Las reflexiones de este artículo no son para tenerlas presentes todo el día todos los días, porque podrían quitarle magia a la existencia, pero constituyen una referencia para evitar ciertos extravíos.
Cuando vemos a alguien nos llevamos una impresión de inmediato. Su altura, su complexión, su edad, sus facciones, etc., nos llevan a un sentimiento visceral en relación con esa persona. Entre muchas otras cosas, valoramos su atractivo; e incluso, según cómo, puede ser que nos enamoremos perdidamente.
Pero ¿qué estamos viendo en realidad? ¿Dónde está la persona? Si miramos justo bajo la piel, nos encontramos con algo tan poco atractivo e incluso que desprende tan mal olor como unos inmensos intestinos. Por arriba, algunos órganos. ¿Qué nos dice todo esto de la persona? No mucho, parece. Las extremidades tampoco nos hablan de la esencia de ese ser. La cabeza nos dice algo más, porque contiene mayor expresividad, pero no deja de ser un conjunto de elementos. De ella, el brillo de los ojos transmite algo que sí es inefable, que va más allá de lo material y de este mundo. Por lo demás, estamos viendo una maravillosa máquina… y nada más.
El caso es que nos llevamos impresiones de estas máquinas y las juzgamos de mil maneras. A veces, incluso las idealizamos e idolatramos. Olvidamos por completo que estamos viendo unos órganos recubiertos de piel. Bueno, en general vemos poco de la piel; normalmente son vestiduras lo que vemos, y entonces nuestro juicio procede de algo que es incluso más externo a la piel.
Vemos ese conjunto y decimos «persona», y nos suscita una serie de reacciones. Pero ¿dónde está la persona?
La ventana de los ojos nos dice que hay una vida ahí dentro, una esencia, algo luminoso. Pero es imposible verla. Siendo imposible verla y determinarla, es sin embargo lo que da sentido a todo, a que toda esa máquina se haya concebido, desarrollado y puesto en marcha. Pero esta esencia, que da sentido a todo, no es una persona. Es una cualidad etérea, indefinible, puramente abstracta. Valoramos y juzgamos personas todo el rato, cuando lo de menos son las personas (entiéndase el contexto en que lo digo); lo realmente interesante es esa cualidad invisible que mientras permanezca asociada a ese cuerpo le va a dar vida. Sin esta cualidad, el cuerpo pierde todo interés y no tarda en desvanecerse.
Vemos cuerpos como si fuesen personas. ¿Qué tal si viésemos los cuerpos como cuerpos y, aparte, fuésemos plenamente conscientes de la extraordinaria cualidad de la vida-consciencia que los alienta? Ver los cuerpos como personas nos hace olvidar esta cualidad pura que es la vida porque no la necesitamos conceptualmente. El concepto de persona hace innecesario que estemos pendientes de valorar esta cualidad invisible, porque representa que «persona» incluye ya el cuerpo y lo que lo alienta. Sin embargo, el error de apreciación que cometemos es el de identificar demasiado a esa persona con su cuerpo, de lo cual se derivan otros errores graves: juzgamos a ese ser por lo que manifiesta en vez de valorarlo por la vida que lo alienta, o nos apegamos o subordinamos a él por lo que expresa olvidando que nuestra dignidad de vida es idéntica a la suya, o lo identificamos con sus creencias o con la bandera que enarbola, a partir de lo cual emitimos juicios lapidarios…
Amigos, los cuerpos, junto con las numerosas estrategias de adaptación que llevan a cabo para sobrevivir en este mundo, no son la clave de nada. ¿Nos fascina su planta, aborrecemos sus gestos, nos inspiran deseo?…; son órganos sostenidos por huesos y músculos, recubiertos de piel. En cambio, ¿qué hay del fascinante misterio que alienta esos cuerpos? ¿Y si honrásemos ese misterio y, a partir de ahí, los cuerpos como la ventana de expresión de dicho misterio? ¿Y si al ver a los demás viésemos una fascinante luz y redujésemos lo demás a anécdota, pero sin embargo honrásemos esa anécdota (el cuerpo) como forma y símbolo de esa misma luz que lo habita?
Al vernos como personas reparamos muy poco los unos en los otros y no nos honramos como expresión de la Esencia. Por ejemplo, encontramos mucho más atractivo el soso de nuestro teléfono móvil que al ser vibrante de vida que tenemos al lado. Por ello está bien poder arrojar también esta otra mirada.
Una vez incorporado este mensaje, vu
«Usted y el mundo no son dos entidades diferentes. Usted es el mundo, no como un ideal sino de hecho… Como el mundo es usted mismo, al transformarse usted produce una transformación en la sociedad… Un hombre no puede cambiar el mundo, pero ustedes y yo podemos cambiar el mundo juntos…» – Krishnamurti
Casi todos nosotros en este mundo confuso y brutal, tratamos de labrarnos nuestra propia vida privada, una vida en la que podamos estar felices y tranquilos y, no obstante, vivir con las cosas de este mundo. Parecemos pensar que la vida cotidiana que llevamos, la vida de lucha, conflicto, pena y dolor, es algo separado del mundo externo de desdicha y confusión. Al parecer, creemos que el individuo, el «uno», es distinto del resto del mundo con todas sus atrocidades, guerras y disturbios, con su desigualdad y su injusticia, y que esto es algo por completo diferente de nuestra vida particular de individuos. Cuando uno mira un poco más atentamente, no sólo su propia vida sino también el mundo, ve que lo que uno es —su existencia diaria, lo que piensa, lo que siente— es el mundo externo, el mundo que a uno lo rodea. Uno es el mundo, es el ser humano el que ha creado este mundo de desorden total, el mundo que llora impotentemente en medio de un gran dolor. Ese mundo es uno mismo, el ser humano que lo ha construido. Por lo tanto, el mundo exterior a nosotros no es diferente del mundo en el que cada cual vive su vida privada.
Esta división entre el individuo y la sociedad realmente no existe en absoluto. Cuando uno trata de labrarse su propia vida, el individuo no es diferente de la comunidad en que vive. Porque es el individuo, el ser humano, el que ha construido la comunidad, la sociedad. Creo que debemos tener muy en claro desde el principio, que esta división es artificial, completamente irreal.
Al producir un cambio radical en el ser humano, en uno mismo, uno está dando origen a un cambio radical en la naturaleza y estructura de la sociedad. Pienso que es necesario comprender muy claramente que la mente humana, con toda su complejidad, su intrincado mecanismo, forma parte de este mundo exterior. El «uno» es el mundo y, al generar una revolución fundamental —ni comunista ni socialista, sino una clase por completo diferente de revolución dentro de la propia estructura y naturaleza de la psique— uno producirá una revolución social. Ésta tiene que empezar, no por lo externo sino internamente, porque lo externo es el resultado de nuestra vida privada, interna.
Cuando haya una revolución radical en la estructura misma del pensamiento, del sentimiento y de la acción, entonces, obviamente, habrá un cambio en la estructura de la sociedad. Este cambio completo en la estructura de la sociedad tiene que producirse. La moralidad social no es moral. Para ser completamente moral uno ha de negar la moralidad social. Esto significa que el individuo, el «uno», tiene que investigar toda la estructura de sí mismo, tiene que comprenderse a sí mismo no conforme a algún filósofo, sacerdote o analista, quienquiera que pueda ser. Tiene que comprenderse a sí mismo tal como es, no de acuerdo con algún otro. Cuando nos comprendemos a nosotros mismos, la autoridad de cualquier especialista, psicológico, sociológico o de otra clase, llega a su fin. Siento que cada uno de nosotros tiene que comprender esto antes de que avancemos más. Porque casi todos nosotros, desafortunadamente, somos esclavos de las ideas de otras personas. Nos persuaden muy fácilmente, somos influidos por el especialista, por la autoridad. Especialmente cuando vamos a investigar esta cuestión de comprendernos a nosotros mismos, que es de primordial importancia, no hay ninguna clase de autoridad, porque ustedes tienen que comprenderse a sí mismos y no a algún otro o lo que algún otro dice acerca de ustedes. Pienso que es realmente muy importante que capten esto porque, como acabo de decir, aceptamos y obedecemos muy fácilmente, nos amoldamos a la autoridad y la consentimos, tanto si es la autoridad de la iglesia como la de algún líder espiritual o especialista analítico. Pienso que uno tiene que descartar completamente todo eso, porque la autoridad ejercida por algunos y la obediencia, por parte de cada uno de nosotros, a un ideal conceptual, han ocasionado muchísima desdicha en el mundo.
No sé si han observado cómo el mundo está dividido en nacionalidades, grupos religiosos, diversas categorías de razas, prejuicios, con una religión en contra de otra, un Dios opuesto a otro Dios. Tienen que haber observado esto. Sin embargo, habiéndolo observado, sabiendo cómo esto crea desdicha, conflicto y división en todo el mundo, siguen adhiriéndose a sus nacionalidades particulares, a sus particulares conceptos religiosos, a sus creencias, todo lo cual engendra división entre hombre y hombre. Infortunadamente, aceptamos la autoridad establecida por la tradición de la sociedad o de la iglesia, los dictados de las jerarquías autoritarias de la religión organizada. Pero rehusamos aceptar la tiranía política; no aceptamos que alguien pueda negarnos el derecho de hablar libremente o de pensar lo que queramos pensar. Por desgracia, no ejercitamos la misma libertad con respecto a las cuestiones espirituales. Esto ha conducido en todo el mundo a indecible desdicha y división entre la gente.
Si queremos comprendernos a nosotros mismos, lo cual es absolutamente esencial —porque sin comprendernos a nosotros mismos no tenemos una base para pensar o para percibir claramente—, si queremos pensar de una manera racional, cuerda, tenemos que conocernos, tenemos que buscar las causas que nos hacen pensar y hacer ciertas cosas, tenemos que descubrir por qué somos agresivos, brutales, codiciosos, dominadores, posesivos, ya que todas estas características son causas de conflicto entre los seres humanos Y cuando anhelarnos producir un cambio social, el cual tiene que ocurrir, éste debe comenzar, sin duda, en la mente humana, no en la estructura externa de la sociedad. Una vez más, ha de comprenderse claramente que para dar origen a un cambio radical en la estructura social de modo que los seres humanos puedan ser libres, que no haya más guerras ni más división entre las personas como cristianos, hindúes, musulmanes, etc., tiene que haber una verdadera comprensión propia mediante el conocimiento de nosotros mismos, de cómo estamos hechos, tanto biológica como psicológicamente. Entonces, en el propio proceso de comprendernos a nosotros mismos, daremos origen a un cambio radical que será natural, no una revolución sangrienta. Todas las revoluciones políticas, religiosas y económicas han producido gran desdicha y confusión en el mundo. Ustedes ven lo que está sucediendo en el mundo comunista, la represión y el retorno al estado burgués.
Viendo todo esto, las guerras, la tiranía, la opresión, la injusticia social, la inanición en Oriente contrastando con las extremas riquezas, observando todo esto, no intelectualmente sino de manera real, observándolo en nosotros mismos, en nuestra vida cotidiana, debemos ver inevitablemente que tiene que haber una revolución radical en la actividad misma de nuestra existencia diaria. Y para producir un cambio semejante tiene que haber conocimiento propio [de sí mismo], tenemos que conocernos tal como somos, las causas de nuestras acciones, por qué somos agresivos, brutales, envidiosos y estamos llenos de odio, el cual se expresa en el mundo externo. Espero que esto esté claro, no sólo lógicamente, verbalmente, racionalmente, sino también porque lo perciben. Si no perciben agudamente, con gran intensidad el estado actual del mundo, el estado real de la propia vida de cada uno de ustedes, entonces lo que hacen es escapar por medio de ideologías y teorías.
¿Saben?, las ideologías no tienen absolutamente ningún sentido, ya sean comunistas, capitalistas o religiosas. Las ideologías —el pensar conceptual con sus palabras— han separado al hombre del hombre. Todos ustedes tienen diferentes ideologías y no ven claramente por sí mismos la necedad que implica tener ideologías. Estas impiden ver lo que realmente ocurre, lo que realmente es. ¿Por qué debemos tener ideologías de cualquier clase sabiendo cómo han dividido al hombre contra el hombre, ya fueran ideologías cristianas, hindúes, musulmanas o de cualquier otra religión, cada cual aferrándose desesperadamente a su creencia? ¿Por qué? Jamás cuestionamos las ideologías, las aceptamos. Si uno cuestiona e investiga profundamente este problema de las ideologías, verá que existen a fin de que podamos escapar de lo real.
Tomemos, por ejemplo, toda la cuestión de la violencia que se está extendiendo por el mundo a una velocidad asombrosa. Somos violentos: los seres humanos en todo el mundo son violentos, agresivos, brutales. Ese es un hecho derivado, heredado del mundo animal. Somos personas violentas. No abordamos esa violencia, no averiguamos por qué somos violentos y vamos más allá de la violencia. Pero tenemos al respecto ideas, ideologías. Decimos que debemos ser no violentos, que debemos ser amables, gentiles, tiernos y demás. Esto es meramente un pensar conceptual que nos impide entrar en contacto con nosotros mismos cuando somos violentos. Eso es bastante claro, ¿no es así?
Nos estamos preguntando por qué los seres humanos se complacen en ideales y por qué pensamos que es una cosa de lo más extraordinaria no tener ideales. Ustedes piensan que vivir sin principios —por favor, escuchen cuidadosamente esto—, que vivir sin principios, sin creencias, sin ideales, es muy mundano, muy materialista. Por el contrario, aquellos de ustedes que tienen ideales, creencias, principios, son las personas más materialistas del mundo porque no tratan con la realidad, no tratan con la violencia, no tratan con los hechos tal como son. Estoy seguro de que muchos de ustedes creen en Dios, aunque algunos tal vez no crean. Podrán decir que son ateos, lo cual es otra forma de creencia. Jamás se preguntan por qué creen en Dios, lo aceptan porque esto forma parte de la tradición, de la autoridad ejercida por la propaganda. Tienen este ideal y dicen: «Su Dios y mi Dios, su particular forma de ritual y la mía». Estas creencias y rituales han dividido al hombre. Para encontrar la realidad, para descubrir si existe una cosa como Dios, para encontrar, para descubrir eso, para experimentarlo, para dar con este estado extraordinario, uno debe dejar completamente de lado cualquier forma de creencia. De lo contrario, no está libre para descubrir, y es sólo una mente que está libre para investigar, para observar, la que puede dar con esa realidad que no es creada por la mente temerosa.
¿Por qué debemos tener estos múltiples ideales y principios conforme a los cuales tratamos de vivir? En los tiempos modernos la gente no se preocupa mucho acerca de principios y creencias. En el mundo moderno lo que a uno le interesa es divertirse mucho, lograr cosas, tener éxito y demás. Pero cuando ustedes examinen la cosa más profundamente, verán que en el fondo de todo esto está el miedo. El miedo es el que nos torna agresivos, el que nos exige que escapemos a través de ideales. Y es el miedo el que hace que nos aferremos a nuestra particular forma de seguridad en la creencia. Si un hombre no tiene miedo, si vive completamente, totalmente, sin ninguna contradicción interna, observando dentro de sí mismo al mundo con todas sus contradicciones, con toda su brutalidad, penetrando de ese modo dentro de sí mismo y librándose del miedo, entonces puede vivir sin una sola creencia, sin un solo pensamiento conceptual. Creo que ése es el aspecto principal de nuestra vida: el miedo. No sólo el miedo a cosas tales como perder un empleo, sino el miedo a estar psicológicamente, internamente inseguro.
Ahora quiero decir algo que considero fundamental: importa mucho cómo escuchan ustedes. O bien escuchan las palabras concordando o discrepando intelectualmente, o escuchan con una mente que interpreta lo que oye traduciéndolo según sus propios prejuicios particulares. Escuchan comparativamente, o sea, que comparan lo que oyen con lo que ya conocen. Todo escuchar de esta clase les impide, obviamente, escuchar. ¿No es así? Si dicen: «¡Bueno, eso de que usted habla es un disparate!», no están escuchando. Después de todo, han venido aquí y yo he venido aquí para que escuchemos, para que discutamos juntos las cosas. Si ustedes tienen sus propios prejuicios particulares, sus conclusiones, sus opiniones definidas, todo lo cual les impide escuchar a quien les habla, entonces se irán de aquí con un montón de palabras que no tienen absolutamente ningún sentido. Mientras que si escuchan sin aceptar ni condenar, si escuchan con cierta calidad de atención, tal como escuchan el viento entre los árboles, si escuchan con todo el ser, con el corazón y con la mente, entonces quizá podamos establecer una comunicación entre nosotros. Entonces nos comprenderemos uno a otro de manera muy simple y directa, aunque estemos tratando con un problema humano muy complejo. Estamos interesados en la estructura total de nuestra vida cotidiana, la cual incluye nuestro sufrimiento, nuestra desdicha, nuestras luchas y pesares. Y si saben cómo escuchar, no sólo ahora a quien les habla sino cuando vuelvan a sus casas, entonces estarán escuchando realmente a la esposa, al marido, a los hijos o a cualquier otra persona, entonces comenzarán a descubrir la verdad al respecto. La mente se vuelve entonces muy sencilla y clara, una mente muy clara que puede observar y aprender, que no está confundida ni atemorizada. Los problemas que tenemos son muy complejos, nuestra vida es muy compleja. Para comprender esta estructura nuestra tan compleja, necesitamos observarnos muy atentamente a nosotros mismos, ver por qué creemos, por qué odiamos, por qué somos agresivos, por qué nos separamos en nacionalidades.
Por lo tanto, como dije, si escucharan con cuidado, con esa calidad de afecto que es atención, verían que aquello de que uno les habla es del descubrimiento de ustedes mismos. Uno está pintando meramente un cuadro de lo que ustedes son. Para observar ese cuadro tienen que concederle atención, cuidado; no condenar ni justificar lo que ven ni avergonzarse de ello. Es sólo viendo lo que realmente ocurre en sus vidas y observándolo muy detenidamente sin condenarlo ni evaluarlo, que lo verán tal como es. Ver es el más grande de los milagros. Por favor, entiendan eso. No vemos por qué nos miramos a nosotros mismos siempre condenando, comparando, evaluando; por lo tanto, nunca nos vemos como somos. Vernos como somos es dar origen a un cambio radical en nosotros mismos y, por consiguiente, en el origen y en la estructura social.
En nuestro fuero interno estamos muy confundidos y somos muy desordenados. No hay orden dentro de nosotros. No me refiero al orden aparente que obtenemos imitando y amoldándonos; esto es desorden y ustedes pueden ver por sí mismos que la vida es fragmentaria, que está dividida. Somos un hombre de negocios, un marido, una esposa, esto o aquello, nuestra vida está dividida en fragmentos. Cada fragmento tiene su propio deseo, su propio propósito, su motivo, uno en oposición al otro, y así hay contradicción. Nuestra vida es una contradicción, un deseo se opone a otro deseo, un placer nos empuja en una dirección y otro placer en otra, haciendo que nuestra vida sea contradictoria, confusa y desordenada. Ése es un hecho obvio. Y tenemos que producir orden, no conforme a algún programa previo o a alguna teoría, sino de acuerdo con ese orden que surge cuando observamos las causas del desorden en nosotros mismos. Espero estar poniendo esto en claro. No es cuestión de retórica ni de teorías, estamos interesados en lo que realmente ocurre dentro de nosotros mismos. Porque en nosotros está el mundo. No podemos separarnos a nosotros mismos del mundo. Somos el mundo. Para cambiar el mundo —y tiene que haber un cambio— es uno mismo el que ha de cambiar. A fin de que ese cambio sea ordenado, tenemos que comprender las causas del desorden que existe en nosotros; eso es todo. No tenemos que hacer nada más que observar las causas del desorden en nosotros mismos.
Para observar tiene que haber libertad. Ustedes saben, casi todos nosotros estamos muy densamente condicionados por la sociedad en que vivimos, por la cultura en que hemos crecido. La sociedad en que vivimos es el producto de nuestra vida, de nuestra manera de pensar. La cultura es la que nosotros hemos hecho. La sociedad nos ha condicionado, nos ha dicho qué debemos pensar y cómo debemos pensar, cuáles deben ser nuestras creencias y cómo debemos comportarnos. Estamos fuertemente condicionados y, en consecuencia, no somos libres. Esto es un hecho real, evidente. Con una mente condicionada es obvio que carecemos de libertad para observar. Y, al estar condicionados, cuando observamos el verdadero estado interno en que nos encontramos, sentimos temor. No sabemos qué hacer. La pregunta es, entonces, si hay posibilidad alguna de que la mente humana se desembarace ella misma de su condicionamiento —por favor, escuchen esto—, que la mente humana se desembarace ella misma de su condicionamiento a fin de que pueda ser una mente libre. Si dicen que es imposible, que la mente humana jamás podrá librarse de su condicionamiento, se han bloqueado a sí mismos, han impedido una investigación ulterior del problema. Y si dicen que es posible, eso también los bloquea, les impide examinar el problema.
Por lo tanto, es preciso comprender este condicionamiento. Está claro qué es lo que entendemos por esa palabra «condicionamiento»: ustedes están condicionados como cristianos, se han educado en una cultura particular, una cultura que acepta la guerra, que persigue un patrón particular de existencia, etc. Ése es el condicionamiento de ustedes, del mismo modo que la gente de la India está condicionada por su propia cultura, su religión y superstición, su estilo de vida. Y esa palabra «condicionamiento» es una palabra muy clara y simple que contiene una gran profundidad de significado.
Ahora bien, ¿es posible eliminar ese condicionamiento de modo que nuestra mente sea una mente libre? ¿Saben?, la libertad es una de las cosas más peligrosas que hay, porque para casi todos nosotros implica que podemos hacer lo que se nos antoje. Para la mayoría de la gente es un ideal, algo que está muy lejos, que no podemos tener. Y están los que dicen que para ser libre uno tiene que disciplinarse muchísimo. Pero la libertad no se encuentra al final; la libertad está en el primer paso. Si ustedes no son libres, no pueden observar las nubes, las aguas centelleantes, no pueden observar la relación que tienen con la propia esposa, el marido, el vecino. La mayoría de nosotros no quiere observar, porque a casi todos nos asusta lo que podría pasar si observáramos muy atentamente.
No sé si alguna vez han observado sus relaciones, por ejemplo, la relación que cada uno tiene con su esposa, con su marido. Éste es un tema muy peligroso. Porque si observamos con gran atención vemos que tiene que haber una clase diferente de vida que nunca observamos. Lo que observamos es la imagen que hemos formado el uno del otro y esa imagen establece cierta relación entre el hombre y la mujer. Esa relación entre las imágenes es lo que contemplamos como estando en contacto, en relación con el otro. Por lo tanto, cuando investigamos esta cuestión de liberar a la mente de su propio condicionamiento, en primer lugar queremos saber si esto es posible. Si no es posible, entonces somos esclavos para siempre. Si no es posible, inventamos un cielo, un Dios. Sólo en el cielo podemos ser libres, pero no aquí. Para liberar a la mente de su condicionamiento y yo digo que esto es posible, que puede hacerse, tenemos que volvernos conscientes, darnos cuenta de cómo pensamos, por qué pensamos y qué son nuestros pensamientos. Darnos cuenta, no condenar, no juzgar sino sólo observar, como uno observa una flor. Eso que está frente a nosotros no es bueno que lo condenemos —de nada sirve que digamos «me gusta» o «me disgusta»—, eso está ahí para que lo miremos. Y si tenemos ojos para ver, veremos la belleza de esa flor. Del mismo modo, si estamos atentos a nosotros mismos sin condenar, sin juzgar, veremos toda la estructura y la causa de nuestro condicionamiento. Si proseguimos con eso profundamente, entonces descubriremos por nosotros mismos que la mente puede ser libre.
Esto saca a relucir otro problema: estamos acostumbrados a pensar en términos de tiempo, o sea, que estamos acostumbrados al proceso gradual de cambio, al proceso gradual de realización; cambiar de esto a aquello implica tiempo, es tiempo. Existe no sólo el tiempo del reloj, el cronológico, sino que también está el tiempo psicológico, el tiempo interno que dice: «Soy iracundo, celoso, y gradualmente superaré esto». Eso constituye la gradación, el lento proceso de cambio, pero psicológicamente, internamente no existe tal cosa como lo gradual. O uno cambia inmediatamente o no cambia en absoluto. Cambiar gradualmente de la violencia a la no-violencia implica que uno está sembrando la semilla de la violencia todo el tiempo, ¿no es así? Si me digo que siendo violento, gradualmente, algún día, llegaré a ser no violento, en ello está involucrado el tiempo. En este intervalo de tiempo estoy sembrando continuamente las semillas de la violencia; esto es muy obvio.
Por lo tanto, el problema es —hablando muy seriamente en un mundo que está desorganizado, que se destroza a sí mismo y se distrae mediante las diversiones—, este problema no es sólo el del tiempo sino el de todo el conflicto que implica el esfuerzo. Espero que esto no se esté volviendo demasiado difícil. Tal vez lo sea si no estamos habituados a esta clase de pensar y sentir intensivos. Pero el problema está ahí y les incumbe a ustedes. Vean, cuando una casa se está quemando, como nuestra casa nuestro mundo se está quemando, uno no discute acerca de teorías, no pregunta quién le puso fuego (si los comunistas, los capitalistas, los socialistas, los católicos o los que fueren). Uno se interesa en apagar el fuego y en ver de construir una casa que nunca más se pueda incendiar. Y eso exige gran seriedad e intensidad, no comprometerse meramente en una acción por la acción misma o en hacer algún bien o en cambiar de una religión a otra o de un concepto a otro.
De modo que uno tiene que ser serio y esto significa estar libre para observar la vida, para observar el modo como vivimos, para observar nuestra relación con los demás y ver claramente lo que sucede. ¿Saben?, uno no puede observar si entre uno mismo y la cosa observada hay espacio. ¿Tiene esto algún sentido para ustedes? Les mostraré lo que quiero decir. Para observar, para ver muy claramente, uno tiene que estar en contacto muy estrecho con la cosa que observa. Debe ser capaz de tocarla, de sentirla, de estar completamente en contacto con ella. Y si hay un espacio entre uno mismo, el observador, y la cosa observada, entonces uno no está en contacto. Por consiguiente, para observarnos a nosotros mismos tal como somos —por favor, escuchen esto, sólo escuchen—, para observarnos a nosotros mismos no tiene que haber división entre el observador y lo observado. ¿Tiene sentido esto? Lo verán. Si me miro a mí mismo y hay una separación entre yo y lo que observo, y veo que soy celoso, iracundo, violento, el observador y lo observado son dos cosas diferentes, ¿verdad? Está la violencia y el observador que dice: «yo soy violento». Son dos cosas diferentes. Esta separación entre el observador y lo observado origina conflicto. Obsérvenlo realmente dentro de ustedes mismos y lo comprenderán de manera muy sencilla. Si uno se separa a sí mismo del temor, entonces tiene que superarlo, tiene que pelear con él, luchar contra él, escapar de él. Pero cuando uno ve que es el temor, que el observador es lo observado, el conflicto entre ambos se termina. Y cuando el observador es lo observado, entonces el tiempo llega a su fin.
Lo que estamos diciendo es esto: El hombre ha viajado por muchísimo tiempo, su vida es un campo de batalla no sólo dentro de sí mismo sino externamente. Todas sus relaciones están en conflicto, ya sea en la fábrica, en la oficina o en el hogar, todo es una lucha constante, una batalla. Y estamos diciendo que una vida semejante no es vida en absoluto. Ustedes podrán tener sus dioses, sus riquezas, podrán tener una capacidad extraordinaria, pero no están viviendo, no son personas dichosas. No hay felicidad, no hay bendición en esa vida. A fin de dar con esta felicidad, con esta bendición, tenemos que comprendernos a nosotros mismos y para comprendernos a nosotros mismos debemos tener libertad para mirar. Para que podamos mirar debidamente, no tiene que haber división entre el observador y lo observado. Y cuando ello ocurre, todo este sentido de luchar para llegar a ser, para ser algo o alguien, desaparece. Somos lo que somos. Al observar esto, adviene un cambio radical, inmediato, el cual pone fin a la idea del tiempo y de lo gradual.
Una de las consecuencias del constructivismo, que afirma que nuestro cerebro “construye” la realidad que percibimos, es que cuando “yo” me relaciono con “tú”, me estoy relacionando en realidad con un constructo mental al que llamo “tú”. Podría ser que tú existieras, pero en todo caso lo que yo percibo como tú no es más que mi mente organizando emociones, sensaciones e ideas.
Veíamos que el enfoque fenomenológico nos obliga a poner entre paréntesis tu existencia y limitarnos a percibir “eso que llamo tú”. Así, la investigación de mis problemas contigo (o con cualquier otra cosa) se convierte inevitablemente en un viaje a mi propio interior. Se trata de “El viaje del héroe” de Paul Rebillot, el que emprende el arquetipo Joseph Campbell: “El héroe de las mil caras”.
En consecuencia, aquí ya no se va a hablar de lo que existe (objetividad), puesto que esa sería una reflexión a realizar en el lugar de destino (si es que existe un destino). A partir de ahora se hablará del viaje en si, cuyo primer paso es despertar las inmensas posibilidades soterradas del “ser”, las potencialidades reprimidas de las que habla Carl Jung: la creatividad. En ello coincidimos con Fritz Perls, de cuya aportación al mundo hoy hablaremos, cuando dice que existen dos necesidades fundamentales en el ser humano: la necesidad de sobrevivir y la necesidad de crecimiento (necesidad que nada tiene que ver con los logros del de la derecha, cuya percepción del dibujo que encabeza el post es evidente).
Por su parte, Rank subdivide al ser humano en tres tipos: el normal (que acepta la voluntad mayoritaria), el neurótico (que ni se identifica con la mayoría ni soporta el aislamiento) y el artista creador (que se afirma en su autonomía). Conforme a Peñarrubia, “el artista representa la más elevada creación de la voluntad y del espíritu combinados. El objetivo terapéutico sería afirmar la voluntad del neurótico, no tanto para adaptarlo a la «normalidad» sino para aspirar al arte”, es decir, para hacerlo crecer.
Partiendo de que el primer tipo de persona difícilmente ha llegado a este párrafo y el último no tiene nada ya que alcanzar, asumo una identidad general de las personas implicadas en esta comunicación en torno al calificativo de “neuróticos”. Y en el bien entendido de que la neurosis, sea del tipo y grado que sea, consume nuestra energía en su propia retroalimentación sin dejarnos utilizarla para cosas más productivas, la considero tanto una barrera como un incentivo para alcanzar el objetivo general que como seres humanos tengamos.
Así pues vamos a comenzar con una propuesta psicológica dirigida a demoler estas barreras, propuesta que parte de la fenomenología y de la teoría de sistemas y que me parece muy interesante: la terapia o enfoque Gestalt.
Yo hago lo mío y tú haces lo tuyo. No estoy en este mundo para llenar tus expectativas Y tú no estás en este mundo para llenar las mías. Yo soy yo y tú eres tú. Y si por casualidad nos encontramos, es hermoso. Si no, no puede remediarse.
Lo anterior se conoce como la “oración gestáltica”, y es altamente recomendable repetírsela unas cuantas veces cada día para evitar que nuestras neurosis sociales nos hagan perder tiempo y energía en nuestra búsqueda. No es ni el padrenuestro, ni un conjuro del Necronomicon ni una oración de poder de Castaneda, pero funciona.
Su creador es el creador de la terapia Gestalt, Friedrich Salomón Perls (Él y su mujer, co-creadora de la Gestalt, nos flanquean en este momento), terapia que a su vez procede de la psicología Gestalt de Wertheimer, Köhler y Koffa, de principios del siglo XX. En la década de los 60, Fritz Perls desvió de las bases psicológicas de la Gestalt una terapia humanista que no puede verse solo como un instrumento de sanación, sino también como un instrumento de crecimiento personal. Pese a que da nombre al presente post, por problemas de espacio no hablaremos nada de la vida, obra y milagros de Fritz Perls, pese a que son considerablemente extensos.
“Gestalt” proviene del alemán y aproximadamente puede traducirse al castellano como “totalidad”, “configuración” o “forma”. La Gestalt es un enfoque holístico que percibe a las personas como totalidades: interrelación de sensación (cuerpo), emoción, intelecto y espiritualidad. En ese sentido, constituye una traducción de la teoría de sistemas a la psicología, por cuanto percibe ese “todo” como algo más que la suma de sus partes. Así, postula que cualquier característica, experiencia, percepción… se halla relacionada con la totalidad del contexto individual.
Al mismo tiempo, la Gestalt, como enfoque muy relacionado con la fenomenología, distingue claramente entre experiencia directa e imaginación. Así, la consciencia, el “darse cuenta”, debe enfocarse en el presente, y considerar los recuerdos del pasado o expectativas del futuro como lo que son: irrealidades. El pasado es una memoria que tenemos en el presente y el futuro es una fantasía que también tenemos en el presente. Solo existe el “aquí” y el “ahora”, y para experimentar este aquí y ahora se trabaja con la experiencia sensorial directa del cliente, en clara sintonía con las ideas de Husserl.
De la misma forma, se abstiene de preguntarse el “por qué” de las cosas, y se centra en el “cómo”. Nunca se interpretará ni se buscará la causa de lo que el otro dice, sino que se le escuchará y atenderá a lo que uno siente con el contacto. Fritz Perls indica que cuando las palabras se utilizan para explicar, son comparables a excrementos. Así, subdivide la racionalización en tres grados:
– Mierda de Gallina: son los clichés como “buenos días, me alegro de verte, qué buen tiempo hace. – Mierda de Toro: las racionalizaciones normales de la vida, excusas, etc. – Mierda de Elefante: lo que se suele hacer en este blog: filosofías de la vida, explicaciones del mundo, “cosas que suenan trascendentes”, como dice Alaska.
El vehículo del enfoque Gestalt es el fomento de la autoconciencia del cuerpo y los sentidos individuales, así como de la responsabilidad individual. Respecto a esto último, por ejemplo, queda prohibido decir “no puedo”, siendo esta expresión sustituida por “no quiero”. El “no puedo” es utilizado para negarse a actuar, es una descalificación antes siquiera de intentar hacer algo; en cambio, al decirse “no quiero”, al menos se exige al sujeto que asuma las consecuencias de su decisión evasiva.
Así pues, la esencia de la Gestalt es la siguiente: “Vivir en el aquí y el ahora tratando de darnos cuenta cómo lo hacemos”.
Entrando más en el tema, el enfoque propone la existencia de estructuras vivenciales (Gestalt) en forma de ciclos, que de ser interrumpidos se quedan por ahí dando vueltas y amargándonos la vida. El ciclo de la experiencia consiste en 7 fases:
1) Reposo (estado de equilibrio).
2) Sensación (“difusa” e indefinible de una necesidad).
3) Darse cuenta (se identifica la necesidad concreta y aquello que la satisface: la “figura”).
4) Energetización (movilización de energías y concentración para alcanzar la figura).
5) Acción (utilización física de las energías).
6) Contacto (satisfacción de la necesidad).
7) Reposo.
Toda acción en la vida se fundamenta en estas estructuras, desde la búsqueda del príncipe azul hasta bajar a comprar un kebab, pasando por el acto de rascarse los cojones (o lo que se tenga). También puede suceder que no exista otra cosa que estado de reposo (pero entonces se es autista, y no se está interesado en leer esto, así que no se preocupe que seguramente no es su caso).
El problema es que en ocasiones sucede algo que interrumpe el ciclo en alguna de sus fases, y la “Gestalt inconclusa” queda por ahí en nuestra mente, parasitándonos hasta la satisfacción o la muerte. Cuando esto sucede, suele mediar un “mecanismo de defensa”.
Quede claro que ni esto ni su homólogo español, marroquí o estadounidense son mecanismos de defensa.
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A diferencia del psicoanálisis freudiano o jungiano, el enfoque Gestalt concibe los mecanismos de defensa como autointerrupciones inconscientes del ciclo de la experiencia destinadas a evitar dolor, sufrimiento… Así, Fritz y Laura Perls describen los siguientes:
1. La proyección: se da entre la sensación y la formación de la figura. Consiste en transferir a los demás lo que uno siente o piensa pero no acepta en si mismo.
2. La introyección: se da entre la formación de la figura y la movilización de energía para la acción. Sucede cuando el sujeto engulle toda influencia externa sin seleccionar conforme a las necesidades personales, por lo que el sujeto sufre un empacho de mandatos, órdenes… incluso contradictorios, y termina no movilizando la energía para satisfacer su propia necesidad.
3. La retroflexión: se da entre movilización de energía y acción. El sujeto recopila energía y concentración en la figura pero no se atreve a actuar sus deseos por la acción de los introyectos mal adquiridos, así que se los dirige a sí mismo autoagrediéndose (justo al contrario que la proyección). Aquí viene la causa de los trastornos psicosomáticos, la depresión, desvalorización…
4. La deflexión: Se da entre acción y contacto. Consiste en establecer un contacto frío, atemperado, inocuo y no amenazante, para no sufrir daño. Aquí entran los eufemismos, la hipocresía, tirar la piedra y esconder la mano… Es la actitud del cínico, el indiferente, el intelectual racionalizador…
5. La confluencia: También se da entre acción y contacto. El sujeto se mimetiza y adapta a los demás para no entrar en conflicto con ellas, debilitando los límites de su ego para fusionarse al otro. Este es el origen de la pasividad y falta de personalidad.
Sería profundamente grato para mi introducir una pausa de algunas páginas para que los lectores neuróticos que todavía no lo hayan hecho, traten de ver en qué modo interrumpen sus “Gestalts” inconscientemente y no se limiten a leer y racionalizar, pero por razones de estética no lo haré, así que ustedes mismos.
Pues bien, continuando con las enseñanzas de Fritz Perls, hay otro punto importante a tocar, que es el de los estratos del yo. En clara confluencia con tradiciones orientales desde la noche de los tiempos, Fritz Perls divide el “yo” en 6 capas a ir derribando una por una conforme la terapia o el proceso de ampliación de la conciencia personal que sea vayan avanzando:
1. Estrato del falso yo: es nuestra fachada, lo que enseñamos a los demás.
2. Estrato del “como si”: es nuestro carácter: los roles que empleamos para manipular a los demás, el actuar como si fuéramos esto o aquello.
3. Estrato fóbico: son nuestros temores e inseguridades frente a nosotros mismos, nuestras más profundas heridas: pena, dolor, tristeza, desesperación. Lo que no queremos ver ni tocar y menos aún descubrir frente a los demás.
4. Estrato implosivo o del atolladero: si se ha desvelado el estrato fóbico, aparece una sensación de vacío, inamovilidad, falta de energía… de muerte. Detrás de él se halla toda la energía sin utilizar: la vitalidad congelada o dirigida hacia nosotros mismos para mantener nuestras defensas.
5. Estrato explosivo: las fuerzas estancadas se disparan hacia fuera en un arranque de autenticidad, dando paso al “yo” verdadero que permanecía oculto: la explosión puede ser de gozo, aflicción, orgasmo y coraje.
6. El “yo” verdadero: Lo que queda.
El consejo es identificar y demoler la identificación personal con estos “yoes” uno a uno.
No entraremos en el tratamiento de los sueños por parte de la Gestalt porque preferimos dejar el tema de los sueños para un monográfico multidisciplinar que se elaborará en cuanto se haya reunido el conocimiento racional y experiencial suficiente a tal efecto.
Baste finalizar esta breve exposición con una recomendación gestáltica:
“Sea lo que usted es… sin importar lo que usted sea”.
Vicente Fuentes comenta los interesantes documentos recientemente desclasificados por el gobierno de Nueva Zelanda en donde aparecen menciones a seres extraterrestres con máscaras de faraones y los clásicos grises y narra los dos encuentros ocurridos en la base Holloman, el primero en 1955 con un protagonista de excepción, Dwight Eisenhower, presidente de los EE.UU. por aquel entonces, y el de 1964 en donde también encontramos el descenso de un ovni y el encuentro con este tipo de seres únicos en la historia de la ufología. Esperamos que el vídeo sea de su interés.
Un fémur encontrado en China indica su presencia allí hace 14.000 años, cuando se creían extintos desde hace 40.000
Un fémur parcial encontrado en China hace 25 años, que no se había estudiado hasta ahora, indica la presencia hace 14.000 años, al final de la Edad de Hielo, de un humano pre-moderno, especie que se creía extinguia en Eurasia hace 40.000 años. El hueso es similar a los de especies como el ‘Homo habilis’ y el ‘Homo erectus’ temprano, que vivieron hace más de 1,5 millones de años, pero son cautelosos acerca de su identidad. Además, su dueño pesaba 50 kilos, muy poco tanto para los estándares pre-modernos como para la Edad de Hielo.
Reconstrucción artística de los humanos de la Cueva del ciervo rojo. Imagen: Peter Schouten. Fuente: UNSW.
Un hueso de muslo de 14.000 años de edad, encontrado en China, sugiere que una especie antigua de humano, que se pensaba extinguida desde hace más tiempo, pudo haber sobrevivido hasta fecha tan reciente como el final de la última Edad de Hielo.
El hueso -encontrado entre los restos de las enigmáticas personas de la Cueva del ciervo rojo de China – se ha demostrado que tiene características similares a las de algunos de los más antiguos miembros del género humano, Homo, a pesar de su corta edad.
El descubrimiento fue realizado por un equipo conjunto dirigido por el profesor Darren Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW, Australia) y el profesor Ji Xueping, del Instituto Yunnan de Reliquias Culturales y Arqueología (Yicra, China). Su estudio se publica en la revista PLOS ONE.
Los hallazgos son el resultado de un estudio de este fémur parcial, que había permanecido sin estudiar durante más de un cuarto de siglo en un museo, en el sureste de Yunnan, tras su excavación junto con otros restos fosilizados de Maludong (la Cueva del ciervo rojo) en 1989.
Los investigadores descubrieron que el hueso del muslo era similar a los de especies como el Homo habilis y elHomo erectus temprano, que vivieron hace más de 1,5 millones de años, pero son cautelosos acerca de su identidad.
«Su corta edad sugiere la posibilidad de que seres humanos de aspecto primitivo podrían haber sobrevivido hasta muy tarde en nuestra evolución, pero tenemos que tener cuidado, ya que es sólo un hueso», dice el profesor Ji, en la información de la UNSW.
Se espera que el descubrimiento cree controversia, ya que, hasta ahora, se pensaba que los humanos pre-modernos más jóvenes en la parte continental de Eurasia -los neandertales de Europa y Asia occidental, y losdenisovanos del sur de Siberia- se extinguieron hace unos 40.000 años, poco después de que los humanos modernos entraran en la región.
«El nuevo hallazgo alude a la posibilidad de una especie de pre-modernos que pudiera haberse solapado en el tiempo con los humanos modernos en la parte continental de Asia, pero el caso tiene que desarrollarse despacio con más descubrimientos de huesos», dice el profesor Curnoe.
Al igual que en las especies primitivas de Homo habilis, el hueso de muslo de Maludong es muy pequeño; el eje es estrecho, con la capa exterior del eje (o corteza) muy delgada; las paredes de la base están reforzadas (o apuntaladas) en áreas de tensión alta; el cuello del fémur es largo; y el lugar de la inserción muscular con el músculo flexor principal de la cadera (trocánter menor) es muy grande.
Sorprendentemente, con una masa corporal reconstruida de unos 50 kilogramos, el individuo era muy pequeño para los estándares humanos premodernos y también para los de la Edad de Hielo.
Análisis del fémur encontrado. Fuente: PLOS ONE.
División
Cuando el equipo anunció por primera vez el descubrimiento de los restos de las personas de la Cueva de Maludong, en la provincia de Yunnan, y de la Cueva de Longlin en la cercana Región Autónoma de Guangxi Zhuang, en 2012, dividió a la comunidad científica.
En ese momento, el equipo de UNSW-YICRA especuló que los huesos podrían representar una nueva especie desconocida, o tal vez una población muy temprana y primitiva de los futuros humanos modernos, que habían emigrado a la región hace más de cien mil años.
«Publicamos nuestros hallazgos sobre los huesos del cráneo primero porque pensamos que serían los más reveladores, pero nos quedamos impresionados por nuestros estudios sobre el hueso del muslo, que mostró que era mucho más primitivo que lo que parecen los cráneos», señala Ji.
El nuevo descubrimiento señala una vez más que al menos algunos de los huesos de Maludong representan a una especie pre-moderna misteriosa.
El equipo ha sugerido en otra publicación reciente que el cráneo de la Cueva de Longlin es probablemente un híbrido entre los humanos modernos y un grupo arcaico desconocido -quizás incluso el del hueso del muslo de Maludong.
«El entorno y el clima singulares del suroeste de China, resultado de la elevación de la meseta del Tíbet, pudieron haber proporcionado un refugio para la diversidad humana, tal vez con grupos premodernos sobreviviendo hasta muy tarde», dice el profesor Ji.
Curnoe añade: «Esto es emocionante porque demuestra que los huesos de Maludong, después de 25 años de abandono, todavía tienen una historia increíble que contar. Puede que haya habido una diversidad de diferentes tipos de vida humana hasta hace muy poco en el suroeste de China. El enigma de la gente de la Cueva del ciervo rojo se vuelve aún más difícil ahora: ¿quiénes eran esas misteriosas personas de la Edad de Piedra? ¿Por qué sobrevivieron hasta tan tarde? ¿Y por qué sólo en el suroeste tropical de China?»
Javier Álvarez, doctor en Filología y en Psiquiatría, con 39 años a sus espaldas atendiendo a enfermos psiquiátricos, ha elaborado una hipótesis –la Hiperia– que permite explicar los fenómenos psíquicos -llamados hasta ahora enfermedades mentales- de otra manera. La aceptación de su hipótesis supondría una total transformación de la psiquiatría tal como la entendemos ahora. La Hiperia, en lugar de catalogar los trastornos mentales como una desestructuración o caída de la conciencia, los define como una hiperestructuración, o una elevación del nivel de la conciencia. En lugar de definirlos como enfermedades, los describe como una función cognitiva en que la conciencia alcanza un grado superior de estructuración, de ahí el término de HIPERIA, del uso del prefijo HIPER, que significa demasiado o excesivo.
Podemos llamar HIPERIA al encendido en el cerebro de un gran número de neuronas a la vez, que hacen emerger a la conciencia una serie de vivencias psíquicas repentinas, automáticas y muy intensas. Estas sincronías, implican un corte brusco del normal discurrir de la conciencia que, quedando de pronto fuera del control de la voluntad, permite la irrupción de una penetrante vivencia pasiva que es experimentada siempre por el sujeto como algo extraordinario que le llena de asombro y extrañeza. Las personas que tienen estas vivencias extraordinarias –o hipéricas- disponen de un caudal fantástico de experiencias que tienen que expresar como pueden, más allá de la razón, sea mediante símbolos o sea mediante cualquier tipo de arte o expresión creativa.
Este descubrimiento ha impulsado al Dr. Javier Álvarez a la creación de laFundación NUEVA PSIQUIATRÍA, para reformar de arriba abajo, la atención psiquiátrica en España.
Una noticia fascinante cuyas fuentes en la red se mencionan al final del artículo.
Ninguna de las fuentes (consultadas) tiene validez científica oficial.
La noticia se ha copiado en la red, y el origen parece ser único.
Se invita a los lectores, con más tiempo, que investiguen el tema e informen luego al blog.
De esta forma colaboramos todos
maestroviejo
El espécimen de un homínido gigante que mide unos increíbles 5,3 metros de altura (17 pies y 4 pulgadas) fue descubierto cerca de las antiguas ruinas de la única civilización megalítica jamás descubierta en Australia, lo que hace este descubrimiento dos veces más desconcertante, admite el profesor Hans Zimmer, de la Universidad de Adelaida .
Alice Springs / Lo que podría ser el esqueleto humano más grande descubierto hasta hoy en dia, fue desenterrado por un equipo de arqueólogos de la Universidad de Adelaide, en el sitio arqueológico cerca de la Roca Uluru Ayers en el Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta, informa el Adelaide Herald de esta mañana.
“El descubrimiento de la zona arqueológica de Uluru del año pasado ya nos tomó por sorpresa, pero este nuevo hallazgo nos ha dejado con la boca abierta”, admite, visiblemente estupefacto. “En teoría, no puede existir un homínido de cinco metros de altura. ¿Cómo ocurrió esto? Cómo es posible esto. Reconoce que, aunque este descubrimiento es fascinante, nos quedamos con más preguntas que respuestas “.
El descubrimiento de un esqueleto humano de 5 metros de altura cerca de Ayers Rock, es el esqueleto más grande que se ha encontrado y deja a los científicos con “más preguntas que respuestas”, reconoce Hans Zimmer, profesor de Arqueología de la Universidad de Adelaida
Algunos expertos han planteado la hipótesis de que la muestra podría haber sufrido de un caso extremo de gigantismo, una condición causada por el exceso de producción de hormonas de crecimiento, un profesor de teoría de Hans Zimmer despide como “pura especulación”.
El sitio arqueológico de Uluru, descubierto en 2014 por un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Australia, llevó al descubrimiento de una civilización megalítica hasta ahora desconocida, que podría ayudar a resolver el misterio de este extraño descubrimiento.
“Sólo una mayor investigación puede ayudarnos a descubrir la verdad detrás de esta anomalía de la naturaleza. Hasta hemos encontrado más restos óseos y no debemos apresurarnos a nosotros mismos en explicaciones peligrosas “, le dijo a periodistas locales. “Hemos encontrado varios esqueletos incompletos, de la que los huesos también son de tamaño gigantesco. Parece que una gran catástrofe ha lavado completamente todo rastro de esta civilización perdida y desconocida “, señala. “Esta muestra no es aparentemente única, no es más que una cuestión de tiempo antes de encontrar más espécimen similares”el cree firmemente.
” El pasado febrero hemos descubierto un bloque megalítico, que se estima tener aproximadamente unas de 80 toneladas. Las canteras de basalto del monolito se encuentran a 200 km de distancia. ¿Cómo se han movido estos enormes bloques a cientos de kilómetros en el desierto?, ¿qué tecnologías utilizaba esta civilización? No podemos responder adecuadamente a estas preguntas en el momento presente “, admite John Thomas Buckler, el arqueólogo jefe durante la excavación en 2014.
Algunos especialistas creen que una gran catástrofe fue la causa de la destrucción de la civilización Uluru, convirtiendo a toda la región a partir de una rica tierra fértil en un desierto estéril que lo es ahora.
“Depósitos ferrosos se encuentran en todo el desierto australiano, que posiblemente demuestra algún tipo de impacto de un meteorito en la región”, explica el investigador con sede en Sydney, Allan DeGroot. “El análisis de los depósitos geológicos confirmar que hubo un gran impacto en la región hace entre 3.500 y 2.500 años”, admite el experto principal. “La destrucción catastrófica revelada por los rastros de vitrificación y altos niveles de radiación en las ruinas del sitio arqueológico Uluru, conducen claramente a que creamos que ambos eventos están íntimamente unidos entre sí”, concluye.
Las cualidades radiactivas de los restos esqueléticos, han complicado el trabajo de los científicos, pero el equipo de Hans Zimmer espera la cooperación internacional con otras universidades importantes, que podrían ayudar a resolver el enigma del gigante más pronto, dando al equipo el acceso a tecnologías que no están disponibles en Australia por el momento.
«Para evolucionar debemos pasar exámenes, afrontar grandes pruebas. Sufriremos, desde luego, pero si los superamos, sabremos al menos de lo que somos capaces. Estas pruebas están en relación con los cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el fuego. A lo largo de nuestra vida, estas pruebas no cesan de presentarse a nosotros. Las pruebas de la tierra son como seísmos, verifican nuestra voluntad, nuestra paciencia y nuestra estabilidad. ¿Son nuestras bases suficientemente sólidas, como lo son las bases de las pirámides? Las pruebas del agua afectan al mundo de los sentimientos. Nos sumergen en las mareas negras del odio, de la traición y el amor que hay en nosotros debe poder neutralizar todos estos venenos. Las pruebas del aire son producidas por los tornados y los huracanes. ¿Va a perder nuestro intelecto su dirección o seguirá viendo con claridad y razonando correctamente? Las pruebas del fuego son las más terribles. Queman todas las impurezas que impiden a nuestra alma unirse a la Causa primera, la Fuente de todas las existencias. Para encontrar a Dios, debemos pasar por el fuego purificador.»
… ESTA VEZ DESDE CAJA DE PANDORA NOS ENCONTRAMOS EN DIRECTO CON EL STUDIO DEL CENTRO MONOR DE VALENCIA DONDE SERGIO MANUEL POP NOS DESCLASIFICA LAS CLAVES DEL DRAGÓN … DÁNDONOS A CONOCER EL PORQUÉ ESTA ENTIDAD QUEBRANTÓ LA LEY DE LA LIBRE ELECCIÓN CON LA MÓNADA … INTERFIRIENDO CONSTANTEMENTE EN NUESTRA REALIDAD SIN DARNOS ALTERNATIVA POSIBLE …
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por Sergio Manuel Pop
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LIBRO : MONOR ( DESCIFRANDO EL LENGUAJE ) www.monor.org/comprar.html
LA CAJA DE PANDORA
Es necesario cuidar nuestra casa para evitar que se enferme. El feng shui dice que el lugar donde vivimos es comparable con una planta a la que debemos cuidar, así como nosotros somos como árboles que dependemos del lugar en el que nos encontramos plantados. Para mantenerse sana y bien, nuestra casa depende de nuestros cuidados y a su vez nosotros dependemos de ella para estar bien. El ser humano como todo en la naturaleza, esta inmerso en el medio y se encuentra influenciado por él. Nosotros tenemos la posibilidad, a diferencia de los animales, de modificar nuestro entorno y elegir los resultados que queremos conseguir.
Las dificultades surgen cuando no somos consientes o no somos capaces de ver que las cosas andan mal, que nuestra casa se queja no logrando percibir sus avisos. Suele ocurrir que la casa nos esté avisando, mediante señales que no tienen por que ser voces misteriosas ni puertas que se abren solas, sino con repetidas averías, como roturas de bombitas de luz, desperfectos en los electrodomésticos, etc., que están determinando que en nuestra casa la energía no fluye de manera armónica. La carencia o el exceso de energía Chi, hace que en determinados lugares de la casa se produzcan determinadas repeticiones de sucesos que hacen pensar que las cosas no están yendo como deberían.
La casa actúa como una planta, cuando dejamos de atenderla, ésta comienza a secarse hasta que termina muriendo. Cabe señalar que cuando decimos que la casa está muerta, es cuando en ella las actividades no rinden fruto.
Por lo general en esa casa donde las energías se han escapado, las personas que la habitan se encuentran desganadas, sin proyectos, sin fuerzas y hasta con repetidas enfermedades. Podemos buscar la razón en la falta de energía Chi, la que renovada alimenta todos los lugares de la casa. Esta energía es como el aire que respiramos se encuentra en todo lugar y en todo momento.
Y así como el aire que respiramos a veces es tan denso que parece que nos ahogáramos, cuando la energía Chi se hace insuficiente, no fluye, la casa se empieza a quejar. Para tomar debida conciencia, debemos prestar atención a todos los objetos, los que sobran y aún los que faltan. Los objetos que sobran son los que empiezan a robar nuestra energía. De modo inconciente los objetos que nos rodean y que están relacionados con nuestros recuerdos, influyen en esa energía. Es muy difícil llevar adelante nuestra vida diaria si nuestra casa esta rodeado de objetos que pertenecen a un desagradable pasado.
Es posible que si nos rodeamos de cosas rotas o en desuso o bien que ya no nos gustan, suframos de un permanente cansancio y hasta de determinadas enfermedades. El acumular cosas que no nos sirven, es malo y nos quita energía, parte de la fuerza propia. Todos aquellos objetos que sobran o que nos mantienen atados a un tiempo que ya fue, a determinadas personas o incluso a nosotros mismos, son negativos. Los objetos que están cargados de energía negativa son todos aquellos que mantienen vivos momentos de tristeza, de soledad, de muerte, épocas de crisis, de abandono.
Se debe evitar que las fotos de nuestros muertos ocupen lugares centrales ni mantener velas encendidas en su memoria. No debemos transformar nuestra casa en altares de luto permanente ni tampoco mantener la habitación tal y como la dejó la persona que se fue, ya que la energía quedará estancada y se manifestará en forma de depresión, fatiga, tristeza.
Todos estos objetos no son recomendables y debemos eliminarlos, pues son, los que no nos permiten seguir adelante ni llevar a cabo nuevos proyectos y nos robarán la energía para progresar. La solución es eliminar o regalar todos aquellos objetos que encierren malos recuerdos. Es necesario mantener solamente aquellos objetos que nos aportan energía Chi de crecimiento y son los que nos traen buenos recuerdos de un pasado agradable, los que están relacionados con proyectos futuros. Pueden ser recuerdos de viajes felices, fotos de nuestros hijos, de nuestro amor, de amigos, de nietos, regalos recibidos de gente a la que queremos, objetos de nuestra infancia en la que fuimos felices, etc. lo que nos aporta energía Chi creativa son todos aquellos objetos que nos alegra el corazón o que nos hace esbozar una sonrisa. Para recargar la casa de energía y devolverle la vida podemos utilizar acuarios, que al igual que las fuentes de interior expanden su vida a todo alrededor, alejan la tristeza, los malos recuerdos y permiten que la energía fluya constantemente. Los cuadros con paisajes o póster con perspectiva, otorgan sensación de serenidad y renuevan la energía, otorgando una brisa de aire fresco. El dormitorio es el lugar que requiere especial cuidado, ya que en él reponemos nuestra energía para comenzar cada día. Por eso este lugar debe estar rodeado de objetos que nos traigan sólo buenos recuerdos o que simplemente sean de nuestro agrado. Debemos prestar atención a todo lo que nos rodea en nuestro dormitorio, si todo lo que vemos es de nuestro agrado y nos trae recuerdos positivos y armónicos, todo esté bien. Si encuentras objetos relacionados con conflictos, problemas o temas sin resolver, debemos eliminarlos de la habitación y reemplazarlos por objetos positivos. A veces la casa está atascada de objetos negativos y necesita una profunda limpieza, para ello existen formas sencillas que permiten renovar la energía Chi, sin necesidad de grandes ceremonias. Tan solo con unos pequeños cambios y con mucho amor se puede curar una casa enferma. Las flores y las plantas frescas son muy beneficiosas para aportar vida, renovar toda la casa, limpiarla de malas vibraciones y eliminar la electricidad estática. Una bonita pantalla con una cálida luz, una lámpara de sal o cuarzo, limpian el ambiente y eliminan también la energía estática. Otra manera de limpiar la atmósfera de las habitaciones es la utilización de objetos que suenen de manera armónica, como campanas, cuernos de cuarzo o de metal o gongs. Quemar varitas de incienso, velas con esencias naturales, son los más efectivos y tradicionales.
Si tenemos en cuenta todos estos consejos nuestra casa dejará de estar sin vida y enferma y se transformará en un lugar que nos cargará de energía ni bien entremos en ella.
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Autora: Marcela
Publicado por SAIKU
DE TODO UN POCO.
Miquel Celades nos trae como invitado a un amigo del programa. José Luís Camacho de www.mundodesconocido.es para hablar de las últimas novedades surgidas sobre el caso Kennedy.
Durante años y años nos han hecho creer que los aceites vegetales, por su condición de grasas insaturadas, eran más saludables que las grasas saturadas.
Sin embargo, numerosos estudios han demostrado en la actualidad que esta información no es tan verdadera como se pensaba.
Aprende 5 razones científicas para dejar de consumir aceite vegetal y reemplazarlo por otras grasas más sanas como el aceite de oliva o de coco o la mantequilla.
¿Qué son los aceites vegetales y cómo se elaboran?
El aceite vegetal es el aceite que se extrae de varios tipos de semillas como las de girasol, canola, soja, algodón, uva, etc.
En la mayoría de los casos, su elaboración consiste en un proceso industrial que implica el uso de temperaturas muy elevadas, desodorantes y productos químicos como el disolvente hexano.
Veamos, por ejemplo, cómo se obtiene el aceite de canola o colza refinado y sus consecuencias (1):
Utilización de hexano:
El aceite se extrae de las semillas de canola mediante el uso de un disolvente tóxico llamado hexano, el cual se ha encontrado en pequeñas cantidades en algunos aceites de cocina.
Exposición a altas temperaturas: El aceite de canola posee un alto contenido en grasas poliinsaturadas, muy sensibles a las temperaturas elevadas y de fácil oxidación. Al exponer este aceite a altas temperaturas, estas grasas se oxidan y adquieren un sabor a rancio.
Uso de desodorantes: Debido al uso de temperaturas elevadas, una cantidad de aceite resulta dañada, por lo que se procede a su desodorización para eliminar cualquier olor indeseado.
Pero eso no es todo:
Durante el proceso de elaboración del aceite de canola y otros aceites vegetales refinados también se forman cantidades importantes de grasas trans.
Las grasas trans son un tipo de grasa muy nociva que ha sido relacionada con un mayor riesgo de enfermedades, principalmente cardiovasculares (2).
¿Por qué los aceites vegetales son tan perjudiciales?
1. Se los considera “calorías vacías”
Los aceites vegetales se incluyen dentro del grupo de alimentos procesados, puesto que para su fabricación es necesario un proceso de refinado muy elevado.
Tal y como acabo de explicar, este refinamiento involucra técnicas artificiales que usan productos químicos muy agresivos.
Esto suele derivar en la supresión de todos los nutrientes beneficiosos que la semilla contiene de forma natural.
Por este motivo, los aceites vegetales están considerados como “calorías vacías”: no aportan ningún beneficio saludable porque no contienen nutrientes y, además, concentran muchas calorías.
2. Contienen un elevado número de grasas omega 6
Los aceites vegetales contienen omega 6 y omega 3, un tipo de ácidos grasos esenciales denominados así porque no pueden ser sintetizados por el organismo humano.
Ambos ácidos grasos son vitales para el correcto funcionamiento del cuerpo (3):
Forman parte de la estructura de las moléculas.
Proporcionan energía a las mitocondrias celulares.
Desempeñan un papel fundamental en distintos procesos relacionados con la inflamación, la inmunidad o la coagulación sanguínea.
Sin embargo, es necesario que haya un equilibrio entre la cantidad de omega 6 y omega 3 que consumimos y el problema de los aceites vegetales es que rompen este balance (4).
De hecho, los aceites vegetales poseen un altísimo contenido de omega 6, en su mayoría ácido linoleico y un bajo contenido de omega 3.
¿Qué significa esto?
Tanto los ácidos grasos omega 6 como los omega 3 producen una serie de moléculas de señalización llamadas eicosanoides, pero estas moléculas tienen características diferentes en función del ácido graso a partir del que se forman.
Por eso, cuando los niveles de omega 6 aumentan en el organismo, estos empiezan a formar eicosanoides en grandes cantidades que contribuyen a la formación de trombos y ateromas (placa en las arterias), así como reacciones alérgicas e inflamatorias y un crecimiento incontrolado de células (5).
Una dieta rica en ácidos grasos omega 6 promueve un estado protrombótico y proagregatorio, el cual incrementa la viscosidad sanguínea, el vasoespasmo y la vasoconstricción y disminuye el tiempo de sangrado (5).
3. Aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares
El ácido graso omega 6 más abundante en los aceites vegetales refinados es el ácido linoleico, una grasa muy sensible al daño que producen los radicales libres y que tiende a acumularse en las membranas celulares y en las células adiposas del cuerpo (6).
Los radicales libres son unas moléculas muy reactivas que provocan oxidación y pueden dañar las células de los lípidos, las proteínas e, incluso, el ADN.
Varios estudios han confirmado que una dieta rica en ácido linoleico puede aumentar el estrés oxidativo causado por estos radicales libres, una de las causas de aparición de enfermedades cardíacas.
En un ensayo controlado donde se suministró una dieta rica en ácido linoleico durante 4 semanas, se observó un aumento de los niveles de estrés oxidativo y una reducción de los niveles de óxido nítrico (7).
Aquí entra en juego otro factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares: los niveles de óxido nítrico.
El óxido nítrico es una molécula de gas que estimula la dilatación y relajación de los vasos sanguíneos, lo que se traduce en una reducción de la presión arterial (8).
Asimismo, el óxido nítrico regula los efectos vasoconstrictores (estrechamiento de los vasos sanguíneos) del endotelio e inhibe la oxidación del colesterol LDL.
¿Qué ocurre cuando existe una carencia de óxido nítrico?
Se produce disfunción endotelial: el tejido de los vasos sanguíneos, llamado endotelio, comienza a perder la capacidad de regular la presión y la coagulación sanguíneas, entre otras de sus funciones (9).
La disfunción endotelial es una de las primeras etapas hacia el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y facilita el desarrollo de aterosclerosis, agregación plaquetaria, trombosis, etc.
Por último, el consumo de aceites vegetales también contribuye a la oxidación de las lipoproteínas LDL y a la inflamación.
Existe evidencia científica que confirma que la reducción de la ingesta de ácido linoleico reduce notablemente el daño oxidativo en las lipoproteínas LDL, lo cual disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas (10).
En lo que se refiere a la inflamación, los eicosanoides producidos por ácidos grasos omega 6 son proinflamatorios, en comparación a los producidos por omega 3, que son antiinflamatorios.
Cuantos más ácidos grasos omega 6, más ácidos grasos omega 3 se necesitan y viceversa. Cuantos menos omega 6, menos omega 3 necesitas (11).
Un exceso de inflamación está relacionado con numerosas enfermedades crónicas: síndrome metabólico, artritis, diabetes, enfermedades cardiovasculares…
4. Son ricos en grasas trans
Las grasas trans artificiales o industriales son grasas hidrogenadas que se originan mediante la introducción de moléculas de hidrógeno en un aceite vegetal.
Este proceso se denomina hidrogenación y es el utilizado para fabricar aceites vegetales como el de soja, girasol o canola.
Poseen un alto índice de toxicidad y tienen numerosos efectos negativos en la salud (12):
Aumentan el colesterol LDL.
Contribuyen a la resistencia a la insulina.
Causan inflamación.
Dañan los vasos sanguíneos, provocando disfunción endotelial.
Aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer.
En un análisis realizado en aceites de canola y de soja comercializados en EE. UU., se encontró una presencia de grasas trans de un 0,56-4,2 % (13).
5. Contribuyen a la aparición de cáncer
El hecho de que el elevado contenido de grasas poliinsaturadas presentes en los aceites vegetales sea muy sensible a la oxidación aumenta el riesgo de cáncer.
Las grasas oxidadas de las membranas celulares pueden ocasionar reacciones en cadena capaces de dañar otras proteínas o incluso, el ADN, así como contribuir a la formación de sustancias carcinógenas dentro de las células (14).
Asimismo, numerosos estudios observacionales han relacionado la ingesta de aceites vegetales refinados con el desarrollo de cáncer en seres humanos (15).
Conclusión
Los aceites vegetales son productos altamente procesados y refinados, repletos de sustancias nocivas para tu salud. No te dejes guiar por la creencia popular y reemplaza estos aceites por aceite de oliva virgen extra, aceite de coco o mantequilla.
Tuvo lugar en Nerja el 21 de Noviembre 2015 durante el Congreso de Mediumnidad. Organizado por Foro Acce.
Miguel Angel Pertierra: Licenciado en Medicina y Cirugía. Médico Especialista en Otorrinolaringología (residencia MIR efectuada en el Hospital Regional Carlos Haya de Málaga). Título de Doctor en Medicina y Cirugía expedido por la Universidad de Málaga con calificación “CUM LAUDE” con la Tesis Doctoral: “Evaluación Otorrinolaringológica en paciente con Lupus Eritematoso Sistémico”. Profesor Colaborador Honorario de la Cátedra de Radiología y Medicina Física, Oftalmología y Otorrinolaringología, Facultad de Medicina. Universidad de Málaga. Experto Universitario en Promoción de la Salud de la Comunidad. Especialista Universitario en Hipnosis Clínica. Especialista Universitario en Neuropsicología. Certificación acreditativa para el ejercicio de función como Médico General, expedido por el Ministerio de Sanidad y Consumo.
Más de 200 publicaciones científicas en Simposiums y Revistas nacionales e internacionales.
Director del programa: “La Rueda del Misterio”. Asesor Científico y Colaborador del programa del TV “Mis Enigmas Favoritos”. Articulista de revistas “MÁS ALLA DE LA CIENCIA”, “AÑO CERO”, ” ENIGMAS”, ”MILENARIOS”. Colaborador en capítulo de libro: “ÁREA 51” de David Benito. Entrevistado o Colaborador en Programas de Radio-TV: “Cuarto Milenio”, “Mis Enigmas Favoritos Radio”, “Antena 3”, “Puente al Infinito”, “El Último Peldaño”, “La Zona Oculta”, “El Sótano Sellado”, “Radio Edenex”, “Tertulias en el Bar”, “Ángulo 13”, “Expediente FDM”, “Dimensión Oculta”, “El Patio de los Inquietos”, “En la búsqueda”, “El despertar del Cementerio”, “Radio Revolución Humana”, “Nueva Dimensión”, “Otros Mundos”.