidad, aunque aparentemente todo está bajo control. El Gran Colisionador de Hadrones, GCH (en inglés Large Hadron Collider, LHC) es un acelerador y colisionador de partículas ubicado en la Organización Europea para la Investigación Nuclear, más conocido como CERN, siglas que corresponden a su antiguo nombre en francés: Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire. Fue diseñado para colisionar haces de hadrones, más exactamente de protones, de hasta 7 TeV (teraelectronvoltios) de energía, siendo su propósito principal examinar la validez y límites del Modelo Estándar en física, el cual es actualmente el marco teórico de la física de partículas, del que se conoce su ruptura en el caso de alcanzarse altos niveles de energía. En física de altas energías, el electronvoltio resulta una unidad muy pequeña, por lo que son de uso frecuente múltiplos como el megaelectronvoltio MeV o el gigaelectronvoltio GeV. En la actualidad, con los más potentes aceleradores de partículas, se han alcanzado energías del orden del teraelectronvoltio (TeV). Un ejemplo es el gran colisionador de hadrones, LHC, que a partir de marzo de 2016 estará preparado para operar con la astronómica energía de hasta 13 teraelectronvoltios. Hay objetos en nuestro universo que son aceleradores a energías aún mayores. Por ejemplo, se han detectado rayos gamma de decenas de TeV y rayos cósmicos de pentaelectronvoltios (PeV = mil TeV), y hasta de decenas de exaelectronovoltios (EeV = mil PeV). El modelo estándar de la física de partículas es una teoría que describe las relaciones entre las interacciones fundamentales conocidas y las partículas elementales que componen toda la materia. Es una teoría cuántica de campos desarrollada entre 1970 y 1973, y que es consistente con la mecánica cuántica y la relatividad especial. Hasta la fecha, casi todas las pruebas experimentales de las tres fuerzas descritas por el modelo estándar están de acuerdo con sus predicciones. Sin embargo, el modelo estándar no alcanza a ser una teoría completa de las interacciones fundamentales debido a que no incluye la gravedad, la cuarta interacción fundamental conocida, y debido también al número elevado de parámetros numéricos, como masas y constantes, que se deben considerar en la teoría.
Hay algunos libros, películas o series que hacen referencia a lo que podría suceder en el caso de una utilización no adecuada de un superacelerador de partículas. En la serie española de televisión, El Barco, un científico, Roberto Snaider, descubrió un fallo en el acelerador de partículas de Ginebra que produciría una catástrofe mundial que hundiría bajo el mar al 99% de la tierra. Entonces elaboró el Proyecto Alejandría, un plan de salvación en caso de que ocurriera dicha catástrofe. 7 barcos se salvarían situándose en puntos estratégicos de la geografía. La idea era crear un mundo mejor, pero personas muy poderosas y corruptas dominaron el proyecto, convirtiendo los 7 barcos en bancos de órganos para su exclusiva supervivencia. Por eso son elegidos. Hay otra serie, Perdidos (Lost), que tiene bases científicas. Hay un grupo de científicos que cree tener explicaciones para las cosas que ocurren en la Isla. Ese es el caso del argentino Fernando Lombardo, doctor en Física de la UBA/CONICET, que explica que hay un episodio en la serie que es especialmente importante para entender la base científica sobre la que se asienta esta ficción: “En la serie hay un capítulo muy importante en el que se ve un vídeo antiguo con un científico -se refiere al doctor Pierre Chang- donde se explican las propiedades especiales que tiene la Isla. En este vídeo, se dice que la Isla posee una gran cantidad de materia cargada eléctricamente de manera negativa en la cual se produce una especie de Efecto Casimir“. “Este efecto no es un invento de los guionistas“, asegura Lombardo. En el vídeo que se adjunta realiza una serie de explicaciones adicionales. El científico Pierre Chang explica en una de las películas de Orientación de Dharma que esas propiedades permiten realizar viajes espacio temporales. Pero para explicarlos no es suficiente con hablar del Efecto Casimir. “Es necesario recurrir a los agujeros de gusano. La Relatividad General, que es la herramienta que tenemos los físicos para describir el Universo, admite como solución a las ecuaciones de Einstein -de la Relatividad General- lo que se denominan ‘agujeros de gusano’. Un agujero de gusano es una especie de túnel con dos bocas por el cual uno podría en principio entrar por una y salir por la otra“. “Esos túneles son completamente inestables – continúa explicando Lombardo– salvo que en su interior o en sus bocas exista lo que los científicos denominan material exótica. La materia exótica es una especie de materia compuesta por masa negativa -no tiene nada que ver con lo que entendemos por ‘exótico’- entonces si uno puede concebir la existencia de esta materia exótica en un agujero de gusano, éste se vuelve estable y queda abierto. La relación que hace entre el Efecto Casimir y la existencia de energía negativa y la posibilidad de un agujero de gusano es correcta“.
En física, el efecto Casimir o la fuerza de Casimir-Polder es un efecto predicho por la teoría cuántica de campos que resulta medible y consiste en que dados dos objetos metálicos, separados por una distancia pequeña comparada con el tamaño de los objetos, aparece una fuerza atractiva entre ambos debido a un efecto asociado al vacío cuántico. El efecto Casimir se puede entender por la idea de que la presencia de metales conductores y dieléctricos alteran el valor esperado del vacío para la energía del campo electromagnético cuantizado. Puesto que el valor de esta energía depende de las formas y de las posiciones de los conductores y de los dieléctricos, el efecto Casimir se manifiesta como fuerza entre tales objetos. A veces, esto se describe en términos de partículas virtuales que interaccionan con los objetos, debido a una de las formulaciones matemáticas posibles para calcular la fuerza del efecto. Como la intensidad de la fuerza cae rápidamente con la distancia, es solamente medible cuando la distancia entre los objetos es extremadamente pequeña. En una escala por debajo del micrómetro, esta fuerza llega a ser tan fuerte que se convierte en la fuerza dominante entre dos conductores neutros. De hecho en separaciones de 10 nanómetros, el efecto Casimir produce el equivalente de 1 atmósfera de presión. los físicos holandeses Hendrik B.G. Casimir y Dirk Polder fueron los primeros en proponer la existencia de esta fuerza en 1948 y formularon un experimento para detectarla mientras participaban en la investigación en los laboratorios de investigación de Philips. La forma clásica del experimento utiliza un par de placas paralelas de metal neutras en el vacío, y demostró con éxito la fuerza dentro del 15% del valor predicho por la teoría. La fuerza de Van der Waals entre un par de átomos neutros es un efecto similar. En la física teórica moderna, el efecto Casimir desempeña un papel importante en el modelo quiral del nucleón; y en física aplicada, es cada vez más importante en el desarrollo de componentes nanotecnológicos. No obstante, Fernando Lombardo aclara que hoy en día el agujero de gusano es “sólo una teoría” con la que se resuelven las ecuaciones de Einstein que, en principio, admite esa posibilidad. “Pero nadie sabe si una civilización en el futuro, mañana o ahora, será capaz de juntar materia exótica, curvar el espacio tiempo de manera tal que hacer hueco en él y hacer esos túneles”.
El físico austriaco Fritjof Capra, en el prólogo de su excelente obra El Tao de la Física nos relata lo siguiente: “Una hermosa experiencia que tuve hace cinco años me situó en el camino que más adelante me llevaría a escribir este libro. Estaba yo una tarde de verano sentado frente al océano, con el sol ya declinando. Observaba el movimiento de las olas y sentía al mismo tiempo el ritmo de mi respiración, cuando de pronto fui consciente de que todo lo que me rodeaba parecía estar enzarzado en una gigantesca danza cósmica. Como físico, sabía que la arena, las rocas, el agua y el aire que había a mi alrededor estaban formados por vibrantes moléculas y átomos y que estos, a su vez, se componían de partículas que interactuaban unas con otras creando y destruyendo a otras partículas. También sabía que la atmósfera de la Tierra es bombardeada continuamente por una lluvia de “rayos cósmicos”, partículas de alta energía que sufren múltiples colisiones al penetrar en la atmósfera. Todo esto me resultaba conocido por mis investigaciones físicas en el campo de la alta energía, pero hasta aquel momento sólo lo había experimentado a través de gráficos, diagramas y teorías matemáticas. Sin embargo, sentado en aquella playa, mis anteriores experiencias cobraron vida; “vi” cascadas de energía que llegaban del espacio exterior, en las que las partículas eran creadas y destruidas siguiendo una pulsación rítmica. “Vi” los átomos de los elementos y los de mi cuerpo participando en aquella danza cósmica de energía; sentí su ritmo y “oí” su sonido, y en ese momento supe que aquélla era la Danza de Shiva, el Señor de los Danzantes adorado por los hindúes. Hasta entonces había pasado por un largo entrenamiento en física teórica y había dedicado varios años a la investigación. Al mismo tiempo me interesé por el misticismo oriental y comencé a ver analogías entre dicho misticismo y la física moderna. Me sentí especialmente atraído por los enigmáticos aspectos del Zen, que me recordaron los misterios de la teoría cuántica. Al principio, estas relaciones fueron un ejercicio puramente intelectual. Salvar el abismo entre el pensamiento racional analítico y la experiencia meditativa de la verdad mística fue, y todavía es, algo muy difícil para mí“.
Los místicos orientales tienen una visión dinámica del universo similar a la de los físicos modernos. Por esta razón no es de extrañar que también hayan utilizado la imagen de la danza para comunicar su intuición de la naturaleza. Un hermoso ejemplo de esta imagen de ritmo v danza nos la da Alexandra David-Neel (1868 – 1969), que fue orientalista, cantante de ópera, periodista, exploradora, anarquista, espiritualista, budista y una escritora franco-belga. Es conocida principalmente por su visita a Lhasa (1924), capital del Tíbet, ciudad prohibida a los extranjeros. Escribió más de 30 libros acerca de religiones orientales, filosofía y sus viajes. Sus enseñanzas fueron trasmitidas por sus principales amigos y discípulos: Yondgen y el francés Swami Asuri Kapila (Cesar Della Rosa). Sus obras han sido muy bien documentadas e influyeron en los escritores “beat” Jack Kerouac y Allen Ginsberg, así como en el filósofo Alan Watts. En su libro Viaje al Tíbet, Alexandra David-Neel escribe cómo conoció a un lama, quien se llamaba a sí mismo “maestro del sonido” transfiriéndole el siguiente relato de su visión de la materia: “Todas las cosas son agrupaciones de átomos que danzan y con sus movimientos producen sonidos. Cuando el ritmo de la danza cambia, el sonido producido también cambia. Cada átomo canta perpetuamente su canción, y el sonido, en cada momento, crea formas densas y sutiles“. La similitud de este concepto con el de la física moderna es particularmente sorprendente si recordamos que el sonido es una onda con una cierta frecuencia que cambia cuando cambia el sonido. Y que las partículas, el equivalente moderno del antiguo concepto de los átomos, son también ondas con frecuencias proporcionales a sus energías. Según la teoría del campo, cada partícula realmente “canta perpetuamente su canción“, produciendo patrones rítmicos de energía, las partículas virtuales, en, “formas densas y sutiles“. Esta metáfora de la danza cósmica tiene su más profunda y hermosa expresión en el hinduismo, en la imagen del dios danzante Shiva, tal como ya hemos indicado. Entre sus muchas encarnaciones, Shiva, uno de los más viejos y más populares dioses hindúes, aparece corno el Rey de los Danzantes. Según la creencia hindú, toda vida es parte de un gran proceso rítmico de creación y destrucción, de muerte y renacimiento, y la danza de Shiva simboliza este eterno ritmo de vida y muerte que continúa en ciclos sin fin.
Ananda K. Coomaraswamy (1877 – 1947) fue un especialista anglo-indio en arte oriental. Se destacó en el estudio del simbolismo, mitología, metafísica y religión comparada. Es considerado, junto con Frithjof Schuon y René Guénon, como uno de los más importantes representantes de la Filosofía perenne. En palabras de Ananda K. Coomaraswamy: “En la noche de Brahman, la naturaleza está inerte, y no puede danzar hasta que Shiva lo desea: El sale de su éxtasis y danzando envía a través de la materia inerte ondas pulsantes de sonido despertador, y ¡Ya!, la materia también comienza a danzar, apareciendo como un círculo de gloria a Su alrededor. Con su danza, sostiene sus múltiples fenómenos. Cuando el tiempo se completa, todavía danzando, destruye todas las formas y nombres mediante el fuego y confiere un nuevo descanso. Esto es poesía, pero no por ello deja de ser ciencia“. La Danza de Shiva simboliza no sólo los ciclos cósmicos de creación y destrucción, sino también el ritmo diario de nacimiento y muerte, considerado en el misticismo hindú como la base de toda existencia. Al mismo tiempo, Shiva nos recuerda que las múltiples formas del mundo son maya, no fundamentales, sino ilusorias y siempre cambiantes, mientras continúa creándolas y disolviéndolas en el incesante flujo de su danza. Como lo ha expresado Heinrich Zimmer (1890 – 1943), especialista en la India e historiador del arte surasiático: “Sus gestos espontáneos y llenos de gracia, precipitan la ilusión cósmica; sus brazos y piernas al viento y su torso balanceándose producen -y realmente lo son en sí mismos- la continua creación-destrucción del universo, con la muerte equilibrando al nacimiento, la aniquilación equilibrando a toda creación“. Los artistas hindúes de los siglos X y XI representan la danza cósmica de Shiva en magníficas esculturas danzantes de bronce, con cuatro brazos cuyos gestos equilibrados, y sin embargo dinámicos, expresan el ritmo y la unidad de la vida. Los diversos significados de esta danza son transmitidos mediante los detalles de las figuras en una compleja alegoría pictórica. La mano derecha superior del dios sostiene un tambor para simbolizar el sonido principal de la creación, la mano izquierda superior sostiene una lengua de fuego, elemento de la destrucción. El equilibrio de las dos manos representa el dinámico equilibrio entre la creación y la destrucción del mundo, equilibrio que se ve acentuado por la expresión calmada e imparcial del rostro del danzante, en el centro de las dos manos y donde la polaridad de la creación y destrucción es disuelta y trascendida. La segunda mano derecha se levanta con el signo de “no tener miedo“, simbolizando conservación, protección y paz, mientras que la otra mano izquierda señala al pie levantado que simboliza la liberación del encanto de maya. El dios se representa bailando sobre el cuerpo de un demonio, símbolo de la ignorancia humana que ha de ser conquistado antes de alcanzar la liberación.
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